Una revisión de los estudios realizados concluye que no hay evidencias al respecto

La eficacia de los e-cigarrillos para dejar de fumar aún no ha sido demostrada

Publicado el por Somos Pacientes

A día de hoy no hay ningún estudio científico que demuestre que los cigarrillos electrónicos –o e-cigarrillos– sean una herramienta efectiva para dejar de fumar a medio o largo plazo. Así lo muestra una revisión de los estudios publicados –metanálisis– llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Toronto (Canadá) y presentado en la Conferencia Internacional 2015 de la Sociedad Torácica Americana (ATS) celebrada en Denver (Estados Unidos).

En palabras del doctor Riyad Al-Lehebi, director de la nueva investigación, “si bien los estudios han mostrado que, frente a placebo, los cigarrillos electrónicos mejoran significativamente la abstinencia durante el primer mes, no hay evidencias de que su efectividad se mantenga durante períodos más largos”.

Y en este contexto, el doctor Al-Lehebi recuerda a los fumadores que “en espera de que dispongamos de estas evidencias, hay otros recursos disponibles para dejar de fumar con evidencia más contundentes sobre su eficacia y seguridad”.

Eficacia y seguridad no demostradas

Para llevar a cabo el metanálisis, los autores revisaron los resultados de un total de 297 estudios sobre cigarrillos electrónicos, si bien por cuestiones de calidad científica solo incluyeron en último término cuatro relativos a su seguridad y eficacia para dejar de fumar –con un total de 1.011 participantes– y 18 sobre su seguridad y efectos secundarios –con 1.212 participantes.

Transcurrido el primer mes desde el inicio de su consumo, los e-cigarrillos mejoraron de una forma significativamente la prevalencia de participantes que mantuvieron la cesación de todo consumo de tabaco. Sin embargo, este beneficio no se observó una vez transcurridos 3-6 meses y, pasados ya 6 meses, no se encontraron diferencias entre las tasa de abstinencia asociadas a los e-cigarrillos y el placebo o a los cigarrillos electrónicos y los parches de nicotina.

En este contexto, debe tenerse en cuenta que los estudios de seguimiento para la cesación tabáquica evalúan el período comprendido entre los 6 y los 12 meses desde el abandono del consumo, por lo que los datos del primer mes no resultan científicamente relevantes.

Por su parte, y por lo que respecta a los efectos secundarios, los estudios mostraron la presentación de tos seca, irritación de garganta y disnea. Y si bien la incidencia de efectos adversos graves asociada con los e-cigarrillos fue similar a la del placebo, resultó asimismo muy superior a la observada con los parches de nicotina.

En definitiva, concluye el doctor Al-Lehebi, “aunque los cigarrillos electrónicos están siendo promocionados de manera insistente como una herramienta para dejar de fumar, no hemos encontrado ninguna evidencia que apoye su eficacia y seguridad a largo plazo. En consecuencia, y en espera de investigaciones ulteriores y considerando los riesgos que conlleva el uso de estos dispositivos no regulados, las personas que busquen ayuda para dejar el tabaco deberían considerar opciones más contrastadas”.