La atención a la cronicidad en España avanza, pero lo hace a distintas velocidades según la comunidad autónoma. Esa es una de las conclusiones principales del informe Atención integrada de la cronicidad en España: situación, herramientas y retos de la integración sanitaria y social, elaborado por el Observatorio de la Atención al Paciente de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) y presentado en Madrid. El documento insiste en que la integración real entre servicios sanitarios y sociales ya no es una opción, sino una necesidad estratégica en un contexto de envejecimiento y aumento de enfermedades crónicas, y alerta de que la inequidad territorial sigue condicionando el acceso a modelos integrados y centrados en las personas.
El informe incorpora datos de la Encuesta Europea de Salud para España: el 54,3% de la población mayor de 15 años convive con, al menos, una enfermedad crónica. Y esto, para la POP, exige una atención biopsicosocial que contemple todas las áreas afectadas: lo clínico, pero también lo laboral, lo familiar y lo emocional. Algo que sólo puede abordarse con coordinación y con la voz de los pacientes en el diseño de soluciones.
Entre los retos que señala el Observatorio, destaca la interoperabilidad: sin sistemas de información compartidos y criterios homogéneos, la continuidad asistencial se resiente. También identifica que, aunque la integración aparece ya en la planificación autonómica, su implementación y seguimiento requieren ajustes en la asignación presupuestaria y un marco estable que garantice equidad y sostenibilidad.
Otro punto crítico es el desarrollo desigual de figuras profesionales de enlace (por ejemplo, perfiles que conectan niveles asistenciales o que coordinan lo sanitario y lo social), una brecha que limita la capacidad de extender modelos integrados. El informe también apunta que, en muchos territorios, el enfoque clínico continúa predominando sobre el social, algo que dificulta dar respuesta a problemas cotidianos que para el paciente son determinantes: apoyos, cuidados, dependencia, transporte o conciliación.
Uso responsable de antibióticos
La POP acaba de presentar también en el Ministerio de Sanidad la primera Guía informativa sobre prevención de infecciones y resistencias antimicrobianas para personas con enfermedades crónicas, familias y cuidadores, con el objetivo de reducir infecciones y frenar el avance de las resistencias a antibióticos en un colectivo especialmente vulnerable.
Este documento recoge medidas preventivas concretas ?lavado de manos, higiene personal, bucal, sexual y respiratoria, uso de mascarilla cuando corresponda y vacunación? y pone el acento en la necesidad de buscar información fiable en profesionales sanitarios, asociaciones de pacientes y fuentes oficiales. Está pensada para acompañar a pacientes, familias y cuidadores, reforzando conocimientos y hábitos saludables con base en evidencia científica.
El documento también aborda de forma directa uno de los grandes problemas de salud pública actuales: la resistencia a los antimicrobianos vinculada al uso inadecuado de antibióticos. Completar los tratamientos pautados, evitar la automedicación y entender que los antibióticos no sirven para cualquier infección (y menos aún para cuadros virales) se presenta como una pieza esencial para preservar la eficacia de estos fármacos. En personas con enfermedades crónicas el riesgo se multiplica por su mayor probabilidad de infección y por la frecuencia con la que, a lo largo de su vida, pueden necesitar antibióticos.
La guía recuerda además que determinadas patologías (diabetes, enfermedades cardíacas, pulmonares, hepáticas o renales, entre otras) incrementan el riesgo de infecciones y complicaciones. Y añade un factor clave: tratamientos como corticoides o inmunosupresores, habituales en oncología o en enfermedades inflamatorias inmunomediadas, pueden comprometer la capacidad del sistema inmune para responder, haciendo a la persona más susceptible y aumentando el riesgo de complicaciones.
A esta vulnerabilidad se suma la mayor exposición al sistema sanitario: ingresos, hospitales de día, pruebas, dispositivos médicos y entornos asistenciales donde la circulación de microorganismos resistentes es más probable. Por eso, la guía plantea la prevención como una estrategia de protección individual y colectiva: menos infecciones, menos complicaciones, menos necesidad de antibióticos y, en consecuencia, menos presión selectiva que favorezca resistencias.
Corresponsabilidad y políticas con participación real
Ambas iniciativas comparten un hilo conductor: sin pacientes informados y sin organizaciones de pacientes integradas en la toma de decisiones, no hay transformación sostenible. En las mesas de debate vinculadas a la guía se insistió en la corresponsabilidad entre ciudadanía y profesionales, en la importancia de mejorar la prescripción y en la necesidad de combatir la automedicación y los mitos que rodean a los antibióticos.
Y, desde el Observatorio, el mensaje fue paralelo: la atención integrada a la cronicidad necesita liderazgo político, recursos, coordinación y un marco estable, pero también escuchar a quienes viven la enfermedad las 24 horas del día los 7 días de la semana. La POP plantea estas dos líneas de trabajo ?integración sociosanitaria y prevención de infecciones/resistencias? como dos caras del mismo objetivo: mejorar calidad de vida, reducir complicaciones evitables y construir un sistema más equitativo, donde el lugar de residencia no determine la atención que recibe una persona con cronicidad.