El Congreso de los Diputados ha reclamado a los poderes públicos reforzar la protección frente a las reacciones alérgicas graves, con especial atención a la infancia y al ámbito educativo. La Cámara ha respaldado una declaración institucional, promovida por la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex (Aepnaa), que subraya que la anafilaxia es una emergencia sanitaria de aparición súbita y potencialmente mortal que exige actuación inmediata y entornos preparados.
El texto aprobado pone el foco en un punto muy concreto: la seguridad de los alumnos en centros escolares y en otros espacios donde realizan actividades de ocio y tiempo libre. En la práctica, el mensaje es claro: no basta con ?saber? que existen alergias graves; es necesario que los lugares donde pasan gran parte del día cuenten con formación, protocolos y recursos para responder en minutos, porque el tiempo es determinante.
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Autoinyectores de adrenalina
Entre las medidas que Aepnaa considera decisivas se encuentra la disponibilidad de autoinyectores de adrenalina en colegios y otros espacios frecuentados por menores. La asociación insiste en que estos dispositivos pueden salvar vidas cuando se produce una reacción alérgica grave y que su presencia debe estar respaldada por un marco legal claro y homogéneo. En España, la regulación y la preparación de los entornos educativos dependen en gran parte de las comunidades autónomas, lo que puede traducirse en diferencias de protección según el lugar donde estudie un menor.
Por ello, la asociación plantea que la respuesta no puede ser fragmentada: reclama coordinación efectiva entre Sanidad y Educación en cada territorio y un enfoque común que garantice que cualquier centro educativo, independientemente de su ubicación, tenga capacidad de reacción ante una anafilaxia. La declaración institucional también apela a reforzar políticas públicas de concienciación, prevención, formación y respuesta ante estas emergencias.
Un problema en aumento
Esta reivindicación conecta con una realidad cotidiana que muchas familias conocen bien: convivir con alergias implica anticiparse, informar, revisar etiquetas, negociar menús, explicar riesgos una y otra vez y confiar en que el entorno responderá si algo ocurre. Cuando esa confianza se rompe por falta de protocolos o de recursos, el coste emocional para el menor y su familia es enorme, y también lo es el riesgo clínico.
En este sentido, Aepnaa advierte de que se está dando un aumento significativo de las enfermedades alérgicas, y señala que la prevalencia de la anafilaxia podría alcanzar hasta el 2% de la población. Por otra parte, la declaración aprobada por el Congreso incorpora un reconocimiento explícito a la labor de asociaciones de pacientes, familias y profesionales sanitarios en este campo, principales promotores de las mejoras en seguridad escolar frente a alergias graves. Éstas suelen nacer de la experiencia acumulada de quienes han vivido reacciones, han identificado fallos del sistema y han transformado esa vivencia en propuestas concretas, realistas y aplicables.
Consulta en comunidades autónomas
Tras el respaldo parlamentario, Aepnaa plantea iniciar una ronda institucional por las comunidades autónomas para reclamar la adopción de medidas urgentes de prevención, mejorar la preparación de los entornos educativos e impulsar un marco común de protección frente a emergencias alérgicas. La asociación defiende que se trata de acciones sencillas y de fácil aplicación, orientadas a evitar nuevas reacciones graves y a garantizar la seguridad de los menores en todo el territorio.
El planteamiento de la organización apunta a una idea esencial: la equidad en salud también se juega en el patio del colegio, el comedor, las excursiones o las actividades extraescolares. Para una familia, el ?entorno seguro? no es un concepto abstracto; es saber que hay personal formado, que se reconoce una reacción grave, que se activa el protocolo y que existe acceso inmediato a la adrenalina autoinyectable cuando corresponde.
Para lograrlo, la declaración institucional insiste en reforzar información, formación y capacidad de respuesta, especialmente en la escuela. Esto incluye desde acciones de sensibilización hasta planes de actuación claros, coordinados con los servicios sanitarios y adaptados a la realidad de cada centro. Y hacer entender que la anafilaxia no siempre se presenta igual y puede progresar rápidamente, por lo que disponer de herramientas prácticas y entrenamiento puede ser tan importante como la dotación de material.