Unidos por la salud

Pertenece y transforma la comunidad de pacientes

El 18 de diciembre se conmemora el Día Nacional de la Esclerosis Múltiple, una fecha que el movimiento asociativo ha aprovechado para recordar algunos de los grandes retos que quedan por resolver en este ámbito, que no son sólo clínicos, sino también de equidad. Y de tiempo medio de diagnóstico: según el estudio europeo Impacto de los Síntomas de la Esclerosis Múltiple, existe un retraso medio de tres años entre los primeros síntomas y el diagnóstico, con diferencias entre territorios, lo que puede condicionar el inicio temprano del tratamiento y la prevención de daño neurológico.

La EM es conocida por su variabilidad y por una carga de síntomas que muchas veces no se ve desde fuera. Fatiga, alteraciones cognitivas, ansiedad o depresión, dolor o cambios en la esfera sexual pueden ser tan limitantes como los problemas de equilibrio, espasticidad o debilidad muscular. AEDEM-Cocemfe recuerda que esta combinación de síntomas, especialmente los ‘invisibles’, impacta de forma decisiva en la calidad de vida y exige un abordaje integral y continuado, desde el diagnóstico y durante toda la evolución.

En España conviven con esta enfermedad más de 55.000 personas y el diagnóstico suele llegar entre los 20 y los 40 años, en plena etapa laboral y familiar, con un predominio claro en las mujeres.

Tratamientos en el horizonte

Para celebrar este Día Nacional, AEDEM-Cocemfe ha organizado las VII Jornadas Científicas sobre Esclerosis Múltiple en las que se han planteado novedades relevantes, con terapias dirigidas a frenar la progresión que podrían aprobarse en Europa en 2026. «Este tratamiento, un inhibidor de la tirosina quinasa de Bruton (BTKi) y los similares, podrán enlentecer y reducir la progresión y, con ello, la discapacidad asociada», asegura Celia Oreja-Guevara, jefa de sección del Hospital Clínico San Carlos.

Hasta que todas estas mejoras lleguen, entidades, profesionales y pacientes coinciden en la importancia de mantener la rehabilitación. En este sentido, Esclerosis Múltiple España (EME) advierte de que una parte importante de las personas con EM no recibe terapias rehabilitadoras, pese a que son clave para mantener movilidad, equilibrio, función y autonomía.

A esta brecha se suma otra especialmente sensible: la valoración de la discapacidad. EME viene alertando de demoras y desigualdad territorial en los procedimientos, con variabilidad entre comunidades y provincias, lo que termina influyendo en el acceso a apoyos, recursos y protección social. Entre las propuestas, se plantea reforzar la cohesión territorial, modernizar herramientas y mejorar la formación especializada de los equipos de valoración para responder a una enfermedad heterogénea y fluctuante.

Financiación estable

Otra de las grandes demandas es garantizar una financiación pública estable, justa y sostenible para asegurar la continuidad de los servicios que prestan las asociaciones. La entidad recuerda que todas ellas sostienen recursos imprescindibles para miles de personas: información, apoyo psicológico, rehabilitación y acompañamiento social, y advierte de que sin pagos puntuales y una financiación suficiente, el impacto recae directamente sobre los pacientes y sus cuidadores, aquellos que dependen de estos servicios para no quedarse atrás.

Para plasmar todas estas realidades, también se ha lanzado en estos días el concurso de relato breve ContEMos historias, promovido desde AEDEM-Cocemfe y en el que participan personas que conviven con la enfermedad, contando sus experiencias reales. En esta edición, las historias han reflejado fortaleza, superación y capacidad de adaptación.

Todos los relatos participantes pueden leerse en el blog oficial de la campaña, junto a su exposición física en la Sala de
Exposiciones del Centro Socio Cultural Montecarmelo (Madrid), del 17 de diciembre al 12 de enero.

La desigualdad territorial, los retrasos en la dependencia, la falta de acceso equitativo a rehabilitación y terapias avanzadas y la insuficiencia de recursos siguen marcando el día a día de las más de 60.000 personas con enfermedades neuromusculares en España. A partir de los primeros resultados del estudio Paso a Paso y tras su comparecencia en el Congreso de los Diputados, la Federación Española de Enfermedades Neuromusculares (ASEM) reclama una atención verdaderamente integral, multidisciplinar y humanizada, con circuitos homogéneos en todo el Sistema Nacional de Salud y con la asistencia personal como pilar clave para la autonomía y la vida independiente. Nos lo cuenta Manuel Rego, presidente de la Federación ASEM.

¿Diría que el Sistema Nacional de Salud está preparado para ofrecer una atención integral ?médica, social, psicológica y rehabilitadora? a las personas con enfermedades neuromusculares?

El Sistema Nacional de Salud ha avanzado en algunos aspectos importantes, gracias al trabajo de profesionales comprometidos y al papel de los Centros, Servicios y Unidades de Referencia (CSUR), que han permitido mejorar la coordinación en patologías poco frecuentes. Sin embargo, todavía no podemos hablar de una atención verdaderamente integral. Persisten diferencias notables entre territorios y recursos insuficientes. Hoy, la calidad de la atención sigue dependiendo en gran medida del lugar de residencia, del hospital de referencia o del propio esfuerzo económico de las familias.

Para conocer esta realidad, impulsamos el estudio Paso a Paso: conociendo la realidad de las enfermedades neuromusculares en España. Además, en las tres jornadas institucionales celebradas recientemente en el Congreso de los Diputados (Madrid), el Hospital de Mérida y la Universidad de Salamanca, todos los agentes implicados ?profesionales sanitarios, académicos, asociaciones, instituciones y personas afectadas? coincidieron en dos necesidades urgentes: reforzar la atención multidisciplinar, apoyada en gestores de casos, y avanzar en una humanización real por parte de profesionales e instituciones.

¿Qué datos ha llevado ASEM al Congreso para demostrar el impacto real de la falta de recursos o de la desigualdad territorial?

En el Congreso comentamos los primeros resultados del estudio Paso a Paso, que reúne la experiencia de 470 participantes de todas las comunidades autónomas y analiza cómo influyen su lugar de residencia, su nivel de ingresos o el grado de dependencia en su acceso a recursos, terapias y derechos. Por ejemplo, casi la mitad de las personas con una ENM solo acceden a rehabilitación a través de centros privados, lo que convierte un tratamiento clínicamente necesario en un privilegio económico. El 25% no recibe ninguna terapia, y más del 58% desconoce la existencia de los CSUR, lo que dificulta la entrada en circuitos especializados.

Los tiempos de espera para el reconocimiento de la discapacidad o la dependencia varían enormemente entre comunidades; el acceso a fisioterapia subvencionada, ayudas técnicas o transporte adaptado es irregular; y solo un 5,7% considera su municipio plenamente accesible. Este panorama demuestra que el código postal sigue siendo un determinante de salud.

La dependencia y los tiempos de valoración son una de las grandes quejas que abanderáis. ¿Qué reformas urgentes propone ASEM sobre este punto?

Los retrasos en la valoración de la dependencia y de la discapacidad constituyen uno de los mayores obstáculos para las personas con enfermedades neuromusculares. Nuestro estudio Paso a Paso muestra que estos tiempos de espera pueden prolongarse durante años, incluso en patologías degenerativas donde la intervención temprana es esencial. Además, detectamos que las limitaciones menos visibles o fluctuantes se valoran peor, lo que afecta especialmente a personas jóvenes o con estudios superiores, en quienes paradójicamente se concede menor grado de reconocimiento.

Desde ASEM, insistimos en que es imprescindible expandir la figura del asistente personal, que solo está reconocida en el 8% de los casos pese a que casi el 60% de las personas necesitan ayuda diaria de otra persona. Esta figura no solo facilita la autonomía, sino que evita la sobrecarga familiar, especialmente sobre las mujeres, que asumen la mayoría de cuidados. Otras reformas urgentes pasan por agilizar los procedimientos, simplificar la burocracia y ajustar los criterios de valoración a la realidad de las ENM. La atención no puede depender de que la discapacidad sea ?visible?; debemos incorporar criterios funcionales y garantizar revisiones ágiles cuando la enfermedad evoluciona.

En su opinión, ¿cuál es la mayor barrera que impide hoy día garantizar la equidad territorial para las más de 60.000 personas que conviven con enfermedades neuromusculares en España?

La principal barrera es la variabilidad entre comunidades autónomas en el acceso a recursos esenciales como los CSUR, rehabilitación, ayudas técnicas, apoyo psicológico, transporte adaptado o reconocimiento de la dependencia. La descentralización es positiva si va acompañada de mecanismos de coordinación y garantía de mínimos. A esto se suma que en algunas comunidades disponen de unidades multidisciplinares consolidadas, mientras que otras dependen del esfuerzo individual de profesionales o asociaciones. Por eso, en nuestros eventos del 15N la demanda más repetida fue establecer un modelo de atención multidisciplinar homogéneo, coordinado por gestores de casos, que garantice continuidad asistencial independientemente del territorio.

¿Cómo puede España garantizar el acceso equitativo a terapias avanzadas, ayudas técnicas y rehabilitación para enfermedades neuromusculares?

Necesitamos una estrategia nacional específica que implique reforzar los CSUR, ampliar su capacidad de derivación, mejorar su financiación y crear mecanismos ágiles de coordinación con los servicios autonómicos. La equidad no se conseguirá mientras cada familia tenga que luchar por su rehabilitación o ayudas técnicas de forma individual.

Es fundamental que la rehabilitación deje de depender de la capacidad económica. La fisioterapia, la terapia ocupacional o el ejercicio terapéutico no pueden considerarse servicios complementarios, sino parte esencial del tratamiento. Además, las terapias avanzadas, como las genéticas, farmacológicas o celulares, deben estar integradas en circuitos que garanticen acceso por criterios clínicos.

En relación con la investigación, ¿cómo evalúa el estado de los fondos públicos destinados a las enfermedades neuromusculares en España? ¿Cree que los mecanismos actuales son suficientes?

Los fondos públicos destinados a la investigación en enfermedades neuromusculares siguen siendo insuficientes si los comparamos con la magnitud del impacto que tienen en la vida de las personas y en el sistema sanitario. En España existen equipos excelentes, pero necesitan una financiación plurianual que garantice continuidad a largo plazo. También es necesario ampliar las convocatorias específicas para enfermedades raras y crear mecanismos que faciliten el acceso a ensayos clínicos y terapias avanzadas en todo el territorio.

Asimismo, debemos señalar las reivindicaciones de EURORDIS a nivel internacional. La organización europea ha pedido reforzar el Marco Financiero Plurianual de la Comisión Europea, no solo aumentando los fondos, sino orientándolos mejor hacia áreas donde la investigación puede transformar la vida de las personas con enfermedades raras. EURORDIS pide, por ejemplo, que se protejan y amplíen las partidas destinadas a investigación biomédica, que se financien las redes europeas de referencia y que se asegure un apoyo real al desarrollo de terapias avanzadas y diagnósticos genómicos.

En materia de empleo, educación y vida independiente, ¿qué medidas legislativas faltan para que estas personas no tengan que renunciar a su proyecto vital?

Los datos del estudio Paso a Paso muestran que las personas con ENM y niveles educativos elevados encuentran enormes barreras para mantenerse en el empleo, debido a la falta de adaptaciones, a procesos lentos y poco precisos de incapacidad laboral, y a una valoración institucional que, en ocasiones, penaliza a quienes tienen más formación.

En accesibilidad y vida independiente persisten los mismos problemas de viviendas no adaptadas, transporte insuficiente, falta de apoyos y escasez de asistencia personal. La accesibilidad es baja en todos los entornos analizados y afecta directamente al bienestar emocional y a la participación social.

Las reformas necesarias deben incluir el impulso de la figura del asistente personal, integrar el apoyo psicológico, simplificar la burocracia, garantizar la accesibilidad universal, y establecer mecanismos para que las adaptaciones laborales no dependan de la buena voluntad de cada empresa.

Después de su intervención en el Congreso, ¿qué pasos dará ASEM para lograr que los compromisos políticos se transformen en hechos?

Actualmente, participamos en los trabajos de actualización de la Estrategia Nacional de Enfermedades Raras, promovida por el Ministerio de Sanidad. Esta colaboración permite aportar la experiencia y perspectiva del colectivo de personas con enfermedades neuromusculares, contribuyendo al diseño de políticas públicas más eficaces, equitativas y centradas en las necesidades reales de los pacientes y sus familias en el SNS.

Además, la Federación ASEM está incluida en el Registro Español de Enfermedades Raras (ReeR), gestionado por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), bajo la Dirección General de Salud Pública y Equidad en Salud del Ministerio de Sanidad. Esta participación oficial permite a ASEM contribuir al conocimiento epidemiológico, junto con otros agentes clave del ámbito de las enfermedades raras.

Asimismo, continuaremos las reuniones y contactos con las otras plataformas de pacientes, como hemos estado haciendo hasta ahora, para seguir mostrando nuestros puntos de vista como afectados para que se llevan a cabo las reivindicaciones a nivel político.

* ¿Cuáles son los grandes hitos que la Federación ASEM se marca para los próximos 3-5 años y cómo puede contribuir el aparato legislativo a que se cumplan?

Nuestro principal objetivo es que los avances logrados con la Ley ELA puedan extenderse, con adaptaciones, al conjunto de enfermedades neuromusculares. No tiene sentido que una persona tenga que esperar a un estadio muy avanzado para acceder a apoyos que pueden mejorar de forma significativa su autonomía y su calidad de vida.

Trabajaremos también para que cada comunidad disponga de un circuito claro de atención multidisciplinar, con protocolos definidos y gestores de casos que eviten que las familias tengan que coordinar solas su propio recorrido asistencial. El aparato legislativo es clave para crear esos estándares nacionales y para garantizar financiación estable.

Además, buscamos consolidar la asistencia personal, reforzar el acceso a terapias rehabilitadoras y asegurar que las ayudas técnicas sean un derecho y no un privilegio.

La atención a la cronicidad en España avanza, pero lo hace a distintas velocidades según la comunidad autónoma. Esa es una de las conclusiones principales del informe Atención integrada de la cronicidad en España: situación, herramientas y retos de la integración sanitaria y social, elaborado por el Observatorio de la Atención al Paciente de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) y presentado en Madrid. El documento insiste en que la integración real entre servicios sanitarios y sociales ya no es una opción, sino una necesidad estratégica en un contexto de envejecimiento y aumento de enfermedades crónicas, y alerta de que la inequidad territorial sigue condicionando el acceso a modelos integrados y centrados en las personas.

El informe incorpora datos de la Encuesta Europea de Salud para España: el 54,3% de la población mayor de 15 años convive con, al menos, una enfermedad crónica. Y esto, para la POP, exige una atención biopsicosocial que contemple todas las áreas afectadas: lo clínico, pero también lo laboral, lo familiar y lo emocional. Algo que sólo puede abordarse con coordinación y con la voz de los pacientes en el diseño de soluciones.

Entre los retos que señala el Observatorio, destaca la interoperabilidad: sin sistemas de información compartidos y criterios homogéneos, la continuidad asistencial se resiente. También identifica que, aunque la integración aparece ya en la planificación autonómica, su implementación y seguimiento requieren ajustes en la asignación presupuestaria y un marco estable que garantice equidad y sostenibilidad.

Otro punto crítico es el desarrollo desigual de figuras profesionales de enlace (por ejemplo, perfiles que conectan niveles asistenciales o que coordinan lo sanitario y lo social), una brecha que limita la capacidad de extender modelos integrados. El informe también apunta que, en muchos territorios, el enfoque clínico continúa predominando sobre el social, algo que dificulta dar respuesta a problemas cotidianos que para el paciente son determinantes: apoyos, cuidados, dependencia, transporte o conciliación.

Uso responsable de antibióticos

La POP acaba de presentar también en el Ministerio de Sanidad la primera Guía informativa sobre prevención de infecciones y resistencias antimicrobianas para personas con enfermedades crónicas, familias y cuidadores, con el objetivo de reducir infecciones y frenar el avance de las resistencias a antibióticos en un colectivo especialmente vulnerable.

Este documento recoge medidas preventivas concretas ?lavado de manos, higiene personal, bucal, sexual y respiratoria, uso de mascarilla cuando corresponda y vacunación? y pone el acento en la necesidad de buscar información fiable en profesionales sanitarios, asociaciones de pacientes y fuentes oficiales. Está pensada para acompañar a pacientes, familias y cuidadores, reforzando conocimientos y hábitos saludables con base en evidencia científica.

El documento también aborda de forma directa uno de los grandes problemas de salud pública actuales: la resistencia a los antimicrobianos vinculada al uso inadecuado de antibióticos. Completar los tratamientos pautados, evitar la automedicación y entender que los antibióticos no sirven para cualquier infección (y menos aún para cuadros virales) se presenta como una pieza esencial para preservar la eficacia de estos fármacos. En personas con enfermedades crónicas el riesgo se multiplica por su mayor probabilidad de infección y por la frecuencia con la que, a lo largo de su vida, pueden necesitar antibióticos.

La guía recuerda además que determinadas patologías (diabetes, enfermedades cardíacas, pulmonares, hepáticas o renales, entre otras) incrementan el riesgo de infecciones y complicaciones. Y añade un factor clave: tratamientos como corticoides o inmunosupresores, habituales en oncología o en enfermedades inflamatorias inmunomediadas, pueden comprometer la capacidad del sistema inmune para responder, haciendo a la persona más susceptible y aumentando el riesgo de complicaciones.

A esta vulnerabilidad se suma la mayor exposición al sistema sanitario: ingresos, hospitales de día, pruebas, dispositivos médicos y entornos asistenciales donde la circulación de microorganismos resistentes es más probable. Por eso, la guía plantea la prevención como una estrategia de protección individual y colectiva: menos infecciones, menos complicaciones, menos necesidad de antibióticos y, en consecuencia, menos presión selectiva que favorezca resistencias.

Corresponsabilidad y políticas con participación real

Ambas iniciativas comparten un hilo conductor: sin pacientes informados y sin organizaciones de pacientes integradas en la toma de decisiones, no hay transformación sostenible. En las mesas de debate vinculadas a la guía se insistió en la corresponsabilidad entre ciudadanía y profesionales, en la importancia de mejorar la prescripción y en la necesidad de combatir la automedicación y los mitos que rodean a los antibióticos.

Y, desde el Observatorio, el mensaje fue paralelo: la atención integrada a la cronicidad necesita liderazgo político, recursos, coordinación y un marco estable, pero también escuchar a quienes viven la enfermedad las 24 horas del día los 7 días de la semana. La POP plantea estas dos líneas de trabajo ?integración sociosanitaria y prevención de infecciones/resistencias? como dos caras del mismo objetivo: mejorar calidad de vida, reducir complicaciones evitables y construir un sistema más equitativo, donde el lugar de residencia no determine la atención que recibe una persona con cronicidad.

Las consultas y atenciones por motivos relacionados con la salud mental suponen alrededor del 30% del total, lo que equivale, según fuentes del Ministerio de Sanidad, a más de 360.000 urgencias al año por este motivo.

Las más habituales son agitaciones, ingesta de tóxicos, abuso de drogas, intentos de suicidio?.., lo que lleva, a los Servicios de Urgencias (SUH) y los Servicios de Emergencias Médicas (SEM) a enfrentarnos a un paciente/usuario complejo, versátil, el cual, casi siempre, lleva asociado, escondido u oculto algún problema mayor a su verdadero motivo de consulta.

Nos remontamos a 1970, cuando se crea la especialidad de Psiquiatría para los Ayudantes Técnicos Sanitarios (ATS) y hay que esperar hasta el año 1998 cuando se establecen las primeras plazas oficiales de Enfermería en Salud Mental, estableciéndose los primeros programas formativos; es en el año 2005, a través del Real Decreto 450/2005 cuando se consolida finalmente dicha especialidad.

Formación

En España, según el Consejo General de Enfermería (CGE) hay un total de 46.114 enfermeras especialistas (2023), de las cuales hay alrededor de 6.500 enfocadas hacia la salud mental. Hay que destacar que cerca del 50% no disponen de un contrato como especialista ni realizan funciones acordes a dicha especialidad. Además, se debe señalar que dicha implantación no es homogénea en todas las comunidades autónomas, con los detonantes negativos que ello conlleva.

Con los datos reflejados anteriormente y los problemas actuales de implementación, es necesario que el personal de enfermería de todos los niveles asistenciales tenga una formación mínima para atender a estos pacientes y es importante destacar que, sobre todo, el personal de enfermería de los SUH y de los SEM tenga una formación específica para poder tratar a estos pacientes en los momentos iniciales y agudos.

Por este motivo, es necesaria la creación de la especialidad de enfermería de urgencias y emergencias (EEUE) para tener una formación reglada y equitativa, que nos permita tratar a estos pacientes en los momentos iniciales y agudos, con una calidad asistencial acorde a los cuidados necesarios. También disponer de una equidad formativa que nos ayude a seguir trabajando por la óptima seguridad del paciente en todos sus procesos, y minimizar los eventos adversos que puedan perjudicarle en cualquier nivel asistencial.

Problemática que va en aumento

Los problemas relacionados con la salud mental han sufrido un incremento exponencial en los últimos años, motivados por aspectos sociodemográficos y afectados por la calidad de vida actual. Los SUH y los SEM cada vez reciben un número mayor de estos pacientes, a los que se debe atender de manera inicial y permitir que puedan seguir su camino hasta la parte asistencial del sistema. Por ejemplo, derivándole hacia el especialista en psiquiatría cuando el problema lo requiera.

Un aspecto importante a destacar y analizar, una línea en auge en todos los sistemas de salud, es fomentar la prevención y hacer responsables a los pacientes de su enfermedad. Es decir: hacerle parte activa de sus cuidados, logrando, de manera directa, una mayor implicación, desde la parte preventiva hasta la etapa final del tratamiento en los casos que sea necesario. El punto de inflexión actual es trabajar en la importancia de la prevención en salud mental, pero se debe priorizar la prevención y la promoción desde todos los ámbitos sanitarios.

Debemos cambiar el paradigma de estos pacientes, y también el enfoque de los problemas relacionados con la salud mental, así como trabajar en favorecer estilos de vida saludables que protejan, sobre todo, la mente de estos pacientes. Por finalizar, nos enfrentamos a un paciente más informado, con acceso a todos los recursos informativos existentes y a un paciente muy instruido, lo que nos obliga al personal sanitario a estar muy formados y poder garantizar una asistencia acorde al problema de salud que presenta y así lograr un uso eficiente de los distintos recursos de los que dispone el sistema de salud.

Autor:

Ricardo Delgado, enfermero y Coordinador Nacional del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la SEMES

El asma, una de las enfermedades respiratorias crónicas más prevalentes, presenta diferencias significativas entre hombres y mujeres, especialmente a partir de la pubertad. En las mujeres, la enfermedad es más frecuente, más grave y se asocia a una peor calidad de vida y mayor carga de comorbilidades. Sin embargo, esta realidad no siempre se refleja en la práctica clínica ni en las guías asistenciales, que aún no integran de forma sistemática la perspectiva de género en el abordaje de esta patología.

Así lo ha señalado la Dra. María del Mar Fernández Nieto, especialista del Servicio de Alergología y de la Unidad Multidisciplinar de Asma (UMA) de la Fundación Jiménez Díaz, durante su intervención en el Foro de Salud y Género ?Enfermedades respiratorias en la mujer: un problema de salud pública?.

?Sabemos desde hace años que, a partir de la adolescencia, el asma es más frecuente, más grave y con más enfermedades asociadas en las mujeres, y que ellas soportan una carga mayor de síntomas y limitaciones en su vida diaria. No podemos seguir ignorando esa diferencia?, afirmó la especialista.

Desde el hospital insisten en que incorporar la perspectiva de género no debe considerarse un añadido, sino un componente esencial de la planificación sanitaria y de las decisiones clínicas. ?Si no lo hacemos, nuestras pacientes no recibirán la respuesta que realmente necesitan?, advirtió Fernández Nieto.

Un enfoque integral y coordinado

La Fundación Jiménez Díaz cuenta con una Unidad Multidisciplinar de Asma acreditada por sociedades científicas, que atiende los casos más complejos desde un enfoque transversal. En ella colaboran especialistas de Alergología, Neumología, Otorrinolaringología, Inmunología, Pediatría y Radiología, trabajando de forma coordinada para ofrecer una atención más eficaz y personalizada.

Desde esta unidad se están impulsando iniciativas centradas en la salud respiratoria de la mujer, como unas jornadas monográficas sobre asma y mujer, que celebrarán en 2026 su tercera edición, y diversos proyectos de investigación clínica orientados a profundizar en las particularidades de la enfermedad en población femenina.

?Nuestro objetivo es que este conocimiento se traduzca en cambios reales en los circuitos de atención y en la toma de decisiones terapéuticas. Las mujeres viven más, pero conviven con más asma y con peor calidad de vida. Tenemos la responsabilidad de adaptar la atención sanitaria a esa realidad?, subraya la Dra. Fernández Nieto.

Más de la mitad de los neurólogos españoles, un 52%, se encuentra con frecuencia pacientes con epilepsia que creen tener su enfermedad controlada pero siguen presentando crisis que han pasado inadvertidas. Así lo indica una encuesta de la Sociedad Española de Neurología (SEN), presentada en un simposio celebrado en el marco de su Reunión Anual.

Los especialistas señalan que estas ?crisis ocultas? pueden deberse a episodios nocturnos que el paciente no percibe, síntomas muy breves o sutiles que se normalizan en el día a día o, directamente, a la decisión de no informar por miedo a cambios en el tratamiento o a posibles restricciones laborales, de conducción o en la vida social. El resultado es que el neurólogo puede creer que la epilepsia está bien controlada cuando, en realidad, persisten descargas y alteraciones que siguen dañando la calidad de vida y la salud del cerebro.

El estigma sigue pesando

?El problema es difícil de abordar cuando permanece oculto?, recordaba el neurólogo Juan José Poza, del Hospital Universitario Donostia, durante su intervención. A su juicio, la epilepsia continúa asociada a un estigma que lleva a algunas personas a minimizar u ocultar episodios por temor a las consecuencias en el trabajo o a la reacción de su entorno.

Ese silencio tiene un coste. Si el equipo médico no conoce la frecuencia real de las crisis, es más probable que se mantenga un tratamiento que no está funcionando del todo o que no se planteen opciones alternativas (cambios de medicación, combinaciones distintas, valoración de cirugía o de otros abordajes). Romper el estigma y favorecer una comunicación franca entre pacientes, familias y profesionales se convierte así en una medida terapéutica en sí misma.

Libertad completa de crisis

Los expertos participantes en la jornada insistieron en que, aunque a veces se considere ?aceptable? la presencia de crisis breves, nocturnas o poco incapacitantes, el objetivo del tratamiento debe ser siempre la libertad completa de crisis siempre que sea posible.

En torno al 40% de las personas con epilepsia siguen padeciendo estos procesos a pesar de haber recibido al menos dos medicamentos anticrisis previos. En estos casos, no avanzar en la optimización del tratamiento tiene consecuencias directas: la persistencia de las crisis, aunque parezcan leves, incrementa el riesgo de depresión y ansiedad, puede afectar a la memoria, a la capacidad de concentración y al rendimiento laboral o escolar.

Desde la perspectiva de los pacientes, asumir que ?un par de crisis al mes? entra dentro de lo normal puede hacer que se resignen a vivir con limitaciones que hoy podrían evitarse con un abordaje más activo. De ahí la importancia de reforzar mensajes claros: cualquier cambio en la frecuencia o el tipo de crisis debe comentarse con el neurólogo, y el hecho de seguir teniendo episodios no significa haber fracasado, sino que quizá sea momento de revisar la estrategia terapéutica.

Acceso a unidades especializadas

Para evitar retrasos en la toma de decisiones, los especialistas subrayan la necesidad de realizar reevaluaciones periódicas, especialmente cuando existen dudas sobre el control real de la enfermedad. Esto implica dedicar tiempo suficiente en consulta para revisar con detalle el día a día del paciente, preguntar por posibles episodios nocturnos, microcrisis o cambios de conducta, y contar también con la mirada de la familia o cuidadores.

Igualmente, la SEN aboga por reforzar los circuitos asistenciales y facilitar la derivación a unidades especializadas de epilepsia cuando el caso lo requiera. Un acceso ágil a estos recursos resulta clave para ajustar tratamientos, valorar pruebas complementarias y ofrecer opciones avanzadas a quienes no logran controlar sus crisis con la medicación disponible.

El papel activo de pacientes y familias

En el simposio, organizado con el apoyo de Angelini Pharma, se recordó también que el control de la epilepsia no depende sólo de los fármacos, sino de la participación activa de las personas que conviven con ella. Llevar un registro de las crisis, anotar cambios en el sueño o en el estado de ánimo, identificar posibles desencadenantes (estrés, luces, falta de descanso, olvidos de medicación) y compartir toda esa información en consulta ayuda a los profesionales a tomar decisiones mejor fundamentadas.

Para el director de Asuntos Médicos de la compañía, Daniel Pérez, existen situaciones en las que el supuesto ?control total? no es real y la falta de identificación o notificación de las crisis sigue condicionando el bienestar emocional, la vida social y las oportunidades de la persona con epilepsia. ?Cuidar la salud del cerebro es cuidar la vida en su sentido más amplio?, recordó, subrayando la necesidad de seguir ofreciendo soluciones innovadoras y apoyo continuado a los pacientes y a su entorno.

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