El XI Congreso Nacional de Alzheimer, celebrado en Ibiza junto al XV Congreso Iberoamericano, ha sido mucho más que un encuentro científico y social. Ha sido el escenario donde se ha gestado la Declaración de Ibiza, un documento de consenso que marca el rumbo para afrontar uno de los mayores retos sociosanitarios de nuestro tiempo. Porque el Alzheimer no es solo una enfermedad; es un desafío que afecta a millones de personas y que, en un país como España, con la mayor esperanza de vida prevista para 2040, se convertirá en una prioridad ineludible.
Sabemos que el riesgo de demencia se multiplica con la edad y que el envejecimiento poblacional será una realidad en apenas quince años. También sabemos, que no estamos preparados. Por eso, desde CEAFA reclamamos que el Alzheimer sea tratado como lo que es: una prioridad sociosanitaria de primer orden. No basta con que los gobiernos ?tomen nota?; es hora de actuar con políticas transversales que aborden el problema en toda su dimensión.
En este contexto, el papel del Ministerio de Sanidad es crucial. España se enfrenta a un momento histórico: tras más de veinte años sin avances terapéuticos, la ciencia nos ofrece dos nuevos fármacos que, por primera vez, inciden directamente sobre la enfermedad. Son tratamientos que no curan, pero sí ralentizan su evolución, prolongando la autonomía y la calidad de vida. Esta innovación abre una puerta esperanzadora, pero también plantea una pregunta incómoda: ¿estamos preparados para garantizar el acceso equitativo a estas soluciones?
Desde CEAFA, nuestra respuesta es clara y queremos colaborar con el Ministerio para avanzar hacia estas metas, pero sin renunciar a nuestro papel reivindicativo. Porque la defensa de los derechos de las personas afectadas nunca ha tenido tanto sentido como ahora. Por ello, exigimos medidas concretas:
Primero, que los nuevos tratamientos se incorporen a la cartera de servicios y se autorice su reembolso. Durante dos décadas, las personas con Alzheimer no han tenido acceso a ninguna alternativa terapéutica. Hoy, esa posibilidad existe, pero no puede quedar restringida a un 5% de pacientes, como advierte la Sociedad Española de Neurología. No podemos permitir que argumentos economicistas frenen esta oportunidad. No hablamos de gasto, sino de inversión: por cada euro invertido en tratamiento, retornan cuatro. Ralentizar la evolución del Alzheimer durante 18, 36 o 48 meses significa retrasar la dependencia y reducir el coste de recursos sociosanitarios más complejos. Es una cuestión de justicia y de eficiencia.
Segundo, que estos tratamientos lleguen a todas las personas que cumplan los criterios, sin importar el lugar donde vivan. La equidad no puede depender del código postal. El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud debe garantizar un acceso homogéneo en todo el país. Tras veinte años sin opciones, quienes sufren Alzheimer merecen esta consideración, y quienes legislan tienen la responsabilidad de hacerlo posible.
Tercero, que se introduzcan cuanto antes las nuevas herramientas diagnósticas aprobadas por la FDA. Estas tecnologías no invasivas, de bajo coste y alta eficacia, permiten identificar la enfermedad en fases tempranas, cuando la intervención es más efectiva. Democratizar su uso en la práctica clínica habitual no solo mejorará la calidad de vida, sino que reducirá el infradiagnóstico, que hoy alcanza el 40% de los casos. Diagnosticar antes significa intervenir antes, prolongar la autonomía y reducir el impacto económico y emocional.
Apelamos a las Comunidades Autónomas: deben asumir su responsabilidad para garantizar que los tratamientos estén disponibles en todos los territorios. La descentralización no puede ser sinónimo de desigualdad. Es el momento de invertir en infraestructuras y recursos humanos para que los servicios autonómicos estén preparados. Estas inversiones serán rentables a corto y medio plazo, pero, sobre todo, serán rentables en términos de dignidad y derechos.
Cuarto, CEAFA pide un cambio cultural que supere la idea de que ?nada se puede hacer? ante el Alzheimer. Aunque existen herramientas y avances, el acceso al diagnóstico sigue siendo lento por desconocimiento o falta de tiempo. Las Sociedades Médicas deben liderar este cambio, con pacientes y asociaciones como aliados, ya que el diagnóstico temprano permite que las personas participen en decisiones sobre su tratamiento y cuidados.
Investigación para avanzar y reducir desigualdades
CEAFA reclama mantener el impulso investigador para mejorar tratamientos y desarrollar nuevas opciones, tras décadas sin innovación significativa. Los recientes avances son un estímulo para seguir invirtiendo recursos y evitar desigualdades en el acceso. El movimiento asociativo debe ser clave para generar conciencia social y garantizar que España no pierda esta oportunidad.
Por último, en la lucha contra el Alzheimer todos somos necesarios. Máxime ahora que estamos viviendo un momento histórico en el que hemos de dejar huella y ayudar a que los resultados de la investigación se hagan realidad retrasando meses la evolución de la enfermedad, prolongando los períodos de calidad de vida y autonomía de las personas y contribuyendo al sostenimiento de los sistemas social y sanitario.
Por Jesús Rodrigo Ramos, director ejecutivo de CEAFA