Unidos por la salud

Pertenece y transforma la comunidad de pacientes

La disfagia, o dificultad para tragar, es una alteración que afecta a millones de personas en todo el mundo y cuyo impacto clínico, social y económico sigue infravalorado. En España, se estima que el 5,6% de la población adulta presenta algún grado de disfagia, una cifra que se eleva hasta el 10,3% en unidades geriátricas y al 7,5% en servicios de neurología. Ante esta situación, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) ha insistido en la necesidad de mejorar el diagnóstico precoz y establecer estrategias de atención individualizada que eviten complicaciones como la desnutrición, la deshidratación o la neumonía aspirativa, una de las consecuencias más graves y potencialmente mortales.

?Debemos sospechar la presencia de disfagia cuando un paciente al comer o beber tosa con frecuencia, le cambie la calidad de la voz, se desature (disminución significativa del nivel de oxígeno), sea incapaz de mantener el bolo alimenticio en la boca, no pueda realizar el sello labial, babee, le quede comida en la boca o a nivel faríngeo tras la deglución, no pueda tragar el bolo alimenticio en una única deglución, sufra frecuentes infecciones respiratorias, se deshidrate con frecuencia o se desnutra?, ha explicado Emilia Cancer Minchot, vocal de Asistencia de la SEEN y miembro del Área de Nutrición de la sociedad.

La importancia de la deglución radica en sus objetivos: nutrir e hidratar adecuadamente. Pero si se altera su eficacia se produce desnutrición y/o deshidratación. Es más, si la deglución no se produce de forma segura se pueden producir aspiraciones orofaríngeas que condicionan infecciones respiratorias. ?Hasta un 50% de los pacientes que presentan aspiración desarrollan neumonía, siendo la complicación más temida de la disfagia, ya que constituye 5-15% del total de las neumonías adquiridas y puede tener una mortalidad asociada del 50%. No es un problema menor?, ha añadido la doctora.

Consecuencias médicas, sociales y económicas

Todas estas alteraciones tienen consecuencias importantes: empeoran la calidad de vida y la supervivencia del paciente y aumentan las estancias hospitalarias y los costes sanitarios. Especial atención requieren los mayores que presentan presbifagia (dificultad para tragar que se produce con la edad): entre el 10 y el 30% de los mayores de 65 años presenta algún grado de disfagia, superando el 80% en mayores de 80 años. En pacientes frágiles e ingresados, la cifra también se incrementa de forma notable.

Además, la enfermedad puede conducir a aislamiento social, ya que el miedo a atragantarse y la necesidad de texturas modificadas dificultan la participación en comidas familiares y sociales. ?Muchos pacientes dejan de disfrutar de algo tan cotidiano como comer. Esto afecta a su bienestar emocional y a su integración social. El tratamiento no solo es clínico, también humano?, ha señalado la especialista. 

La gravedad de sus consecuencias hace necesario establecer medidas terapéuticas que permitan evitar sus complicaciones. El tratamiento puede ser compensatorio, rehabilitador o una combinación, de ambos, e incluye: adaptación de texturas y viscosidades (evitando alimentos con grumos, pegajosos, duros o con líquido en su interior), posturas seguras durante la ingesta, higiene oral estricta, espesantes y aguas gelificadas para garantizar la hidratación, menaje adaptado, supervisión del cuidador y ejercicios de deglución y rehabilitación muscular.

Además, cuando la alimentación por vía oral no es segura o existe desnutrición y/o sarcopenia, es necesaria una intervención nutricional especializada. ?La disfagia sarcopénica se debe a la sarcopenia, es decir, a la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular de los músculos de todo el cuerpo y de la deglución. Es un factor de riesgo importante para desarrollar desnutrición, ya que condiciona una ingesta oral reducida?, ha incidido Emilia Cancer.

El papel del endocrinólogo

El tratamiento de la disfagia requiere una intervención integral que combine evaluación clínica, adaptación de dieta, rehabilitación y soporte nutricional. Así lo asegura la Dra. Emilia Cancer, quien ha comentado que ?el abordaje de la disfagia está estrechamente ligado a la prevención de sus graves consecuencias, sin olvidar la importancia del acompañamiento y búsqueda de la mejora de la calidad de vida del paciente?. Para ello, resulta imprescindible una estrategia multidisciplinar que incluya la colaboración de endocrinólogos, otorrinolaringólogos, rehabilitadores, logopedas, geriatras, digestivos, neurólogos y oncólogos.

?El especialista en Endocrinología y Nutrición, con su visión holística del problema, aporta las soluciones más integradoras, multi e interdisciplinares, que permitirán mejorar la seguridad del paciente y su calidad de vida. De hecho, desde la SEEN nos estamos implicando en ello fuertemente, desarrollando diferentes herramientas de formación para cuidadores, pacientes y profesionales con el objetivo de apoyar la atención de los pacientes con disfagia, como el Aula Virtual SEEN?, ha indicado la especialista.

Así, el estudio RECALSEEN (Recursos y Calidad en Endocrinología y Nutrición) realizado por la sociedad, en el que se analiza la situación de los Servicios de Endocrinología y Nutrición a nivel nacional, destaca en su última encuesta la presencia y participación de los endocrinólogos en comisiones clínicas de disfagia hasta en el 40,5% de los centros hospitalarios y también la existencia de consultas monográficas de disfagia orofaríngea en el 38,8% de los servicios de endocrinología de los centros hospitalarios de España.

Por su parte, uno de los avances más importantes en los últimos años para el abordaje de la disfagia ha sido la creación de la ?International Dysphagia Diet Standardisation Initiative? (IDDSI por sus siglas en inglés), que ha permitido definir globalmente las texturas de alimentos y viscosidades de líquidos para mejorar la seguridad. También han surgido nuevas propuestas como la gastronomía molecular aplicada a la disfagia dentro de la restauración adaptada e innovaciones en rehabilitación neuromoduladora con resultados prometedores.

?El mayor reto ahora es la implementación real en hospitales, residencias y hogares, así como aumentar formación a cuidadores y profesionales. Se debe establecer un plan de atención nutricional individualizado, cribado temprano, disponer de algoritmos de actuación y llevar a cabo un abordaje multidisciplinar para frenar complicaciones graves?, ha concluido la doctora.

La Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) ha expresado su preocupación tras conocer que el Ministerio de Sanidad y la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) y el Sindicato Médico Andaluz (SMA) no han conseguido llegar a un acuerdo sobre el Estatuto Marco, a pesar de lo avanzado el lunes con el preacuerdo alcanzado con otros representantes profesionales como SATSE-FSES, FSS-CCOO, UGT, CSIF y CIG-Saúde.

La POP ha subrayado que cualquier escalada de la confrontación ?o nuevas jornadas de paro? vuelve a situar a los pacientes, especialmente a los crónicos y más frágiles, en el centro del impacto con citas aplazadas, pruebas retrasadas y cirugías reprogramadas, así como un incremento de la lista de espera y la pérdida de oportunidad de llegar a un diagnóstico a tiempo. 

?El conflicto está afectando directamente a la salud de la población. Los pacientes crónicos no pueden esperar?, ya advirtió la presidenta de la POP, Carina Escobar, durante las jornadas de huelga pasadas.

?Hoy insistimos: pedimos responsabilidad de todas las partes para llegar acuerdos, que vuelvan al diálogo de inmediato y sostengan la negociación sin ultimátum. Cada ruptura de la mesa se traduce en más incertidumbre, más demoras y más sufrimiento para quienes su vida depende de la cita con su médico, pues la huelga de médicos impacta en las listas de espera que ya sufrimos?.

?Necesitamos que nuestros médicos consigan mejorar sus condiciones laborales, pero llegados a este punto de ruido y de confrontación queremos trasparencia sobre si este nuevo Estatuto Marco mejora o no sus condiciones, que competencias son del EM y del Ministerio de Sanidad y cuáles de las CCAA?, ha recalcado Escobar.

Por ello, la POP ha reclamado medidas urgentes y coordinadas a las comunidades autónomas para proteger la continuidad asistencial de los pacientes con mayor fragilidad (seguimientos inaplazables, tratamientos no demorarles y procesos diagnósticos sensibles), además de información clara y homogénea a la ciudadanía sobre reprogramaciones y circuitos alternativos, y planes de recuperación de actividad que eviten que las demoras se cronifiquen.  

Tener más grasas ‘buenas’ que ‘malas’ en la sangre, procedentes de una alimentación saludable, se asocia con un menor riesgo de sufrir un ictus isquémico, el tipo de accidente cerebrovascular más frecuente. Es la principal conclusión de un estudio liderado por investigadores del Instituto de Investigación del Hospital del Mar y del Institut Català d?Oncologia-ICO l?Hospitalet, que ha desarrollado un nuevo índice capaz de medir, a partir de una simple analítica, la calidad global de las grasas que comemos.

La herramienta, cuyos resultados publica la revista European Stroke Journal, permite ir más allá de los cuestionarios dietéticos clásicos, basados en lo que cada persona recuerda y declara haber comido. En lugar de ello, analiza directamente la huella que la alimentación deja en la sangre: la concentración de distintos ácidos grasos.

?Durante muchos años hemos tenido que fiarnos de los datos que los participantes nos cuentan, que pueden estar sujetos a error. Ahora combinamos varios ácidos grasos para captar el conjunto de la dieta?, explica la investigadora Iolanda Lázaro, del Grupo de Investigación en Riesgo Cardiovascular y Nutrición del Hospital del Mar Research Institute y del CiberOBN, y una de las responsables del estudio.

Nueve tipos de grasas para ?fotografiar? la dieta

El índice se construye a partir de nueve tipos de grasas presentes en la sangre y relacionadas con la alimentación. Seis de ellas proceden de una dieta saludable, rica en frutos secos, aceites de semillas, pescado azul y determinados lácteos. Las otras tres se vinculan a patrones de consumo menos saludables, donde abundan los alimentos ultraprocesados, los azúcares y el alcohol, que aportan un exceso de energía y no ejercen efectos positivos sobre el organismo.

A partir de estos marcadores, el equipo ha diseñado un índice que resume, en una sola puntuación, si el perfil de grasas de la persona se parece más a una dieta cardiosaludable o a un patrón de alto riesgo. El siguiente paso fue comprobar si esa puntuación se relacionaba con la probabilidad de sufrir un ictus isquémico.

Para ello utilizaron datos de la cohorte EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition), centrada en estudiar cómo la alimentación influye en el desarrollo de enfermedades crónicas. De tres de sus sedes españolas ?Granada, Navarra y Murcia? seleccionaron a 438 personas que habían sufrido un ictus isquémico a lo largo del seguimiento y las compararon con otras 438 de características similares que no lo habían padecido.

Un 14% menos de riesgo

El resultado fue claro: quienes presentaban una puntuación más alta en el índice ?indicativa de una mayor presencia de grasas ?positivas? y menor de ?negativas?? tenían un 14% menos de riesgo de sufrir un ictus isquémico. Dicho de otro modo, no sólo importa la cantidad de grasa que se ingiere, sino, sobre todo, su calidad y el equilibrio entre distintos tipos de ácidos grasos.

Para comprobar que la herramienta también funciona en otras poblaciones, los investigadores la testaron en una segunda cohorte muy conocida en epidemiología cardiovascular: la Framingham Offspring Study, en Estados Unidos. Entre más de 2.800 participantes, identificaron 121 casos de ictus y analizaron sus perfiles de ácidos grasos. De nuevo, las personas con mejores puntuaciones en el índice presentaban menor riesgo de ictus, en este caso un 17% inferior.

?La conclusión es sencilla: a menos presencia en sangre de grasas negativas y más de positivas, procedentes de una dieta equilibrada, se reduce el riesgo de ictus isquémico?, resume Lázaro. Y añade: ?Con un análisis de sangre podemos determinar si realmente se come bien, al menos en lo que respecta a algunos aspectos de la dieta?.

Del laboratorio a la consulta

Uno de los atractivos de este índice es su potencial traslación a la práctica clínica. La determinación de estos ácidos grasos puede realizarse a partir de una simple gota de sangre, lo que abre la puerta a incorporarlo como complemento a otras analíticas en personas con alto riesgo vascular o con antecedentes de ictus.

Otro de los responsables del estudio, el investigador Aleix Sala Vila, también del Hospital del Mar Research Institute y del CiberOBN, apunta que podría convertirse en una herramienta útil para ?ver el estado en un momento determinado y qué cosas se pueden modificar para reducir el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular y, en concreto, un ictus isquémico?. Es decir, no se trataría sólo de medir, sino de usar esa información para acompañar cambios de estilo de vida: mejorar la calidad de las grasas de la dieta, ajustar otros factores de riesgo y monitorizar su impacto real en el organismo.

La soledad se está consolidando como un problema de salud pública que afecta a una parte muy amplia de la población y que puede deberse a múltiples factores. En este marco, los hábitos de uso de las redes sociales parecen desempeñar un papel importante en la percepción de soledad y en el estado emocional. De hecho, según el VIII Estudio de Salud y Vida de Aegon, un 46,6% % de las personas confirma que la soledad derivada de estas, ha afectado a su salud mental. Preguntados sobre la frecuencia que se han sentido solos, en una escala del 1 al 10, un 32,2% confirma que con menor frecuencia (de 1 a 2), un 16,1% (de 3 a 4), un 18,6% (de 5 a 6), un 21,1% (de 7 a 8) y, por último, un 12% (de 9 a 10).

Cuando se pregunta por el impacto de las redes sociales en la salud emocional, aunque la opinión mayoritaria es que no influyen (44,1%), quienes piensan que su impacto es negativo (40,8%) supera a quienes lo detectan como positivo (15,1%). En cuanto a los problemas que estas plataformas ocasionan más frecuentemente son dependencia (11,1%), que sube con fuerza frente a 2024 y 2023 aunque sin llegar al récord de 2022 (12%); trastornos del sueño (11%) y problemas de autoestima (10,7%).

Redes sociales y salud emocional: diferencias generacionales

Analizando la influencia de las redes sociales en la salud emocional de los distintos grupos de edad, los perfiles evaluados muestran percepciones mayoritariamente negativas o neutras sobre su impacto, destacando las personas de entre 56 y 65 años como las más críticas, con un 49% declarando efectos negativos o muy negativos. En contraste, los jóvenes tienden a percibir un impacto más positivo sobre la capacidad de las redes para influir positivamente en la salud mental (un 7,8% en edades comprendidas entre 18-25 años).

Esta visión más positiva, sin embargo, contrasta con que también son los jóvenes los que declaran más problemas derivados del uso de redes sociales, destacando los problemas de autoestima en la franja de los 18 a los 25 años en un 27%, trastornos del sueño (22,1%) o dependencia (20,5%). Los colectivos de mayor edad, por el contrario, declaran problemas con las redes sociales en proporciones más bajas, en todos los casos por debajo del 6%. Unas diferencias generacionales que parecen muy ligadas al hábito de uso, mucho más extendido entre los más jóvenes.

Las glomerulonefritis crónicas (GNC) son un grupo de enfermedades poco conocidas que constituyen una de las principales causas de enfermedad renal crónica en España (ERC), solo por detrás de la diabetes mellitus y la hipertensión arterial. Con el objetivo de mejorar el conocimiento de estas patologías y visibilizar su impacto en la población, la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha contra las Enfermedades del Riñón (ALCER) y Novartis, con el aval científico de la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.), han presentado el primer Atlas de las Glomerulonefritis Crónicas en España.

El documento recoge por primera vez la perspectiva del paciente y el cuidador para reflejar la situación actual de estas patologías y plantea recomendaciones para impulsar un cambio de modelo que mejore el abordaje integral de las GNC incorporando una atención más precoz, personalizada y centrada en las necesidades de los pacientes.

El Atlas de las GNC se ha elaborado a partir de una encuesta realizada a 370 pacientes, 96 profesionales sanitarios de 52 hospitales españoles y ha sido coordinado por un comité científico integrado por dos nefrólogos clínicos, un nefrólogo pediátrico y un representante de ALCER. También ha contado con la colaboración de un amplio grupo multidisciplinar de especialistas, familiares, cuidadores y organizaciones de pacientes.

Durante la presentación del Atlas de las GNC, Daniel Gallego, presidente de ALCER, ha destacado que ?la participación tanto de pacientes como de cuidadores ha sido clave para construir un documento que refleja su realidad cotidiana y no solo la evolución clínica de la enfermedad. El trabajo refleja la necesidad de apoyo emocional continuado, acompañamiento en la transición entre etapas de la enfermedad y una atención coordinada entre todos los niveles asistenciales. También promueve la creación de redes de apoyo, especialmente en el caso de pacientes jóvenes?.

Patologías infravaloradas

Las GNC son un conjunto de patologías que afectan a la estructura y función del glomérulo renal, la parte de los riñones que ayuda a filtrar los desechos y líquidos de la sangre. Las glomerulonefritis primarias pueden progresar hacia una ERC terminal en un plazo de 10 a 15 años, situándolas como condiciones complejas y con significativo impacto en la vida de los pacientes . Entre las formas más severas se encuentra la Glomerulopatía C3 (GC3), por presentar uno de los pronósticos más desfavorables, con una supervivencia renal a 10 años, desde el diagnóstico, del 40-60%.

Hoy en día, las GNCs, siguen siendo patologías infravaloradas, con una prevalencia estimada de 6,3 casos por millón de habitantes en España y una sintomatología que a veces pasa inadvertida. Una situación que conlleva retrasos en el diagnóstico y en el inicio del tratamiento, lo que agrava la progresión de la enfermedad, llevando a la necesidad de un tratamiento renal sustitutivo (diálisis y/o trasplante renal).

Intervención temprana

Por su parte, el doctor Manuel Praga Terente, nefrólogo y profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid, ha añadido que ?el impacto real de las GNC sigue estando infraestimado, a pesar de que representan una de las principales causas de progresión hacia ERC avanzada en nuestro país. Son patologías diversas, con evoluciones clínicas muy distintas y, en muchos casos, de progresión silenciosa, lo que dificulta su diagnóstico precoz y el seguimiento adecuado. Es especialmente relevante en formas como la GC3, que suele debutar a edades tempranas y presenta un pronóstico desfavorable si no se interviene a tiempo.

Concretamente, en el ámbito terapéutico, el documento subraya la importancia de avanzar hacia una toma de decisiones compartidas, que permita al paciente participar activamente en su plan de tratamiento. Los pacientes priorizan tratamientos que frenen la progresión, preserven la función renal y alivien los síntomas, con amplia preferencia por la vía oral (>80%).

Impacto de las GNC en la vida de los pacientes

El Atlas de las GNC ha explorado el impacto de estas enfermedades desde el aspecto social y sanitario a través de la perspectiva de los pacientes adultos y los cuidadores de los pacientes adolescentes con GNC. Uno de los principales hallazgos es el elevado retraso diagnóstico: cerca del 58% de los pacientes considera que su diagnóstico llegó tarde, debido a su sintomatología silenciosa, haber consultado con múltiples profesionales sanitarios y demoras en la realización de las pruebas. En concreto, los pacientes visitaron una media de 3,26 profesionales sanitarios distintos antes de obtener el diagnóstico.

Según recoge el estudio, los pacientes con GNC realizaron al año una media de 5,4 visitas al nefrólogo y 2,4 a enfermería, y un 33% requirieron hospitalización con estancias medias de 9,32 días. Una situación que también afectó notablemente a su vida profesional, ya que un 37% vinculó su baja o incapacidad a la enfermedad y un más de un 56% declaró que las GNC perjudican su desempeño laboral. El impacto también alcanzó a los cuidadores de los pacientes adolescentes, observándose que el 50% tuvo que ausentarse del trabajo una media de 6,27 días en el último año. 

Además, en el caso de adolescentes y jóvenes, el impacto emocional de las GNC se intensifica más. Como ha detallado el doctor Álvaro Madrid Aris, jefe del Servicio de Nefrología Pediátrica Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, ?la fatiga, los tratamientos y las hospitalizaciones rompen la continuidad académica en nuestros adolescentes y adultos jóvenes, a lo que se suma la baja autoestima y falta de motivación que afectan de forma significativa su salud mental. Los adolescentes son un grupo de pacientes invisibles y olvidados. El Atlas de GNC muestra que sus necesidades son muy diversas y que el sistema educativo debe ofrecer una respuesta flexible, con una coordinación real entre profesionales sanitarios y centros escolares, para que los estudiantes no pierdan el vínculo con su entorno ni con su aprendizaje?. Por otro lado, el impacto psicoemocional es otro de los aspectos más relevantes que recoge el Atlas de GNC ya que cerca del 72% de los pacientes reconoció haber experimentado afectación emocional por la enfermedad: el 62,5% manifestó presentar un impacto en su autoestima, -principalmente preocupación en torno a la pérdida de calidad de vida o la necesidad de tratamiento renal sustitutivo-, y un 35,5% sintió necesidad de apoyo psicológico, pero no pudo acceder a este servicio.

Los hallazgos destacan la necesidad urgente de soluciones innovadoras orientadas a reducir la carga de la enfermedad. El doctor Fernando Caravaca-Fontán, nefrólogo clínico del Hospital 12 de Octubre de Madrid, ha destacado que ?los hallazgos del Atlas de GNC reflejan una carga física y emocional que no siempre se tiene en cuenta en la práctica clínica. Estas patologías afectan al bienestar emocional, al rendimiento laboral o académico y a la vida social y familiar, y todo ello repercute en la adherencia y en la evolución de la enfermedad. Por eso, resulta urgente impulsar iniciativas y terapias innovadoras que permitan frenar su progresión y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Solo integrando su experiencia y sus prioridades podremos lograr un abordaje más completo y con mejores resultados a largo plazo?.

Prioridades para transformar la atención

Entre las propuestas de mejora que plantea el Atlas de GNC destacan la necesidad de reforzar la coordinación entre Atención Primaria y Nefrología, garantizar un acceso equitativo a especialistas en todo el territorio y fortalecer la formación de los profesionales de Urgencias y Atención Primaria. Asimismo, se propone adaptar los entornos laborales y educativos a las necesidades específicas de estos pacientes, asegurar la disponibilidad de apoyo emocional especializado e impulsar un abordaje biopsicosocial integral que contemple la complejidad real de la enfermedad y su impacto en todas las dimensiones de la vida.

Como ha añadido Esther Espinosa, directora del área de Pacientes y Comunicación de Novartis España, ?en Novartis queremos ser agentes de cambio en la sociedad y contribuir a transformar el cuidado de las enfermedades que impactan en la vida de las personas. Estamos acelerando la llegada de innovación para el tratamiento de este grupo de patologías graves y desconocidas, como las GC3, que afectan principalmente a personas jóvenes y en las que existe una necesidad de nuevas opciones terapéuticas. Al mismo tiempo, estamos colaborando con todos los actores del ecosistema sanitario para contribuir a un futuro en el que vivir con una enfermedad renal no implique renunciar al bienestar y a la calidad de vida?.

Más de la mitad de las mujeres posmenopáusicas presenta síntomas vulvares como sequedad, picor, irritación o dolor en las relaciones sexuales, pero muchos de ellos nunca llegan a mencionarse en la consulta ginecológica. Son manifestaciones de la atrofia vulvovaginal, una condición muy frecuente pero infradiagnosticada, que sigue quedando en un segundo plano incluso cuando los cambios hormonales asociados a la menopausia ya forman parte de la conversación sanitaria.

Con la llegada de la perimenopausia, estas molestias pueden comenzar de forma gradual y normalizarse como si fueran ?cosas de la edad?. A ello se suma que, en muchas visitas médicas, la vulva se diluye bajo el término genérico ?vulvovaginal?, lo que dificulta identificar problemas concretos que afectan a la piel y a las estructuras externas y que requieren una exploración y un abordaje específicos. La combinación de falta de precisión en el lenguaje clínico y silencio por parte de las pacientes retrasa el diagnóstico y, con él, la posibilidad de aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.

Con esta realidad de fondo nace Te Toca, una campaña de concienciación impulsada por la compañía Shionogi que quiere devolver a la vulva el espacio que merece dentro del autocuidado femenino. El objetivo es animar a las mujeres a observar su vulva de forma periódica, facilitar que puedan hablar de ella sin tabúes en la consulta y ofrecer a los profesionales un marco claro para abrir estas conversaciones y abordar la sintomatología vulvar con rigor.

La iniciativa parte de una idea sencilla: si las mujeres conocen mejor su propia anatomía y aprenden a identificar cambios, les resulta más fácil explicar qué les ocurre, cuándo empezó y cómo ha evolucionado. Dejan de llegar a la consulta con frases vagas como ?me molesta ahí abajo? y pueden aportar información concreta sobre coloración, textura, aparición de bultos, úlceras o áreas de dolor. Esto permite al profesional afinar el diagnóstico y proponer antes las opciones disponibles.

Autoexploración vulvar trimestral

La campaña se apoya en las recomendaciones de la Sociedad Internacional para el Estudio de las Enfermedades Vulvovaginales (ISSVD), que aconseja realizar una autoexploración vulvar cada tres meses o siempre que aparezcan síntomas. No se trata de una técnica complicada ni invasiva: basta con disponer de un espacio íntimo, un espejo y algo de tiempo para observar con calma la zona.

En esa autoexploración se invita a fijarse en cambios de color, zonas más enrojecidas o blanquecinas, variaciones en la textura de la piel, sequedad marcada, pequeñas heridas, fisuras, bultos o áreas especialmente sensibles o dolorosas al roce. El objetivo no es que cada mujer haga un diagnóstico, sino que pueda detectar variaciones respecto a cómo estaba su vulva habitualmente y, ante la duda, consultarlo con su profesional de referencia.

Te Toca quiere normalizar este gesto del mismo modo que, desde hace años, se ha promovido la autoexploración mamaria. Que mirar la vulva deje de ser algo excepcional y se convierta en una rutina de salud más, integrada en el cuidado general del cuerpo.

Cambiar también la conversación en la consulta

La campaña no interpela sólo a las mujeres, sino también a ginecólogos, médicas de familia y otros profesionales. El propio manifiesto de Te Toca lo resume así: ?Cuando tú lo nombras, ellas se atreven. Cuando tú lo explicas, ellas lo entienden. Cuando tú lo recomiendas, se convierte en un hábito?.

Nombrar la vulva con naturalidad y preguntar de forma específica por síntomas como picor, escozor, dolor en la penetración o cambios en la piel ayuda a romper el pudor y a que las pacientes se sientan legitimadas para contar lo que les pasa. Al mismo tiempo, disponer de materiales didácticos y de una guía clara sobre cómo explicar la autoexploración facilita incorporar estos temas en consultas que suelen estar muy ajustadas de tiempo.

Para el sistema sanitario, iniciativas como Te Toca representan una oportunidad de mejorar el diagnóstico precoz de la atrofia vulvar y de otras patologías de la zona, actuando sobre una necesidad clínica que hasta ahora ha pasado demasiado desapercibida: la salud de la vulva como parte irrenunciable de la salud sexual y del bienestar de las mujeres a lo largo de toda su vida.

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