Una nueva prueba rápida de hepatitis C (VHC), desarrollada por un equipo de la Universidad Northwestern (Estados Unidos), promete transformar la forma de diagnosticar el virus y de iniciar el tratamiento. Se trata del procedimiento más rápido diseñado hasta la fecha para detectar la enfermedad: ofrece un resultado en unos 15 minutos, lo que supone recortar hasta un 75% el tiempo respecto a otras pruebas rápidas ya disponibles.
Este salto no es sólo una mejora técnica. Los autores del trabajo, publicado en The Journal of Infectious Diseases, subrayan que disponer del resultado durante la propia consulta abre la puerta a diagnosticar y pautar el tratamiento en el mismo día, algo clave para no perder a pacientes en el camino entre la prueba inicial y la confirmación diagnóstica. En la práctica, podría evitar complicaciones graves ?cirrosis, cáncer de hígado? e incluso muertes que hoy siguen produciéndose por diagnósticos tardíos o circuitos demasiado largos.
La responsable del proyecto, Sally McFall, codirectora del Centro de Innovación en Tecnologías de Salud Global (CIGHT), recuerda que la idea ha sido diseñar una herramienta que pueda usarse directamente en el punto de atención, sin necesidad de laboratorios centralizados. Esto la hace especialmente útil en entornos con menos recursos, en dispositivos móviles de cribado o en servicios que atienden a poblaciones vulnerables.
Un problema global
Aunque la hepatitis C dispone hoy de tratamientos orales muy eficaces ?capaces de curar la infección en ciclos de entre 8 y 12 semanas?, las tasas de acceso a terapia siguen siendo bajas. En el mundo se calcula que alrededor de 50 millones de personas viven con infección crónica por VHC y que cada año se producen unas 242.000 muertes, sobre todo por cirrosis y cáncer hepático derivados de una infección no tratada.
Uno de los grandes cuellos de botella está precisamente en el diagnóstico. El proceso estándar se realiza en dos pasos: primero se hace una prueba de anticuerpos para saber si la persona ha estado en contacto con el virus; si es positiva, se solicita una segunda prueba, basada en PCR, para confirmar si hay infección activa midiendo el ARN viral. En muchos sistemas sanitarios, esta segunda muestra debe enviarse a un laboratorio de referencia y puede tardar días o semanas en resolverse. Cuando finalmente llega el resultado, el paciente tiene que volver a consulta para conocerlo y decidir los siguientes pasos.
En ese intervalo se pierden muchas oportunidades: hay personas que no regresan a la cita, que cambian de domicilio o de centro, o que simplemente abandonan el proceso ante la dificultad de encadenar varias visitas. Esa desconexión entre prueba y tratamiento es una de las razones por las que, a pesar de disponer de fármacos curativos, la hepatitis C sigue siendo una causa importante de enfermedad y muerte.
De dos visitas a una: el valor de tratar el mismo día
La nueva prueba de 15 minutos se plantea como una herramienta para reducir al mínimo estos tiempos muertos. Al poder realizarse en el propio punto de atención, el profesional sanitario puede comunicar el resultado en la misma visita y, si se confirma la infección activa, iniciar el circuito de prescripción del tratamiento sin demoras.
Según explica el equipo de Northwestern, la prueba ha mostrado un rendimiento analítico y clínico muy elevado en los estudios realizados, lo que la convierte en una candidata sólida para integrarse en estrategias de cribado y diagnóstico rápido. Sus desarrolladores confían en que pueda apoyar el objetivo de la Organización Mundial de la Salud de eliminar la hepatitis C como problema de salud pública para 2030.
La coautora del estudio, Claudia Hawkins, directora de un centro especializado en enfermedades infecciosas emergentes, insiste en que esta simplificación de las vías diagnósticas ?podría revolucionar la atención al VHC a nivel mundial?, al facilitar que más personas lleguen al tratamiento y se curen antes de sufrir daño hepático irreversible.
Qué cambiaría
Para las personas con mayor riesgo de hepatitis C ?como quienes han recibido transfusiones antiguas, personas que usan o han usado drogas inyectadas, algunos colectivos migrantes o quienes han estado en prisión?, una prueba que ofrece el resultado en un cuarto de hora supone una barrera menos. En una sola visita puede hacerse el test, recibir el diagnóstico y salir con un plan de tratamiento ya encarrilado.
Para los sistemas sanitarios, esta tecnología puede significar menos pérdidas de seguimiento, menos citas pendientes y más eficiencia, al concentrar en un solo acto lo que antes requería varias visitas y trámites. La posibilidad de utilizarla en dispositivos móviles facilita, además, llevar el diagnóstico a lugares donde la población acude poco a los centros sanitarios.