El sistema sanitario está a las puertas de una transformación profunda impulsada por la innovación biomédica. Así lo asegura Javier García Alegría, especialista en medicina interna y expresidente de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME), quien augura una verdadera “cascada” de nuevas terapias que cambiarán la forma de diagnosticar, tratar y gestionar muchas enfermedades.

García Alegría compartió su visión sobre el futuro de la medicina en el marco de la XII Jornada Somos Pacientes, organizada por Farmaindustria y Somos Pacientes. En ella reflexionó sobre los avances que se avecinan y su potencial impacto en la vida de los pacientes, destacando el papel clave que tendrán tecnologías como la inteligencia artificial, las terapias génicas, o los tratamientos basados en ARN mensajero.

Menos efectos adversos

Para García Alegría, una de las claves del cambio será la aplicación de la inteligencia artificial en el diseño de fármacos. Gracias a estas herramientas, explica, “somos capaces de identificar nuevas dianas terapéuticas y construir y diseñar mucho mejor los medicamentos”. Esta mejora en el diseño no sólo permite desarrollar fármacos más eficaces, sino también reducir sus efectos adversos, lo que se traduce en tratamientos más seguros y personalizados para los pacientes.

Este enfoque marca un punto de inflexión frente a los modelos tradicionales de investigación. Ya no se trata únicamente de buscar compuestos eficaces, sino de comprender con precisión qué mecanismos celulares pueden modificarse para tratar una enfermedad y cómo hacerlo de forma selectiva.

García Alegría menciona también los avances en edición genética, a través de las llamadas “tijeras genéticas” (como CRISPR), y en terapias celulares avanzadas, entre las que destaca las CAR-T, que ya han demostrado su eficacia en ciertos tipos de cáncer hematológico. Estas terapias permiten modificar células del propio paciente para que actúen como agentes terapéuticos altamente específicos.

Tecnologías emergentes

A ello se suman otras tecnologías emergentes como el uso de nanopartículas o las uniones de fármaco-anticuerpo, que permiten llevar el principio activo directamente a las células afectadas, incrementando así la eficacia del tratamiento y minimizando los daños colaterales sobre tejidos sanos.

El hilo conductor de todas estas innovaciones, asegura el internista, es la búsqueda de una medicina más precisa, individualizada y con mejores resultados clínicos. En sus palabras, el objetivo es claro: “ir directamente a las células afectadas”, mejorando así el efecto terapéutico y reduciendo la toxicidad para los pacientes. Este enfoque resulta especialmente relevante en enfermedades crónicas complejas, tumores resistentes o condiciones con escasas opciones terapéuticas, donde la innovación biomédica puede marcar una diferencia real en la calidad y esperanza de vida del paciente.