Cada 14 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Dermatitis Atópica, una fecha para dar visibilidad a una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que sigue estando infravalorada, a pesar del profundo impacto que tiene en la vida de quienes la padecen. Este año, la Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica (AADA) lanza la campaña Cuidar es también estar cerca, con el objetivo de reivindicar la importancia de la empatía y la escucha activa como parte esencial del tratamiento.

La iniciativa, que se difundirá durante todo el mes de septiembre, incluye una serie de vídeos protagonizados por pacientes reales, quienes relatan cómo la dermatitis atópica grave condiciona su día a día. En cada historia, sus dermatólogos intervienen con mensajes de apoyo, demostrando que la relación médico-paciente puede convertirse en un factor terapéutico por sí mismo.

“En un momento en el que la tecnología y la inteligencia artificial ocupan buena parte del discurso sanitario, queríamos recordar que el cuidado humano sigue siendo insustituible. Escuchar, acompañar y estar presentes también es tratar”, subraya Jaime Llaneza, presidente de AADA.

Más allá de la piel

La dermatitis atópica es la enfermedad inflamatoria de la piel más frecuente. Se estima que afecta a uno de cada cinco niños y entre el 3% y el 7% de los adultos. En su forma grave, la patología va mucho más allá del picor y las lesiones visibles: afecta al descanso, la concentración, las relaciones sociales e incluso a la salud mental.

Según datos recopilados por AADA, más del 89% de los pacientes tienen alteraciones del sueño, alrededor del 30% sufre síntomas de ansiedad o depresión, y un 66% reconoce problemas de autoestima. Casi la mitad ha buscado apoyo psicológico por iniciativa propia.

“La dermatitis atópica no es una simple erupción. Es una enfermedad compleja y crónica que puede generar mucho sufrimiento. El diagnóstico precoz y un abordaje integral son fundamentales para preservar la calidad de vida de los pacientes”, afirma Vicente Expósito, dermatólogo del Hospital Universitario Parc Taulí (Barcelona).

La experiencia de los pacientes

En el corazón de la campaña de AADA está el testimonio de personas como Marta Gutiérrez, de 31 años, que convive con dermatitis atópica grave desde hace más de dos décadas. “Hay días en los que la piel duele tanto que no puedes dormir ni concentrarte en el trabajo. Pero lo más duro es la sensación de estar sola. Para mí fue un antes y un después sentirme escuchada por mi dermatóloga”, relata.

Este tipo de vivencias reflejan una realidad muchas veces silenciada. La visibilidad de la enfermedad —las lesiones, el enrojecimiento, el rascado constante— conlleva, en muchos casos, aislamiento social, incomprensión y estigmatización. En este sentido, AADA recuerda que el entorno también forma parte del tratamiento: familia, escuela y lugar de trabajo deben implicarse para que las personas afectadas puedan llevar una vida plena.

Avances y retos pendientes

Aunque en los últimos años se han desarrollado nuevas terapias biológicas que han supuesto un gran avance en los casos más severos, los especialistas insisten en que el tratamiento debe ser individualizado y complementarse con cuidados cotidianos: higiene suave, hidratación constante, control del ambiente y, sobre todo, apoyo emocional.

Además, muchos pacientes se ven limitados por las barreras de acceso a estos tratamientos innovadores o carecen del seguimiento integral que requiere una enfermedad crónica. Por eso, desde AADA se reclama una mejora de la formación de profesionales sanitarios, fortalecer el acceso a recursos psicosociales y reconocer el papel activo de los pacientes en su propio cuidado.

“Queremos romper mitos, informar y sensibilizar. Pero, sobre todo, queremos recordar que tratar la dermatitis atópica también implica estar cerca. Escuchar, comprender y acompañar”, concluye Jaime Llaneza.