La Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS) ha presentado en Madrid el documental Memoria del silencio, dirigido por Juan Carlos Calvo. La proyección reunió a representantes institucionales, profesionales, familias y personas sordas en un acto que quiso ir más allá de la sensibilización y mostrar, con rostros y voces concretas, qué significa crecer y vivir con sordera cuando se cuenta con apoyos adecuados.

La pieza recoge los testimonios de cuatro jóvenes –Ana, Clara, David y Jesús– que repasan su trayectoria desde la infancia hasta la vida adulta. Hablan de escuela, amistades, estudios, trabajo y familia, pero también de diagnósticos, prótesis auditivas, logopedia, barreras de comunicación y recursos que llegaron a tiempo. El resultado es un relato coral que rompe de lleno el estereotipo de la sordera asociada a una vida limitada o triste: los protagonistas describen una infancia feliz, segura y llena de confianza en sus propias capacidades.

En la presentación, la presidenta de FIAPAS, M.ª Carmen Sacacia, subrayó que escuchar a los protagonistas recordar una infancia “feliz, segura y llena de confianza” confirma algo que las familias llevan décadas defendiendo: cuando se actúa desde el principio y no se deja sola a la familia, los niños con sordera pueden desarrollarse en igualdad de condiciones y desplegar todo su potencial.

Apoyo temprano

El documental muestra cómo el diagnóstico temprano, el acceso a prótesis auditivas adecuadas, la intervención logopédica especializada y una escolarización inclusiva marcan la diferencia. No se trata sólo de “adaptarse a la sordera”, sino de construir entornos –en casa, en el aula, en el ocio– donde la comunicación sea posible y las expectativas no se rebajen por prejuicios.

Sacacia destacó el valor de ver hoy a esos niños ya como adultos: autónomos, con trayectorias profesionales consolidadas y con sus propias familias. “Ese es el horizonte al que aspira cualquier familia: ver a sus hijos convertirse en personas independientes, seguras y realizadas”, recordó, señalando que la inversión sostenida en recursos “genera retorno social” y beneficia al conjunto de la comunidad.

Diagnóstico, accesibilidad y educación inclusiva

Tras la proyección, el coloquio permitió profundizar en los grandes temas que atraviesan las historias del documental. Se habló de la importancia de un diagnóstico temprano que permita activar cuanto antes los apoyos; del acceso real a audífonos e implantes, todavía condicionado por barreras económicas y por limitaciones como la edad máxima para la prestación de audífonos en el Sistema Nacional de Salud; y del papel crucial de la logopedia en el desarrollo del lenguaje.

También se abordó la necesidad de una educación verdaderamente inclusiva, en la que el profesorado cuente con formación específica y los centros dispongan de recursos de accesibilidad auditiva, a la información y a la comunicación. La accesibilidad, recordaron, no siempre es visible: muchas barreras son “invisibles” para quien oye bien, pero condicionan la participación de las personas sordas en clase, en el trabajo o en la vida social.

El director del documental, Juan Carlos Calvo, explicó que su objetivo ha sido “visibilizar la sordera” y ayudar a entender cómo interactuar con las personas con discapacidad auditiva, pero también “conocer su historia”, la de familias que han tenido que abrir caminos donde apenas había referencias.

Derechos y lucha contra la discriminación

La presentación contó con la participación de responsables institucionales y del movimiento asociativo que quisieron subrayar el papel de las familias en el éxito vital de las personas sordas. Desde el ámbito educativo se remarcó que la diversidad debe entenderse como una riqueza en las aulas, y se reconoció la labor “crítica” de las organizaciones como motor para que las administraciones actúen.

En el debate se recordó que la tecnología –audífonos, implantes, ayudas técnicas– es una gran aliada, pero solo si va acompañada de políticas de accesibilidad, de entornos digitales seguros para la infancia y la adolescencia y de una atención temprana concebida como derecho. En este sentido, se reivindicó una vez más avanzar en medidas concretas contra la discriminación, entre ellas eliminar límites de edad que restringen el acceso a prestaciones clave como los audífonos.

Otro mensaje reiterado fue la necesidad de hacer visible esa “accesibilidad invisible” que reclaman las personas sordas: subtitulado, sistemas de bucle magnético, productos de apoyo en espacios públicos, información accesible y entornos que no den por sentado que todo el mundo oye.