Para Pilar Rodríguez Ledo, presidenta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), hablar de innovación biomédica implica ir más allá del desarrollo de nuevos tratamientos o tecnologías. En su opinión, la verdadera transformación pasa también por repensar las relaciones entre quienes participan en el proceso de investigación y quienes, al final, son los principales afectados por sus resultados: los pacientes. «Las asociaciones son un agente necesario en la innovación biomédica», comenta en esta entrevista.
Así lo explicó también durante la XII Jornada Somos Pacientes. Rodríguez Ledo participó en una mesa de debate que reunió a profesionales sanitarios, representantes de la industria farmacéutica, responsables institucionales y asociaciones de pacientes. Allí defendió que la implicación activa de estos últimos no debe limitarse a fases concretas de los ensayos clínicos, como el reclutamiento, sino que debe formar parte del proceso desde su origen. ?No se trata sólo de contar con ellos cuando ya todo está diseñado, sino de incorporar su visión en cada etapa, desde el planteamiento ético hasta la evaluación de los resultados?, asegura en esta entrevista.
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Cambio de enfoque
Lejos de entender la participación de los pacientes como un recurso puntual, la presidenta de la SEMG la considera un elemento estructural. En su opinión, las asociaciones son un puente natural entre la ciudadanía y los diferentes agentes del sistema sanitario, y pueden facilitar no sólo el acceso a la información, sino también el compromiso sostenido durante los ensayos. ?El acompañamiento es clave para traducir ese compromiso en adherencia?, apunta.
Esa participación, además, transforma la manera en que se define el éxito de una investigación. Si bien los biomarcadores y los datos clínicos siguen siendo fundamentales, nuestra entrevistada insiste en que hay que dar el mismo peso a otros aspectos igual de relevantes para los pacientes: la funcionalidad, la calidad de vida y la capacidad para mantener su autonomía. ?Respetar lo que al paciente realmente le importa es lo que da sentido al proceso investigador?, afirma.
Atención primaria como aliada
Rodríguez Ledo subraya que todo este cambio de enfoque debe apoyarse en un escenario realista y cercano, como el que ofrece la atención primaria. Para ella, este primer nivel asistencial es un espacio privilegiado para construir relaciones de confianza entre profesionales y pacientes, y por tanto, el mejor punto de partida para impulsar ensayos más inclusivos, representativos y sostenibles.
Desde esa perspectiva, alerta del riesgo de seguir centrando los estudios en un ?paciente tipo? que no refleja la diversidad de quienes acuden a las consultas. ?Necesitamos resultados en pacientes reales, no sólo en perfiles ideales?, insistió. En su opinión, esta visión permite generar evidencia aplicable, que responda de verdad a la realidad de los centros de salud y a las circunstancias concretas de cada comunidad.
Cultura investigadora compartida
La reflexión de Rodríguez Ledo forma parte de una corriente cada vez más extendida en el ámbito de la investigación clínica, que aboga por ensayos descentralizados, digitalizados y diseñados desde la escucha. Las iniciativas públicas y privadas avanzan en esa dirección, aunque los expertos coinciden en que todavía existen barreras regulatorias y culturales que deben superarse.
Las asociaciones, en este nuevo paradigma, se consolidan como interlocutores con legitimidad propia. Pueden participar en comités de ética, ayudar a definir criterios de inclusión más representativos, colaborar en la difusión de resultados y asegurar que las investigaciones tengan en cuenta las desigualdades territoriales o sociales.