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Síndrome de Piernas Inquietas: El demonio que me despierta cuando duermo

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Cuando por vez primera es mencionado el nombre de Síndrome de Piernas Inquietas, la primera reacción, sin duda, es una sonrisa. La primera asociación que se le suele atribuir es al habitual hábito nervioso que una persona sentada puede manifestar levantando y bajando rítmicamente su talón y su rodilla, pivotando dicho movimiento sobre los dedos del pie.

También suele asociarse a aquellos casos en que los nervios o una situación de estrés extremo le impiden al sujeto estar sentado o tumbado durante mucho tiempo, y opta por andar de un sitio para otro para intentar calmarse. A veces, también puede asociarse a aquellas personas que andan a torpes pasitos muy cortos y rápidos, en los que el cuerpo no se halla completamente erguido, desafiando las leyes de la física para mantener el equilibrio.

Este síndrome o enfermedad no es nuevo, ya que fue documentado por vez primera en 1685 por el ilustre doctor Thomas Willis, pionero en neuroanatomía. Este doctor hizo una breve mención sobre algunos de sus síntomas y sus efectos, sin una catalogación o investigación profunda. No fue hasta el año 1944 cuando el neurólogo noruego Karl Axel Ekbom catalogó
y realizó una profunda investigación y descripción sobre esta enfermedad, a la que denominó como el síndrome de Ekbom, y que por sus características se conoce comúnmente como Síndrome de Piernas Inquietas, o SPI.

Esta enfermedad ha sido -y sigue siendo- una gran desconocida, a pesar de que podría padecerla en la actualidad hasta el 10% de la población (una de cada nueve personas). Sus síntomas suelen confundirse con los de otras enfermedades, por lo que los diagnósticos suelen ser erráticos y traer de cabeza tanto a médicos como a pacientes. Como indica Jorge, uno de los participantes de esta obra: (El SPI) Es una enfermedad desconocida e incomprendida. La gente no te toma en serio; no te entiende, ya que la explicación de lo que te pasa es difícil de concretar y, para colmo, el nombre que se le ha puesto a nuestra enfermedad -Síndrome de las Piernas Inquietas-, a la gente le resulta jocoso. Hasta hace relativamente poco, la mayor parte de los médicos desconocía su existencia. Incluso hubo un médico -un buen amigo mío-, que cuando me preguntó qué tenía y le dije que el SPI, se empezó a reír, preguntando “¿qué es eso, el baile del Sambito?”.

Tengo esperanzas en que esta obra ayude a entender una enfermedad aún ignorada, y que sin embargo deteriora por completo la calidad de vida de quien la padece. La información es el primer paso para entender y combatir su fatal legado. El resto dependerá del interés y de las investigaciones de nuestros médicos.

Rafael Hernampérez Martín