Un equipo formado por profesionales de Keck Medicine de la Universidad del Sur de California (USC) y UCLA Health acaba de lograr un hito que, hasta ahora, se consideraba inalcanzable: realizar el primer trasplante de vejiga en humanos. El beneficiario de esta innovadora intervención es un paciente que llevaba siete años en tratamiento de diálisis tras perder sus riñones y la mayor parte de su vejiga debido a intervenciones quirúrgicas previas por cáncer. “Por primera vez en siete años, el paciente ha vuelto a producir orina”, celebró el doctor Nassiri, director del Programa de Trasplante de Aloinjerto de Vejiga Compuesta Vascularizada en UCLA.
Precisamente, el procedimiento ha estado liderado este último junto al doctor Inderbir Gill, director ejecutivo fundador de Urología en la USC. Y la cirugía ha sido calificada como un éxito rotundo por parte del equipo médico, que realizó un trasplante combinado de riñón y vejiga.
La intervención, que duró ocho horas, se desarrolló en el Centro Médico Ronald Reagan de la UCLA. El procedimiento comenzó con el trasplante renal, que funcionó de inmediato, seguido de la implantación de la nueva vejiga, que también respondió favorablemente. Según explicó el equipo, no fue necesario recurrir a la diálisis tras la operación y el drenaje urinario a través de la vejiga trasplantada se realizó sin complicaciones.
Una alternativa a las técnicas actuales con intestino
Hasta ahora, las soluciones quirúrgicas para pacientes con disfunción vesical grave o ausencia de vejiga han consistido en utilizar segmentos del intestino del propio paciente para crear una neovejiga o una vía alternativa de evacuación de la orina. Sin embargo, estas técnicas conllevan importantes riesgos a corto y largo plazo, como infecciones recurrentes, afectación de la función renal, problemas digestivos o alteraciones metabólicas.
En este sentido, el trasplante de vejiga representa una alternativa revolucionaria. “Podría ofrecer un reservorio urinario anatómica y funcionalmente más normal y reducir algunas de las complicaciones asociadas al uso del intestino”, explicó el doctor Gill. No obstante, también supone enfrentarse a nuevos retos médicos y éticos.
Uno de los principales desafíos del trasplante de vejiga es el riesgo de rechazo inmunológico, que obliga a administrar medicación inmunosupresora de forma prolongada. Esto puede aumentar el riesgo de infecciones y otras complicaciones. Por ello, los cirujanos han subrayado que este tipo de intervención está especialmente indicada en pacientes que ya requieren inmunosupresión por otros trasplantes, como es el caso de quienes precisan un trasplante renal simultáneo.
“El perfil ideal en esta fase inicial serían personas que ya tengan un trasplante de órgano o que, como en este caso, necesiten un trasplante combinado”, añadió Nassiri. Pese al éxito del primer procedimiento, los expertos reconocen que aún hay muchas incógnitas sobre la evolución a medio y largo plazo del injerto vesical: desde su durabilidad funcional hasta el manejo de la inmunosupresión necesaria para mantenerlo viable.
Un antes y un después para pacientes con disfunción urinaria grave
Aunque todavía se trata de un procedimiento en fase experimental y reservado a pacientes cuidadosamente seleccionados, este trasplante abre una nueva vía de esperanza para quienes sufren disfunciones urinarias severas, especialmente aquellas derivadas de cánceres urogenitales, malformaciones congénitas, enfermedades neuromusculares o efectos secundarios de tratamientos médicos agresivos.
Además, este hito podría marcar el inicio de nuevas líneas de investigación y ensayos clínicos centrados en el trasplante de órganos compuestos, es decir, aquellos que incluyen no solo estructuras funcionales sino también tejidos altamente vascularizados como la vejiga.
En palabras del doctor Gill, “este avance tiene el potencial de redefinir cómo tratamos a pacientes con vejigas que ya no funcionan y para los que las opciones actuales son insuficientes o extremadamente invasivas”. Con este trasplante, la medicina quirúrgica da un paso más hacia soluciones más fisiológicas, menos invasivas y con mayor impacto positivo en la calidad de vida de los pacientes.
El seguimiento a largo plazo del paciente y la evaluación clínica del funcionamiento de la vejiga trasplantada serán clave para establecer los próximos pasos de esta prometedora línea de tratamiento. Por ahora, este primer trasplante de vejiga en humanos se celebra como un logro histórico que podría cambiar el paradigma de la urología y la medicina del trasplante.