Un estilo de vida saludable que incluya dieta mediterránea, ejercicio físico, entrenamiento cognitivo y un compuesto natural presente en el té verde podría frenar el deterioro cognitivo y reducir el riesgo de demencia en personas con mayor predisposición genética a desarrollar Alzheimer. Esta es la principal conclusión del estudio PENSA, un ensayo clínico pionero publicado en The Journal of Prevention of Alzheimer’s Disease y desarrollado por el Instituto de Investigación del Hospital del Mar y el Barcelonaβeta Brain Research Center, de la Fundación Pasqual Maragall.
A través de este trabajo de investigación, se ha evaluado a 129 personas cognitivamente sanas, pero con alto riesgo de desarrollar Alzheimer por ser portadoras del gen APOE-ɛ4 y presentar deterioro cognitivo subjetivo, una condición que puede anticipar el deterioro cognitivo leve. Estas personas fueron divididas en tres grupos: uno recibió sólo recomendaciones saludables; otro, una intervención completa basada en dieta, actividad física y estimulación cognitiva más un placebo; y el tercero, la misma intervención combinada con epigalocatequina galato (EGCG), un flavonoide presente en el té verde.
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Después de 12 meses, los resultados fueron contundentes. El grupo que combinó la intervención con EGCG mejoró su cognición hasta 4,5 veces más que el grupo control, mientras que el grupo con placebo lo hizo hasta 3 veces más. Además, en ambos grupos se observó una reducción del riesgo de desarrollar demencia de entre un 23% y un 27%, según el índice LIBRA, que estima el riesgo a partir de múltiples factores de salud y estilo de vida.
Resultados prometedores
Uno de los hallazgos más relevantes es que los beneficios cognitivos se mantuvieron incluso tres meses después de finalizar la intervención. Las personas que tomaron EGCG mostraron mejoras superiores en memoria y fluidez verbal respecto a quienes no lo tomaron. Esta sustancia, segura y bien tolerada según los estándares sanitarios, ha demostrado propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y neuroprotectoras en estudios previos.
“Los resultados son muy esperanzadores, sobre todo teniendo en cuenta que los participantes no presentaban deterioro cognitivo detectable en pruebas estándar, pero sí una percepción subjetiva de pérdida de memoria o atención. Esto nos permite actuar antes de que aparezca una demencia clínica”, destaca Rafael de la Torre, coordinador del estudio PENSA.
Participación activa de pacientes
Un aspecto diferencial del estudio ha sido la participación activa de pacientes y familiares en el diseño de las actividades, a través del Foro de Pacientes del Hospital del Mar. Además, la intervención contó con el apoyo de entidades sociales y empresas como Caprabo, Fitbit, Fundació Claror o NeuronUp, que aportaron recursos para facilitar la dieta mediterránea, el seguimiento de la actividad física y la estimulación cognitiva.
Para reforzar la adherencia, los participantes acudieron a sesiones de nutrición, realizaron actividad física supervisada en gimnasio, accedieron a plataformas digitales de entrenamiento mental y usaron pulseras para monitorizar su sueño y movimiento. “Parte del éxito se debe al compromiso de los participantes con su salud, lo que redundó en una mejora de su calidad de vida”, subraya Natàlia Soldevila, investigadora del proyecto.
Prevención de precisión
Este estudio se enmarca en el modelo FINGER 2.0 de prevención primaria, que combina intervención sobre el estilo de vida con compuestos bioactivos. Los investigadores insisten en que estos resultados son una prueba de concepto prometedora, pero que será necesario validarlos en cohortes más amplias y diversas, con seguimientos más prolongados y exploración de los mecanismos biológicos implicados.
“El estudio PENSA representa un paso importante hacia una medicina personalizada en prevención del Alzheimer, dirigida a personas con alto riesgo antes de que desarrollen síntomas clínicos”, afirma Oriol Grau, del Barcelonaβeta Brain Research Center. Es importante recordar que ésta es una enfermedad que afecta actualmente a 800.000 personas en España y que podría triplicar su incidencia en los próximos 25 años si no se desarrollan estrategias efectivas de intervención temprana.
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