La reciente imposición de aranceles del 15% por parte de Estados Unidos a los medicamentos exportados desde la Unión Europea (UE) ha encendido las alarmas entre la industria farmacéutica, las autoridades sanitarias y entre los colectivos de pacientes. Este nuevo marco comercial, acordado inicialmente entre el Gobierno estadounidense y la Comisión Europea, afecta de lleno a sectores estratégicos como el farmacéutico, generando una seria amenaza para la cadena global de suministro de medicamentos, la investigación biomédica y el acceso de los pacientes a tratamientos innovadores.

Aunque la Declaración Conjunta entre ambos bloques califica el acuerdo como “justo y equilibrado”, los hechos apuntan a que no es así: la UE no ha establecido aranceles recíprocos, mientras que el nuevo régimen comercial estadounidense impone barreras a productos clave, entre ellos los medicamentos. Según una primera estimación, el coste para las compañías farmacéuticas europeas ascendería a 18.000 millones de euros, un golpe significativo para un sector que no puede trasladar estos costes a los precios finales.

Impacto directo en la investigación biomédica

Tanto la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia) como Farmaindustria han advertido de las graves consecuencias que esta medida podría tener para los pacientes. “Añadir barreras a las cadenas de suministro de medicamentos altamente complejas no es la vía para una mejor atención”, afirma Nathalie Moll, directora general de Efpia. La organización insiste en que estos aranceles comprometen la capacidad de las empresas para colaborar en el desarrollo de nuevos tratamientos, lo que se traducirá en un acceso más lento e inequitativo a las innovaciones médicas.

Por su parte, Juan Yermo, director general de Farmaindustria, ha subrayado que “cualquier pequeño porcentaje de arancel sobre medicamentos y sus insumos perjudicará la atención al paciente y al sector farmacéutico tanto en la UE como en EEUU”. En un momento clave para la revisión de la legislación farmacéutica europea y con la futura Ley de Biotecnología sobre la mesa, las entidades del sector ven en estas políticas una amenaza directa a la competitividad europea y a la seguridad sanitaria.

Exenciones y diálogo estratégico

La imposición de estos aranceles rompe un compromiso de tres décadas entre ambas potencias, basado en la exención de tarifas a medicamentos innovadores, precisamente para proteger a los pacientes y fomentar la cooperación científica. Este retroceso normativo ha llevado a que desde Efpia y Farmaindustria se reclame con urgencia un cambio de rumbo.

Ambas organizaciones solicitan a la Comisión Europea y a los Estados miembros la activación de un diálogo sectorial estratégico que permita blindar la inversión en investigación biomédica en Europa. También piden exenciones específicas para los medicamentos innovadores dentro del nuevo marco comercial, con el objetivo de evitar que los pacientes europeos y americanos vean comprometido su acceso a tratamientos que podrían mejorar o salvar vidas.

Desde el entorno de los pacientes, estas decisiones se observan con preocupación. Las asociaciones recuerdan que el acceso a la innovación es un derecho sanitario básico que debe garantizarse más allá de las tensiones comerciales. Sobre todo porque, además de ser un instrumento económico, los aranceles se traducen en tratamientos que tardan más en llegar e investigaciones que se detienen, poniendo en espera a muchas personas que los necesitan para vivir.