El consumo de carne roja, muy especialmente de la no procesada, se asocia a un mayor riesgo de desarrollo de diverticulitis, enfermedad caracterizada por la inflamación de las vejigas o ‘divertículos’ que se desarrollan en las paredes del tracto intestinal, sobre todo en el colon. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital General de Massachusetts en Boston (Estados Unidos) y publicado en la revista Gut.

En palabras del doctor Andrew Chan, director del estudio, “nuestros resultados pueden suponer un consejo dietético meramente práctico para las personas en riesgo de diverticulitis, una enfermedad común y asociada a un enorme impacto tanto clínico como económico”.

Mayor riesgo de diverticulitis

El objetivo del estudio fue evaluar la influencia de la ingesta de carne roja, aves de corral y pescado sobre el riesgo de desarrollo de diverticulitis. Y para ello, los autores evaluaron los historiales médicos de cerca de 46.661 varones con edades comprendidas entre los 40 y los 75 años que habían informado cada cuatro años sobre sus hábitos dietéticos con motivo de su participación en Estudio de Seguimiento de los Profesionales de la Salud entre los años 1986 y 2012 –período durante el cual se registraron 746 diagnósticos de diverticulitis.

Los resultados mostraron que las participantes con un mayor consumo de carne roja eran más proclives a tomar fármacos antiinflamatorios y analgésicos, a realizar menos ejercicio físico, a fumar más y a tomar menos fibra. Un aspecto a tener en cuenta dado que todas estas situaciones, así como la obesidad, están consideradas como factores de riesgo para el desarrollo de la enfermedad.

Sea como fuere, y con independencia de todos estos factores, el consumo de carne roja incrementa en hasta un 58% la probabilidad de aparición de diverticulitis. De hecho, cada porción diaria de carne roja aumenta en un 18% el riesgo de padecer la enfermedad, y la sustitución de una porción diaria de carne roja no procesada por pescado o pollo reduce esta probabilidad en un 20%.

Como concluye el doctor Chan, “la carne roja se ha asociado a la presencia de sustancias químicas inflamatorias, caso de la proteína C reactiva o de la ferritina, así como a otras enfermedades como las cardio y cerebrovasculares y la diabetes. Además, es posible que la variabilidad de las bacterias de la flora intestinal juegue un papel, por lo que la carne roja, dado que afecta a la composición de este microbioma, pueda afectar a la respuesta inmunitaria y a la integridad de la pared intestinal. Y además, las temperaturas más altas que requiere la cocción de las carnes no procesadas también podrían alterar la composición de la flora o la actividad inflamatoria”.

– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘Gut’?

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