El incremento sostenido de las infecciones de transmisión sexual (ITS) entre adolescentes se ha convertido en un problema de salud pública de primer orden. Así lo advierte un editorial publicado en Anales de Pediatría, órgano oficial de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que pone el foco en la creciente vulnerabilidad de esta población frente a enfermedades como la clamidia, la gonorrea o la sífilis.

Cada día se diagnostican más de un millón de ITS en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se producen anualmente 376 millones de nuevas infecciones por clamidia, gonorrea, sífilis y tricomoniasis. En Europa, los datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) muestran un fuerte repunte en 2023: más de 434.000 casos de clamidia y un incremento del 31% en los casos de gonorrea respecto al año anterior. Las mujeres jóvenes, de entre 15 y 25 años, son el grupo más afectado.

España no es ajena a esta tendencia. El último boletín de vigilancia de ITS señala que el mayor número de infecciones por clamidia y gonococo se registra en el grupo de edad de 20 a 24 años. Además, el VIH también está creciendo entre los jóvenes: en 2021, se notificaron 410.000 nuevas infecciones en personas de entre 10 y 24 años a nivel global, de las cuales 160.000 correspondían a adolescentes de entre 10 y 19 años.

Factores que agravan el problema

Según el informe, son varios los factores que explican esta situación: el inicio más temprano de las relaciones sexuales (16,2 años de media), el aumento del número de parejas, la menor utilización de métodos de barrera y el consumo de sustancias durante las relaciones. Todo ello, en un contexto de escasa educación sexual y tabúes sociales.

“Los adolescentes inician sus relaciones sin información suficiente ni educación sexual integral”, explica la doctora María Luisa Navarro Gómez, pediatra del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y autora principal del editorial. “El acceso prematuro a la pornografía a través de redes sociales también distorsiona su percepción de la sexualidad”, añade.

A la falta de formación se suma la carencia de circuitos asistenciales específicos. “Los adolescentes no siempre encuentran una atención confidencial y adaptada a su edad, lo que contribuye al infradiagnóstico y a la propagación de estas enfermedades”, señala la doctora Navarro.

Actualmente, España carece de protocolos homogéneos para el cribado de ITS en adolescentes sexualmente activos, a pesar de que organismos como la Academia Americana de Pediatría defienden su implantación. Las pruebas rápidas que se están introduciendo no están específicamente diseñadas para esta franja de edad, y muchos centros carecen de consultas adaptadas.

Propuestas para el cambio

El editorial plantea varias medidas para revertir esta tendencia: implantar protocolos específicos de cribado, reforzar la confidencialidad en la atención sanitaria y, sobre todo, desarrollar campañas educativas eficaces utilizando herramientas digitales y redes sociales, más accesibles para los jóvenes.

Desde la comunidad pediátrica se insiste en que la prevención y la educación sexual deben ocupar un lugar prioritario en la agenda sanitaria. Frenar el aumento de las ITS en la adolescencia no solo protege la salud presente de los jóvenes, sino también su bienestar reproductivo y emocional a largo plazo.