El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) continúa siendo una de las principales amenazas para la salud pública mundial. Según el informe más reciente de ONUSIDA, un total de 1,3 millones de personas contrajeron el VIH en el último año y 630.000 fallecieron por causas relacionadas, cifras que reflejan tanto los avances logrados como los retos persistentes en la lucha contra la infección.
El informe, titulado ‘SIDA, Crisis y el Poder de Transformar’, destaca importantes avances. Como el hecho de que el número de nuevas infecciones se ha mantenido estable respecto al año anterior y es un 40% inferior al registrado en 2010. La cifra de fallecimientos, considerada aún “inaceptablemente alta”, ha descendido un 54% en los últimos 15 años. A nivel mundial, el 75% de las personas con VIH tienen acceso a terapia antirretroviral, y el 73% ha logrado suprimir la carga viral, un logro significativo en salud pública. Asimismo, los programas para prevenir la transmisión maternoinfantil han logrado reducir las nuevas infecciones en menores a 120.000 casos anuales, la cifra más baja desde la década de 1980. En total, las iniciativas de prevención vertical han evitado 4,4 millones de nuevas infecciones en niños.
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A pesar de los avances, ONUSIDA alerta de un riesgo grave: la reducción de la financiación internacional, especialmente por parte de Estados Unidos, el principal donante global. Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, advierte que esta situación no es solo un problema presupuestario, sino “una bomba de relojería”. Según denuncia, la reducción de fondos ya ha provocado el cierre de servicios, la suspensión de programas y el abandono del seguimiento médico por parte de poblaciones vulnerables.
Un reto prioritario: el acceso al tratamiento
Actualmente, 9,2 millones de personas con VIH aún no tienen acceso a tratamiento, entre ellas 620.000 niños, lo que ha contribuido a registrar 75.000 muertes infantiles en un solo año. Los servicios de prevención del VIH también se han visto seriamente afectados: más del 60% de las organizaciones lideradas por mujeres dedicadas al VIH han perdido financiación o han tenido que suspender su actividad.
El Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR), que ofrecía servicios de prevención a 2,3 millones de adolescentes y mujeres jóvenes y facilitaba el acceso a la profilaxis pre-exposición (PrEP) a 2,5 millones de personas, también se ha visto comprometido. ONUSIDA estima que, si estos recortes persisten, el mundo podría enfrentar 6 millones de nuevas infecciones y 4 millones de muertes adicionales antes de 2030.
La situación se agrava por el endurecimiento de leyes que penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo, la identidad de género o el consumo de drogas en diversos países. Estas políticas aumentan el estigma y alejan a las poblaciones clave de los servicios sanitarios, incrementando su riesgo de contraer el VIH. ONUSIDA denuncia esta tendencia en países como Uganda, Malí o Trinidad y Tobago.
Motivos para la esperanza
Pese a las amenazas, el informe también destaca ejemplos positivos. Países como Botsuana, Esuatini, Lesoto, Namibia, Ruanda, Zambia y Zimbabue han alcanzado los objetivos 95-95-95, que marcan el porcentaje de personas diagnosticadas, tratadas y con carga viral suprimida. Otros países, como Sudáfrica, han reforzado su compromiso presupuestario, financiando más del 75% de su respuesta al sida y desarrollando sistemas para mejorar la distribución de medicamentos y la monitorización de pacientes.
En el terreno médico, nuevas herramientas como la PrEP inyectable de acción prolongada y medicamentos innovadores como el lenacapavir han demostrado una eficacia casi total en la prevención del VIH, aunque su acceso y asequibilidad siguen siendo un desafío pendiente.
Una llamada a la acción global
ONUSIDA insiste en la necesidad de un compromiso global renovado para cerrar la brecha de financiación, apoyar a los países que necesitan fortalecer sus servicios y eliminar las barreras legales y sociales que dificultan el acceso a la prevención y el tratamiento. También destaca el papel clave de las comunidades en liderar la respuesta frente al VIH.
Según la agencia de Naciones Unidas, la cooperación internacional y el consenso logrado en espacios como la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo representan un punto de partida para impulsar un nuevo acuerdo económico global que refuerce la lucha contra el VIH.
“En momentos de crisis, el mundo debe optar por la transformación y no por la retirada. Podemos acabar con el sida como amenaza para la salud pública antes de 2030 si actuamos con urgencia y unidad”, concluye Byanyima.