Más de la mitad de las mujeres posmenopáusicas presenta síntomas vulvares como sequedad, picor, irritación o dolor en las relaciones sexuales, pero muchos de ellos nunca llegan a mencionarse en la consulta ginecológica. Son manifestaciones de la atrofia vulvovaginal, una condición muy frecuente pero infradiagnosticada, que sigue quedando en un segundo plano incluso cuando los cambios hormonales asociados a la menopausia ya forman parte de la conversación sanitaria.

Con la llegada de la perimenopausia, estas molestias pueden comenzar de forma gradual y normalizarse como si fueran “cosas de la edad”. A ello se suma que, en muchas visitas médicas, la vulva se diluye bajo el término genérico “vulvovaginal”, lo que dificulta identificar problemas concretos que afectan a la piel y a las estructuras externas y que requieren una exploración y un abordaje específicos. La combinación de falta de precisión en el lenguaje clínico y silencio por parte de las pacientes retrasa el diagnóstico y, con él, la posibilidad de aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.

Con esta realidad de fondo nace Te Toca, una campaña de concienciación impulsada por la compañía Shionogi que quiere devolver a la vulva el espacio que merece dentro del autocuidado femenino. El objetivo es animar a las mujeres a observar su vulva de forma periódica, facilitar que puedan hablar de ella sin tabúes en la consulta y ofrecer a los profesionales un marco claro para abrir estas conversaciones y abordar la sintomatología vulvar con rigor.

La iniciativa parte de una idea sencilla: si las mujeres conocen mejor su propia anatomía y aprenden a identificar cambios, les resulta más fácil explicar qué les ocurre, cuándo empezó y cómo ha evolucionado. Dejan de llegar a la consulta con frases vagas como “me molesta ahí abajo” y pueden aportar información concreta sobre coloración, textura, aparición de bultos, úlceras o áreas de dolor. Esto permite al profesional afinar el diagnóstico y proponer antes las opciones disponibles.

Autoexploración vulvar trimestral

La campaña se apoya en las recomendaciones de la Sociedad Internacional para el Estudio de las Enfermedades Vulvovaginales (ISSVD), que aconseja realizar una autoexploración vulvar cada tres meses o siempre que aparezcan síntomas. No se trata de una técnica complicada ni invasiva: basta con disponer de un espacio íntimo, un espejo y algo de tiempo para observar con calma la zona.

En esa autoexploración se invita a fijarse en cambios de color, zonas más enrojecidas o blanquecinas, variaciones en la textura de la piel, sequedad marcada, pequeñas heridas, fisuras, bultos o áreas especialmente sensibles o dolorosas al roce. El objetivo no es que cada mujer haga un diagnóstico, sino que pueda detectar variaciones respecto a cómo estaba su vulva habitualmente y, ante la duda, consultarlo con su profesional de referencia.

Te Toca quiere normalizar este gesto del mismo modo que, desde hace años, se ha promovido la autoexploración mamaria. Que mirar la vulva deje de ser algo excepcional y se convierta en una rutina de salud más, integrada en el cuidado general del cuerpo.

Cambiar también la conversación en la consulta

La campaña no interpela sólo a las mujeres, sino también a ginecólogos, médicas de familia y otros profesionales. El propio manifiesto de Te Toca lo resume así: “Cuando tú lo nombras, ellas se atreven. Cuando tú lo explicas, ellas lo entienden. Cuando tú lo recomiendas, se convierte en un hábito”.

Nombrar la vulva con naturalidad y preguntar de forma específica por síntomas como picor, escozor, dolor en la penetración o cambios en la piel ayuda a romper el pudor y a que las pacientes se sientan legitimadas para contar lo que les pasa. Al mismo tiempo, disponer de materiales didácticos y de una guía clara sobre cómo explicar la autoexploración facilita incorporar estos temas en consultas que suelen estar muy ajustadas de tiempo.

Para el sistema sanitario, iniciativas como Te Toca representan una oportunidad de mejorar el diagnóstico precoz de la atrofia vulvar y de otras patologías de la zona, actuando sobre una necesidad clínica que hasta ahora ha pasado demasiado desapercibida: la salud de la vulva como parte irrenunciable de la salud sexual y del bienestar de las mujeres a lo largo de toda su vida.