La pasada primavera, Juanma González llegó a la meta de la Škoda Titan Desert Morocco 2025 con la misma sonrisa que lleva años usando para ilustrar que la pérdida auditiva no es un freno. A sus 43 años, este atleta sordolímpico, bronce en maratón en las Sordolimpiadas de Brasil 2022 y récord de España en 10K para personas sordas, ha cambiado las zapatillas de correr por una bicicleta de montaña para enfrentarse a seis días, cerca de 600 kilómetros y todo tipo de inclemencias en el desierto marroquí. Y, como él mismo ha contado a Somos Pacientes, no lo hizo para ganar, sino para encontrar sus límites… y empujarlos un poco más lejos.

Su historia empieza mucho antes, a sus nueve meses, cuando una meningitis le provocó una pérdida auditiva severa. Los médicos llegaron a decir a sus padres que no podría caminar, pero gracias a la tenacidad familiar y a un enorme trabajo de fisioterapia se pudo demostrar lo contrario. Y a gran escala, porque desde entonces Juanma no ha parado. Ha nadado, corrido, terminado dos Ironman y probado multitud de deportes para marcarse nuevos desafíos. “Me gusta sufrir”, admite entre risas, aunque en su caso el sufrimiento parece sinónimo de satisfacción.

De las pistas al desierto

Tras años de atletismo de élite, en 2024 empezaba a plantearse dejar la competición internacional. Entonces llegó la propuesta de unirse al equipo Aural Centros Auditivos para la Titan Desert, y el gusanillo de un nuevo reto volvió a picar. Con apenas tres meses para preparar el salto al MTB, se lanzó a entrenar. “Sabía que la Titan me iba a poner al límite, y la verdad es que me ha permitido exigirme como nunca”.

El reto no fue sólo físico. Las tormentas de arena, el calor extremo y dos días de lluvia intensa pusieron a prueba tanto su resistencia como sus audífonos. Para Juanma, competir con ellos no es negociable: le permiten comunicarse, escuchar los sonidos de la bici y sentirse más seguro. “En competiciones específicas de personas sordas no puedo llevarlos, está considerado como forma de dopaje, pero en convocatorias generales como ésta nunca faltan», explica.

El valor del equipo

En la Titan, Juanma apenas conocía a sus 20 compañeros antes de comenzar, pero pronto hizo piña con ellos. En un entorno tan hostil, la ayuda mutua, las risas y el buen humor fueron tan importantes como el entrenamiento previo. “Siempre había alguien que te decía ‘tranquilo, vamos a hacerlo así’ o que te animaba cuando pensabas que no aguantabas más”.

La experiencia ha sido tan intensa que ya ha decidido volver en 2026. Mantendrá el atletismo como entrenamiento, pero la bicicleta se ha ganado un lugar protagonista en su vida deportiva. Además, ahora puede compartir salidas con su hija, que ya gana carreras de ciclismo en carretera. “Disfruto más todavía porque lo hacemos juntos”.

Juanma González, atleta sordolímpico

Superación sin excusas

Juanma no es amigo de los límites autoimpuestos. Reconoce que en el mundo de la discapacidad todavía hay quien se frena pensando que no puede por su condición, pero él defiende justo lo contrario: “Sea cual sea tu situación, puedes hacer lo que te propongas. El límite te lo pones tú”. Es un mensaje que ha querido transmitir siempre, tanto a compañeros oyentes como a otros deportistas sordos.

Su trayectoria deportiva comenzó a despegar en 2017, cuando ganó el Campeonato de España para personas sordas y fue seleccionado para las Sordolimpiadas de Samsun (Turquía). Desde entonces, su vida se transformó en la de un deportista de élite, con dietistas, entrenamientos en altura y años de sacrificios que culminaron con la ansiada medalla de bronce en Brasil en 2022.

Entre fogones y cuidados

Más allá de la pista y la bicicleta, Juanma ha demostrado la misma energía e inquietud. Fue cocinero durante años y tuvo su propio restaurante antes de reinventarse profesionalmente. Pasó por una fábrica de persianas y, en 2019, decidió estudiar Enfermería. Está a punto de terminar la carrera y compagina sus estudios con su trabajo como profesor de cocina en la cárcel de Villena. Todo ello mientras entrena y cuida de su hija.

Dice que no sabe estar quieto. Ya piensa en un máster o en opositar después de acabar la universidad. Pero lo que tiene claro es que reservará tiempo para entrenar y para su familia. “Durante años me perdí momentos de la infancia de mi hija por las competiciones. Ahora quiero recuperarlos”.

En la Titan Desert, como en la vida, Juanma González ha demostrado que la resistencia no sólo está en las piernas, sino también en la cabeza y en el corazón. Y que, para él, rendirse nunca ha sido una opción.