En el verano, muchas mujeres acuden a consulta porque notan cambios en su salud íntima, resultado de ciertas rutinas que influyen directamente. El calor, la deshidratación, el uso prolongado de ropa de baño mojada o los cambios en la higiene durante las vacaciones son factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir infecciones urinarias. En mujeres en etapa de menopausia este riesgo se intensifica sobre todo por los cambios hormonales que conlleva esta fase de la vida, pero solemos hablar poco de ello.

Frente a esto, calculamos que más del 10% de las mujeres mayores de 60 años padecen infecciones del tracto urinario de forma recurrente1. Este incremento de prevalencia tras la menopausia no es casualidad: la disminución progresiva de los niveles de estrógenos tiene un impacto directo sobre la salud del aparato urogenital2.

Así, durante la menopausia, el descenso hormonal provoca un adelgazamiento del epitelio urogenital, es decir, la capa de tejido que recubre las vías urinarias y genitales se vuelve más fino, menos elástico y más seco, haciéndolo más vulnerable a las infecciones. A su vez, cambia el equilibrio del microbioma local: aumenta el pH vaginal y disminuye la presencia de lactobacilos, aquellas bacterias beneficiosas que forman parte de la flora íntima femenina y que actúan como defensa natural frente a patógenos externos3.

Incremento con las altas temperaturas

Esta condición se agrava cuando el entorno vaginal cambia y facilita que microorganismos como Escherichia coli proliferen y se adhieran fácilmente a las paredes del tracto urinario. Y en verano, estos factores suelen intensificarse: las altas temperaturas favorecen el crecimiento bacteriano, y si además no se bebe suficiente agua, se reduce la frecuencia de micción, dificultando la eliminación natural de gérmenes4. A esto se suma el uso de ropa de baño húmeda durante muchas horas o a cambios en los hábitos de higiene, lo que hace que el ecosistema vaginal quede aún más expuesto.

Por esta razón, insistimos en la importancia de la prevención. Más allá de adoptar las recomendaciones y hábitos básicos como mantenerse bien hidratada, evitar prendas mojadas y cuidar la higiene íntima sin excesos, hay un recurso cada vez más respaldado por la evidencia científica: el uso los probióticos como estrategia complementaria para reducir la recurrencia de infecciones.

Los probióticos con cepas específicas de Lactobacillus, como Lactobacillus reuteri o Lactobacillus rhamnosus, pueden ser un gran aliado para prevenir infecciones urinarias, especialmente en mujeres posmenopáusicas. Estas bacterias beneficiosas ayudan a restaurar el equilibrio de la flora vaginal, a mantener un pH más ácido (menos favorable para los patógenos) y a reforzar la barrera mucosa, estimulando una mejor respuesta inmunitaria local5.

El uso de probióticos

Numerosos estudios han demostrado que el uso regular de estas cepas, ya sea por vía oral o vaginal, reduce de forma significativa la aparición de nuevos episodios de infección urinaria5. Frente al uso continuado de antibióticos, que conlleva el riesgo de generar resistencias y efectos secundarios, los probióticos se presentan como una opción segura, bien tolerada y eficaz. Debo destacar que no todos los probióticos ofrecen los mismos beneficios, por lo que es fundamental elegir productos con cepas avaladas por estudios clínicos, y contar con la orientación de un profesional sanitario antes de iniciar su uso.

La salud urinaria y vaginal en la menopausia merece una atención específica y el verano es un momento clave para no bajar la guardia. Esta etapa de la vida no debe asociarse con incomodidades ni limitaciones, sino con nuevas formas de cuidado adaptadas a los cambios naturales del cuerpo. Apostar por una prevención activa y basada en evidencia es la mejor forma de garantizar el bienestar y la calidad de vida.

Conocer bien los factores de riesgo, incorporar medidas preventivas en el día a día y apoyarse en herramientas como los probióticos puede marcar una gran diferencia. Cuidar la salud íntima durante la menopausia y especialmente en los meses de más calor no sólo ayuda a prevenir molestias, sino que permite vivir esta etapa con mayor tranquilidad y bienestar.

Autor:

Miguel Ignacio López Ramiro, médico especialista en medicina familiar y comunitaria, farmacéutico especialista en microbiología y probióticos y colaborador de Schwabe Farma

Referencias: 

  1. BMJ 1996; 313 doi: https://doi.org/10.1136/bmj.313.7050.129 
  2. Caretto, M., Giannini, A., Russo, E., & Simoncini, T. (2017). Prevención de infecciones del tracto urinario después de la menopausia sin antibióticos. Maturitas, 99, 43-46. https://doi.org/10.1016/j.maturitas.2017.02.004 
  3. Jung, C., & Brubaker, L. (2019). Etiología y tratamiento de las infecciones urinarias recurrentes en mujeres posmenopáusicas. Climaterio : revista de la Sociedad Internacional de Menopausia, 22(3), 242–249. https://doi.org/10.1080/13697137.2018.1551871 
  4. Simmering, J. E., Polgreen, L. A., Cavanaugh, J. E., Erickson, B. A., Suneja, M., & Polgreen, P. M. (2021). Warmer Weather and the Risk of Urinary Tract Infections in Women. The Journal of urology, 205(2), 500–506. https://doi.org/10.1097/JU.0000000000001383 
  5. Gupta, V., Mastromarino, P., & Garg, R. (2024). Efectividad de la suplementación profiláctica con probióticos orales y/o vaginales en la prevención de infecciones recurrentes del tracto urinario: un ensayo aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo. Enfermedades infecciosas clínicas: una publicación oficial de la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas, 78(5), 1154–1161. https://doi.org/10.1093/cid/ciad766