#WeWontRest

Los fármacos innovadores, principales responsables del aumento en la esperanza de vida

Publicado el por Somos Pacientes

El actual modelo de investigación y desarrollo de nuevos medicamentos ha posibilitado en las últimas décadas el acceso a terapias innovadoras que han permitido alcanzar grandes logros en la lucha contra la enfermedad y el cuidado de la salud, ya sea ofreciendo soluciones a patologías que hasta ahora no tenían cura, como la hepatitis C, convirtiendo en crónicas enfermedades que eran mortales, como el sida, o consiguiendo grandes mejoras en las tasas de supervivencia y en la calidad de vida de los pacientes, como en el caso del cáncer. Así lo han destacado los expertos participantes en la jornada organizada por Farmaindustria en Madrid en el marco de la iniciativa europea #WeWontRest con la participación de investigadores, profesionales sanitarios, evaluadores y representantes de asociaciones de pacientes y de la industria farmacéutica.

En palabras de Jesús Acebillo, presidente de Farmaindustria, “vivimos un momento histórico. Estamos en medio de una revolución en biotecnología que está reimaginando la medicina a través de las nuevas terapias moleculares, genéticas y celulares, que están trasformando la evolución de las enfermedades y la vida de los pacientes”.

Éxito de la I+D biomédica

El actual modelo de éxito de la I+D biomédica, cada vez más abierto y colaborativo y basado en las grandes inversiones en investigación de la industria farmacéutica y en una adecuada protección de la propiedad industrial, ha convertido al medicamento innovador en el principal protagonista de un avance sin precedentes en la historia de la humanidad, hasta el punto de que los nuevos tratamientos son responsables de dos terceras partes del aumento de la esperanza de vida registrado en la primera década de este siglo.

Como destaca Jesús Acebillo, “no hay que olvidar que la presente transformación ha venido precedida por grandes logros alcanzados en las últimas décadas, en los que el medicamento innovador ha jugado un papel esencial, junto con otros factores como el diagnóstico precoz, la evolución del conocimiento médico o la creciente participación de los pacientes en el cuidado de su propia salud. Así, por ejemplo, en los últimos 25 años las muertes por cáncer se han reducido un 20%; solo en lo que va de siglo, los fallecimientos por patologías cardiovasculares han caído un 37%; las terapias biológicas han cambiado radicalmente el curso de las enfermedades reumáticas y autoinmunes; y patologías como el sida han dejado de ser mortales, mientras que otras incurables, como la hepatitis C, ya tienen cura”.

Todos estos avances son la mejor prueba de la validez del actual modelo de I+D biomédica, resultado de los ingentes esfuerzos realizados en investigación en las últimas décadas. Solo en el ámbito europeo, la industria farmacéutica invierte cada año más de 35.000 millones de euros en I+D, y dedica a estas tareas el 17% de su plantilla –más de 100.000 profesionales.

Estos esfuerzos resultan imprescindibles si se tiene en cuenta que descubrir y desarrollar un nuevo medicamento requiere entre 10 y 12 años de investigación y un coste superior a los 2.400 millones de euros. Todo este proceso, además, está sometido a un escenario de gran riesgo, ya que sólo uno de cada 10.000 compuestos en investigación llega a comercializarse como un nuevo medicamento, y solo tres de cada 10 son capaces de recuperar lo invertido en su desarrollo.

Asimismo, como destaca Farmaindustria, “cabe destacar que la mayoría de estos esfuerzos se enmarca en un esquema de colaboración público-privada, en el que las compañías farmacéuticas desarrollan una parte muy importante de su labor de investigación en colaboración con hospitales y centros de investigación públicos y privados”.

Como concluye Jesús Acebillo, “es un modelo de éxito, sin duda mejorable, pero que no podemos poner en riesgo con fórmulas que afecten a su esencia. La investigación biomédica es a día de hoy abierta, colaborativa e internacional, una investigación en la que la industria farmacéutica juega un papel impulsor trabajando con hospitales y centros de investigación en todo el mundo, lo que la convierte en el gran dinamizador del tejido investigador biomédico a nivel global”.