Resistencia a los antimicrobianos

El momento de adoptar medidas decisivas

Por Keiji Fukuda
Subdirector General de Seguridad Sanitaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Publicado el

amr-medicinesUn niño de 12 años del sur de California muere de una neumonía debida a una infección por ‘Staphylococcus aureus’ resistente a la meticilina. Un empleado farmacéutico de 25 años de Inglaterra casi fallece debido a una septicemia provocada por una infección del aparato urinario. Un hombre de negocios egipcio supera una leucemia pero posteriormente se infecta con un tipo resistente de la bacteria E. coli. Cada una de estas historias es un ejemplo de los efectos catastróficos que puede tener en la vida real una de las mayores amenazas para la salud mundial en la actualidad: la resistencia a los antimicrobianos.

A pesar de la preocupación de los clínicos y los científicos durante decenios y de los ligeros progresos realizados en los últimos años, la resistencia a los antimicrobianos se ha convertido en una de las amenazas mundiales más graves para la salud de los tiempos modernos. Aunque en muchos países esta preocupación está trascendiendo las fronteras del ámbito médico y científico, la realidad es que la vigilancia, la información y la comprensión del problema por la opinión pública siguen siendo insuficientes, al igual que los mecanismos de prevención y control de las infecciones.

La resistencia a los antimicrobianos está aumentando hasta niveles muy peligrosos en todas las partes del mundo. Sin embargo, aproximadamente solo la cuarta parte de los países cuentan con planes nacionales para luchar contra la resistencia a los antimicrobianos, como los antibióticos.

Los antibióticos han sido considerados durante mucho tiempo uno de los logros médicos más importantes del siglo XX. Han transformado el curso de la salud humana. Estos medicamentos curan muchas infecciones graves, por lo que han salvado un número incontable de vidas, entre ellas las de personas que padecen enfermedades como el cáncer o la diabetes o que son sometidas a una operación, quienes son especialmente vulnerables a las infecciones. Los antibióticos se han convertido en un medicamento tan ampliamente utilizado que tanto los médicos como los pacientes los dan por sentados. Con frecuencia son utilizados sin necesidad. Lamentablemente, esto ha acelerado el desarrollo de resistencia.

Las bacterias y otros microorganismos desarrollan resistencia de forma natural a los medicamentos utilizados para luchar contra ellos. El uso combinado e indebido de antibióticos ha acelerado el desarrollo de resistencia, lo que nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos hoy, con niveles de resistencia sin precedentes. Solo en la Unión Europea, la incapacidad para tratar algunas infecciones provoca 25.000 muertes al año, con unos costos de más de 1.500 millones de dólares en concepto de gastos sanitarios y pérdida de productividad. Según las previsiones, el problema va a empeorar bastante.

Ante esta situación, el liderazgo sostenido a nivel mundial y nacional, el compromiso de todas las partes interesadas —incluida la opinión pública, la sociedad civil y quienes operan en los ámbitos de la salud, la agricultura y la empresa—, y la coordinación y colaboración entre sectores, especialmente los relacionados con la salud humana y animal y la agricultura, son esenciales para que las medidas adoptadas se complementen en lugar de duplicarse o entrar en conflicto. Nunca se hará suficiente hincapié en la necesidad de un compromiso y una acción sostenidos porque no se trata de ganar una única batalla, sino de hacer frente a un desafío a largo plazo.

En 2014, a petición de la Asamblea Mundial de la Salud, la OMS emprendió un proceso que aglutina a las distintas partes interesadas y cuyo objetivo es formular un plan de acción mundial contra la resistencia a los antimicrobianos. Este plan de acción —que representa la labor colectiva de los países y los asociados de múltiples sectores, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la sociedad civil— acaba de ser adoptado por los gobiernos en la Asamblea Mundial de la Salud. Se trata de un proyecto mundial muy necesario en el que cada parte interesada puede ver dónde se precisa su contribución.

Para ejecutar el plan, los gobiernos se han comprometido a adoptar cinco medidas principales:

  • concienciar y sensibilizar a la población acerca de la resistencia a los antimicrobianos;
  • mejorar la vigilancia y la investigación;
  • reducir la propagación de las infecciones mediante medidas eficaces de saneamiento, higiene y prevención de las infecciones;
  • optimizar el uso de antibióticos en la atención de la salud humana y animal; y
  • aumentar la innovación y la inversión.

Cada una de estas medidas es fundamental. El objetivo no es dejar de utilizar antibióticos, sino propiciar los cambios necesarios para que se utilicen únicamente cuando sea necesario. Al mismo tiempo, tenemos que promover mejor el desarrollo de nuevos medicamentos, vacunas, medios de diagnóstico de cabecera y otras tecnologías. Es hora de optar por enfoques en los que los riesgos y beneficios de la investigación y el desarrollo se compartan más ampliamente y en los que los gobiernos aumenten su inversión en I+D.

También tenemos que tomar en consideración los sistemas de salud, que son fundamentales para garantizar un acceso equitativo a los medicamentos. Los trabajadores de los laboratorios deben contar con el equipo necesario para diagnosticar las infecciones rápidamente; el personal sanitario debe recibir la capacitación necesaria para tratar las infecciones en consonancia con las directrices nacionales; y los antibióticos deben ser accesibles para aquellas personas que tengan problemas de salud y los necesiten.

Se precisa un cambio de actitud y comportamiento en todos los niveles de la sociedad y en todos los países. Como individuos, podemos invertir la tendencia evitando la propagación de infecciones, por ejemplo lavándonos las manos frecuentemente, utilizando antibióticos solo cuando nos los prescriban y no compartiendo los antibióticos. El personal sanitario puede mejorar el control de las infecciones en hospitales y ambulatorios y prescribir antibióticos solo cuando sea necesario. Los encargados de la formulación de políticas deben propiciar el cambio regulando y promoviendo el uso apropiado de antibióticos, sensibilizando y recompensando la innovación. La industria sanitaria tiene que velar por que los nuevos antibióticos, vacunas y medios de diagnóstico formen parte de sus inversiones.

No hay soluciones simples y rápidas. Sin embargo, con un mayor compromiso político y la adopción del plan de acción mundial, la oportunidad de controlar por fin la resistencia a los antibióticos estará dentro de nuestro alcance.

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