La enfermedad de la arteria coronaria (EAC) sigue siendo una de las principales causas de muerte a nivel mundial. En concreto, y pese a que los avances en diagnóstico y tratamiento han disminuido significativamente la tasa de mortalidad por infarto de miocardio, es responsable de 17,9 millones de fallecimientos anuales. De ahí que los cardiólogos insistan en la importancia de seguir apoyando el desarrollo de nuevas tecnologías de imagen, incentivando la mejora de la atención en urgencias y trabajando en una mayor concienciación social. Y es que, muchas muertes podrían evitarse con diagnósticos más precoces y estrategias de prevención más eficaces.

Concretamente, uno de los grandes avances médicos en este campo ha sido el desarrollo de técnicas de imagen cardíaca no invasiva. Pruebas como la Angiografía Coronaria por Tomografía Computarizada (ACTC) permiten detectar anomalías en las arterias antes de que el paciente sufra síntomas o un evento grave. “El ACTC es un escáner de alta resolución que permite detectar obstrucciones en fases precoces, cuantificar la carga calcificada y orientar estrategias preventivas y farmacológicas personalizadas, evitando procedimientos innecesarios”, explica Manuel Barreiro, presidente de la Asociación de Imagen Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología.

También el electrocardiograma (ECG) sigue siendo una herramienta fundamental para detectar arritmias u otras alteraciones eléctricas del corazón, como el síndrome de Brugada, una enfermedad hereditaria que puede causar paro cardíaco repentino o muerte súbita. “La gente suele pensar en las enfermedades cardíacas como infartos por obstrucción coronaria, pero el corazón es un órgano complejo y hay muchas formas de enfermar”, señalan los especialistas.

Una patología prevenible

La enfermedad de la arteria coronaria se produce cuando el flujo sanguíneo al corazón se reduce o bloquea, generalmente por una acumulación de placa en las arterias. Este proceso, conocido como aterosclerosis, puede desencadenar un infarto si no se detecta y controla a tiempo. En el mundo, más de 126 millones de personas viven con esta afección. “La placa puede provocar el estrechamiento de las arterias, bloqueando el flujo sanguíneo. También puede romperse, lo que provoca un coágulo sanguíneo”, explican los expertos. Esta situación puede derivar en un evento coronario grave como un infarto o una muerte súbita, especialmente si no se actúa con rapidez.

La aterosclerosis, principal causa de EAC, avanza lentamente y sin síntomas durante años. Por eso, en muchos casos el primer aviso es un infarto. Esta patología se inicia cuando el colesterol y otras sustancias grasas se acumulan en las paredes de las arterias, formando una placa que endurece y estrecha los vasos sanguíneos. Este proceso se agrava por factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes tipo 2, la dislipemia, la obesidad y el sedentarismo, todos ellos prevenibles o manejables con cambios en el estilo de vida.

Pese a los avances tecnológicos, los cardiólogos insisten en que la mejor herramienta es la prevención. Adoptar hábitos de vida saludables puede marcar la diferencia y evitar que una persona se convierta en paciente cardiovascular. Entre las recomendaciones más destacadas:

  • Mantener una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras y grasas saludables.
  • Evitar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol.
  • Realizar actividad física regular, al menos 150 minutos a la semana de ejercicio moderado o 75 minutos de ejercicio intenso.
  • Controlar el estrés mediante técnicas de relajación o atención plena.
  • Dormir adecuadamente para garantizar el descanso del sistema cardiovascular.

“El estilo de vida saludable retrasa y reduce la progresión de la aterosclerosis y mejora la eficacia de los tratamientos farmacológicos”, resume el doctor Barreiro.