La soledad se está consolidando como un problema de salud pública que afecta a una parte muy amplia de la población y que puede deberse a múltiples factores. En este marco, los hábitos de uso de las redes sociales parecen desempeñar un papel importante en la percepción de soledad y en el estado emocional. De hecho, según el VIII Estudio de Salud y Vida de Aegon, un 46,6% % de las personas confirma que la soledad derivada de estas, ha afectado a su salud mental. Preguntados sobre la frecuencia que se han sentido solos, en una escala del 1 al 10, un 32,2% confirma que con menor frecuencia (de 1 a 2), un 16,1% (de 3 a 4), un 18,6% (de 5 a 6), un 21,1% (de 7 a 8) y, por último, un 12% (de 9 a 10).

Cuando se pregunta por el impacto de las redes sociales en la salud emocional, aunque la opinión mayoritaria es que no influyen (44,1%), quienes piensan que su impacto es negativo (40,8%) supera a quienes lo detectan como positivo (15,1%). En cuanto a los problemas que estas plataformas ocasionan más frecuentemente son dependencia (11,1%), que sube con fuerza frente a 2024 y 2023 aunque sin llegar al récord de 2022 (12%); trastornos del sueño (11%) y problemas de autoestima (10,7%).

Redes sociales y salud emocional: diferencias generacionales
Analizando la influencia de las redes sociales en la salud emocional de los distintos grupos de edad, los perfiles evaluados muestran percepciones mayoritariamente negativas o neutras sobre su impacto, destacando las personas de entre 56 y 65 años como las más críticas, con un 49% declarando efectos negativos o muy negativos. En contraste, los jóvenes tienden a percibir un impacto más positivo sobre la capacidad de las redes para influir positivamente en la salud mental (un 7,8% en edades comprendidas entre 18-25 años).

Esta visión más positiva, sin embargo, contrasta con que también son los jóvenes los que declaran más problemas derivados del uso de redes sociales, destacando los problemas de autoestima en la franja de los 18 a los 25 años en un 27%, trastornos del sueño (22,1%) o dependencia (20,5%). Los colectivos de mayor edad, por el contrario, declaran problemas con las redes sociales en proporciones más bajas, en todos los casos por debajo del 6%. Unas diferencias generacionales que parecen muy ligadas al hábito de uso, mucho más extendido entre los más jóvenes.