Hoy en día, el cáncer de próstata es el primer cáncer más diagnosticado en nuestro entorno en varones, con una estimación de 32.188 nuevos casos en España en 2025, lo que representa aproximadamente el 23% de todos los tumores en varones, según el informe de SEOM Las cifras del cáncer en España de 2025. A pesar de su elevada incidencia, la buena noticia es que la mortalidad asociada a este tipo de tumor ha descendido de forma sostenida en los últimos años, gracias a un diagnóstico más precoz y a la incorporación de nuevos tratamientos más eficaces.
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En los casos más avanzados, donde el cáncer se ha diseminado y las opciones curativas ya no son posibles, también se ha producido un cambio radical. En apenas una década y media, la supervivencia de los pacientes con cáncer de próstata metastásico se ha triplicado. Si en 2005 las alternativas terapéuticas eran muy limitadas y la esperanza de vida rondaba los 12 a 18 meses, en la actualidad puede superar los 40 meses en determinados perfiles de pacientes. Este avance se ha logrado gracias a la combinación de nuevas estrategias que incluyen tratamientos hormonales de nueva generación, quimioterapia y radiofármacos dirigidos a dianas específicas del tumor.
Hitos en la supervivencia en cáncer de próstata
Uno de los hitos más recientes en esta evolución ha sido la introducción de combinaciones terapéuticas que asocian fármacos hormonales con inhibidores de PARP, como es el caso de talazoparib y enzalutamida, que han alcanzado supervivencias medianas de hasta 45 meses incluso en pacientes con mal pronóstico. También destaca el impacto del radiofármaco 177Lu-PSMA-617, que ha consolidado el papel de la terapia dirigida al antígeno prostático específico de membrana (PSMA) como parte clave del tratamiento en fases avanzadas de la enfermedad.
Esta notable mejora en la supervivencia se suma a otro dato alentador: la mayoría de los cánceres de próstata se detectan en fases tempranas, cuando las posibilidades de curación mediante cirugía o radioterapia son elevadas. Solo alrededor de un 10% de los casos se diagnostica cuando ya existe enfermedad metastásica, y en muchos de ellos el manejo terapéutico actual permite frenar su progresión durante años.
Pero incluso en las formas resistentes al tratamiento hormonal tradicional ?el llamado cáncer de próstata resistente a la castración? se han incorporado tratamientos que no solo prolongan la vida, sino que mejoran la calidad de vida y reducen complicaciones como las fracturas óseas. A esto se suma el desarrollo de técnicas de imagen más precisas, como el PET-PSMA, y el uso de estudios genéticos que permiten personalizar los tratamientos en función del perfil molecular del tumor.
Todo ello configura un nuevo escenario más esperanzador para los pacientes, en el que los retos actuales se centran en optimizar la secuencia de tratamientos, garantizar el acceso equitativo a las innovaciones terapéuticas y seguir promoviendo la investigación clínica, con una participación activa de los pacientes y un firme compromiso de los centros sanitarios y las administraciones.
Hacia la medicina personalizada
Estos avances terapéuticos se enmarcan en un cambio de paradigma hacia la medicina personalizada, en la que el tratamiento se adapta a las características moleculares del tumor y del paciente. En este sentido, los inhibidores de PARP han demostrado ser especialmente eficaces en pacientes con alteraciones en los genes de reparación del ADN, como BRCA2, presentes en hasta un 30% de los casos de cáncer de próstata avanzado resistente a la castración. Estas alteraciones pueden ser hereditarias en un porcentaje significativo, lo que hace recomendable el asesoramiento genético familiar, especialmente en hombres jóvenes con antecedentes oncológicos.
El diagnóstico también ha dado un salto cualitativo con la incorporación de tecnologías como el PET-PSMA, una prueba de imagen de alta precisión que permite detectar lesiones incluso en fases muy iniciales de la recaída. Además, las guías clínicas ya recomiendan el análisis genético rutinario de ciertos genes clave para determinar si un paciente puede beneficiarse de terapias dirigidas. A pesar del progreso, los expertos insisten en que el reto ahora es garantizar que estos avances lleguen de forma equitativa a todos los pacientes, con independencia de su lugar de residencia o centro de referencia, y que el acceso a los tratamientos más innovadores no dependa de factores ajenos a la medicina.