El avance de la terapia antirretroviral frente al VIH (TAR) ha transformado la vida de las personas que conviven con el virus, especialmente en el ámbito de la salud reproductiva. Actualmente, gracias a la eficacia de los tratamientos disponibles, es posible alcanzar y mantener una supresión viral en sangre durante el embarazo. Esta situación ha hecho que el paradigma “indetectable igual a intransmisible” cobre cada vez más fuerza, lo que significa que, si una persona tiene una carga viral indetectable, no transmite el virus ni por vía sexual ni durante el embarazo o el parto. En este contexto, crece el debate sobre la posibilidad de permitir y acompañar la lactancia materna en mujeres con VIH que cumplen ciertas condiciones médicas, algo que aún no es una recomendación estándar en países con recursos como España.

Ante este escenario, GeSIDA, el Grupo del Estudio del SIDA de la SEIMC (Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica), junto a la SEIP (Sociedad Española de Infectología Pediátrica) y la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia) ha elaborado el primer documento con recomendaciones para aquellas madres con VIH que desean alimentar con leche materna a sus hijos recién nacidos.

Una demanda en aumento: los beneficios de la lactancia materna y la normalización del embarazo

En la población general, la lactancia materna es la forma preferente de alimentación en los primeros meses de vida por los beneficios probados tanto para el bebé como para la madre. Esta evidencia también genera inquietud entre mujeres con VIH que, gracias al tratamiento antirretroviral, mantienen una carga viral indetectable y desean alimentar a sus hijos con leche materna. A ello se suma la voluntad de muchas mujeres de vivir su maternidad de forma plena, sin renunciar a experiencias comunes como la lactancia.

Sin embargo, el contexto del VIH añade una complejidad adicional. A pesar de que el riesgo de transmisión en caso de supresión viral se considera muy bajo, no puede asegurarse que sea completamente nulo. Hay aún incertidumbres científicas relevantes: la relación entre la carga viral en sangre y en leche materna, el paso de células infectadas o de fármacos antirretrovirales a la leche, la influencia de la salud intestinal del lactante y la gestión de complicaciones comunes durante la lactancia, como grietas en el pezón o ingurgitación mamaria.

Mientras que en países con recursos limitados la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna con TAR debido a los riesgos asociados a la falta de acceso a agua potable o a la imposibilidad económica de adquirir leche de fórmula, en países como España la recomendación continúa siendo la alimentación artificial exclusiva. Esta es la única que asegura la eliminación total del riesgo de transmisión posnatal del virus.

No obstante, algunos países europeos y Estados Unidos han comenzado a documentar experiencias de lactancia materna en mujeres con VIH y supresión viral. Si bien estos casos aportan datos esperanzadores, el número de lactantes expuestos aún es muy reducido, por lo que no existe suficiente evidencia para modificar las recomendaciones generales.

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Decisiones informadas y consensuadas: el papel de madres y profesionales

Con el objetivo de ofrecer una guía clara, un reciente documento dirigido a profesionales sanitarios y familias establece las condiciones bajo las cuales podría considerarse viable la lactancia materna en mujeres con VIH con carga viral indetectable. La decisión, recalcan los expertos, debe tomarse de forma consensuada entre madre y equipo médico, tras una explicación detallada de riesgos y beneficios.

Las condiciones incluyen una historia de adherencia excelente al tratamiento antirretroviral, supresión viral mantenida —al menos durante el tercer trimestre de embarazo—, y compromiso de seguimiento postnatal tanto clínico como analítico. Asimismo, se requiere la disponibilidad de consultores de lactancia con experiencia y seguimiento mensual de carga viral en la madre hasta el final del periodo de lactancia. También se recomienda una determinación de carga viral dos meses después de finalizada la lactancia.

Si finalmente se opta por la lactancia, esta no debe prolongarse más allá de los seis meses, y se recomienda mantenerla exclusiva en ese periodo. A partir del sexto mes, se aconseja el paso a la lactancia artificial combinada con la alimentación complementaria, ya que la introducción de otros alimentos podría aumentar el riesgo de transmisión del VIH. En caso de destete anticipado, este debe hacerse de forma progresiva para evitar complicaciones como la ingurgitación o estasis mamaria, que podrían elevar el riesgo de paso del virus al lactante.

Este enfoque busca equilibrar el derecho de las mujeres con VIH a tomar decisiones informadas sobre su maternidad, con la necesidad de garantizar la seguridad del recién nacido. La comunidad científica y los movimientos de pacientes insisten en que la participación activa de las madres en estas decisiones, con información veraz y acompañamiento profesional, es clave para avanzar hacia una maternidad más libre y respetuosa también en el contexto del VIH.