Las mujeres que han sufrido acoso o que han solicitado una orden de alejamiento presentan un riesgo significativamente mayor de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como infartos o accidentes cerebrovasculares, en comparación con aquellas que no han vivido estas experiencias. Así lo revela un estudio publicado en la revista Circulation, que analizó durante dos décadas la salud de más de 66.000 mujeres.
El trabajo, dirigido por Rebecca B. Lawn, investigadora de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard y de la Universidad de Columbia Británica, se centró en mujeres con una edad media de 46 años en 2001, que no tenían antecedentes cardiovasculares cuando informaron por primera vez sobre experiencias de acoso o sobre la obtención de órdenes de alejamiento.
Un vínculo persistente
Durante el periodo de seguimiento, casi el 12% de las participantes reportó haber sufrido acoso y un 6% indicó haber solicitado una orden de alejamiento. Aproximadamente un 3% desarrolló una enfermedad cardíaca o un accidente cerebrovascular por primera vez durante el estudio.
Los resultados muestran que las mujeres que habían sido acosadas tenían un 41% más de probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, mientras que el riesgo aumentaba un 70% en aquellas que habían tramitado una orden de alejamiento. Estos vínculos se mantuvieron incluso después de ajustar otros factores de riesgo como hábitos de vida, medicación, antecedentes de abuso infantil o síntomas de depresión.
Estrés crónico como posible detonante
Aunque el estudio no exploró en profundidad los mecanismos biológicos, las autoras señalan que la angustia psicológica provocada por el acoso podría alterar el sistema nervioso y la función de los vasos sanguíneos, generando cambios que, a largo plazo, afectan a la salud cardiovascular. Lawn advierte que el acoso, a menudo minimizado por no implicar contacto físico, puede tener consecuencias graves y duraderas, llegando incluso a forzar cambios importantes en la vida de las víctimas, como mudarse de domicilio.
Harmony R. Reynolds, expresidenta del Comité de Ciencias de la Salud de la Mujer de la Asociación Estadounidense del Corazón, añade que el apoyo social juega un papel clave para mitigar los efectos del estrés. Contar con una red de familiares, amigos o profesionales de confianza puede ayudar a procesar y reducir el impacto emocional de estas experiencias.
Un problema con desigualdades
El estudio recuerda que la violencia y el acoso son más prevalentes entre mujeres de minorías raciales o étnicas y en aquellas con bajos ingresos. Aunque en esta investigación la mayoría de participantes eran mujeres blancas no hispanas, lo que podría limitar la generalización de los resultados.
Los autores insisten en la necesidad de más estudios que permitan comprender mejor el vínculo entre acoso y enfermedad cardiovascular y, sobre todo, en la importancia de que los profesionales sanitarios integren este factor en la evaluación de riesgos, ofreciendo apoyo y recursos a las víctimas.