El cáncer de próstata es el tumor más frecuentemente diagnosticado entre los hombres en España y, sin embargo, sigue siendo uno de los menos visibles. Con una previsión de más de 32.000 nuevos casos para este 2025, según la Red Española de Registros de Cáncer (Redecan), esta enfermedad representa ya el 10% de las muertes por cáncer en varones, situándose sólo por detrás de los tumores de pulmón y colon.

Así lo recuerda el Grupo Español de Oncología Genitourinaria (SOGUG) en el Día Mundial del Cáncer de Próstata, desde donde se lamenta que, a pesar de estas cifras, el desconocimiento sigue siendo alto. Una de las principales dificultades radica en que no existen síntomas claramente diferenciadores respecto a enfermedades benignas de la próstata.

Por ello, SOGUG recalca la necesidad de acudir a revisiones periódicas a partir de los 50 años, o incluso desde los 40 en casos con antecedentes familiares o mutaciones genéticas asociadas como BRCA1 o BRCA2. Estas revisiones, que incluyen análisis del PSA y exploraciones urológicas, son clave para detectar el cáncer en fases tempranas, cuando la supervivencia puede superar el 90%.

Pacientes comprometidos

La implicación de los pacientes y sus entornos es cada vez más activa en la concienciación social sobre el cáncer de próstata. Así lo demuestra la reciente acción No Te Escondas, impulsada por la Fundación SOGUG, en la que el deportista Rogelio Núñez realizó un triple cruce a nado entre las islas de Ibiza y Formentera con el fin de dar visibilidad a la enfermedad.

Reto No te escondas contra el cáncer de próstata

Por otra parte, próximamente se presentarán los resultados del Proyecto Protagonista, una encuesta dirigida a pacientes en fase de progresión de la enfermedad, elaborada por SOGUG junto a la Asociación Nacional de Cáncer de Próstata (ANCAP). El objetivo es escuchar directamente sus inquietudes y necesidades en diferentes aspectos de la vida cotidiana, y utilizar esta información para avanzar hacia un abordaje más integral y personalizado.

Abordaje multidisciplinar

Uno de los grandes retos actuales en la atención al cáncer de próstata en España es la implantación de un modelo multidisciplinar de manejo desde las primeras fases de la enfermedad. Esta estrategia, que implica la colaboración de urólogos, oncólogos médicos y radioterápicos, patólogos, médicos nucleares, radiólogos o geriatras, permite tomar decisiones más informadas, adaptar los tratamientos a las características biológicas de cada tumor y mejorar la calidad de vida del paciente.

Los avances terapéuticos de la última década también están cambiando radicalmente el pronóstico de la enfermedad. Desde la cirugía y radioterapia en estadios localizados hasta la combinación de terapias hormonales con quimioterapia o agentes de nueva generación en fases metastásicas, las posibilidades de cronificar la enfermedad son cada vez mayores. Fármacos dirigidos a nuevas dianas moleculares, como los inhibidores de PARP, han demostrado mejorar la supervivencia en pacientes con alteraciones genéticas específicas.

El impacto emocional

El diagnóstico de cáncer de próstata tiene un impacto emocional, familiar y social importante. Sin embargo, como advierte SOGUG, los recursos de apoyo psicológico y social en los centros hospitalarios aún son escasos. En este sentido, el papel de las asociaciones de pacientes es fundamental, no sólo ofreciendo información rigurosa, sino también asesoramiento y acompañamiento emocional durante el proceso de la enfermedad.

Además, se está trabajando en la implementación de programas de intervención nutricional y ejercicio físico para mejorar la calidad de vida de los pacientes sometidos a tratamiento hormonal. Estas iniciativas buscan prevenir efectos adversos como el síndrome metabólico o la osteoporosis, demostrando que la implicación activa del paciente también forma parte del tratamiento.

Desde SOGUG, su presidenta, la doctora Aránzazu González del Alba, insiste en que “el compromiso con los pacientes va más allá de la investigación clínica. Necesitamos escuchar sus voces, conocer sus realidades y apoyarlos con todos los recursos disponibles”. Este enfoque humano y participativo representa una apuesta clara por una medicina centrada en la persona, donde la experiencia del paciente también cuenta para avanzar.