Con motivo del Día Nacional de la Epilepsia, que se celebra hoy, el Hospital Los Madroños, centro especializado en el campo de la neurorrehabilitación y el daño cerebral, plantea la importancia de comprender esta patología. De la mano de su neurólogo Iván Iniesta López, también investigador de EpiNet, red internacional de investigación clínica centrada en la epilepsia, se plantean ocho aspectos relevantes a considerar sobre las crisis epilépticas y la epilepsia, una patología que afecta, en España, a medio millón de personas, más del 1% de la población. Cada año se diagnostican unos 20.000 nuevos casos.
La epilepsia se clasifica de acuerdo con el tipo de crisis. Cuando las crisis epilépticas proceden de una localización concreta del cerebro hablamos de una epilepsia focal, mientras que cuando su origen es difuso nos referiremos a una epilepsia generalizada.
- No todas las epilepsias conllevan convulsiones
Tanto las epilepsias focales como las generalizadas pueden acompañarse o no de convulsiones. “La convulsión no es sino un síntoma, pudiendo resultar de una crisis de inicio focal o presentarse desde el principio con convulsiones, en lo que tradicionalmente hemos denominado crisis convulsiva o de “gran mal” y ahora conocemos como crisis bilateral tónico-clónica. Los síntomas provocados por una crisis guardan relación habitualmente con la zona del cerebro desde donde se originan. Por ejemplo, cuando la descarga neuronal excesiva proviene del lóbulo temporal el síntoma consiste en una súbita sensación de extrañeza, en un estado transitorio de ensoñación o familiaridad tipo déjà vu que típicamente se repite de forma estereotipada (siempre igual), pudiendo acompañarse o sucederse de una alteración de la conciencia pasajera. Si la región implicada pertenece a la corteza frontal el síntoma será motor. Y si nace de la corteza occipital el síntoma inicial probablemente sea visual, pudiendo evolucionar o no a una alteración o pérdida de conciencia con o sin convulsiones”, detalla el Dr. Iniesta.

- Un alto porcentaje de pacientes no responde bien a la medicación
Aunque la mayoría de las epilepsias suelen comportarse de forma benigna y controlarse con el fármaco adecuado, cerca de un tercio de pacientes no responden bien a las distintas terapias farmacológicas, lo cual conocemos como epilepsia fármaco-resistente. Algunos pacientes, previamente seleccionados, dentro de este grupo de epilepsias refractarias, pueden ser subsidiarios y beneficiarse de una cirugía tras realizarse un estudio exhaustivo en un centro avanzado y de referencia para el manejo de epilepsias complejas.
- La epilepsia culturalmente acarrea un estigma social
“Históricamente, la epilepsia arrastra consigo un estigma social del cual no hemos podido aun desprendernos. Entre las prioridades planteadas por la comunidad científica para la próxima década en epilepsia, el objetivo de la neurología consiste en velar por la salud de los pacientes, promoviendo las medidas preventivas adecuadas y divulgando su conocimiento con el fin de concienciar a la ciudadanía, siendo el estigma social uno de los aspectos que más seriamente comprometen la calidad de vida del enfermo con epilepsia”, comenta el Dr. Iniesta. La divulgación y la concienciación son esenciales para el enfermo y su entorno. Para el Dr. Iniesta, “la epilepsia no solo son las crisis epilépticas, sino también los efectos secundarios provocados por aquellos medicamentos destinados a tratarla, la ansiedad y depresión frecuentemente asociadas, sin olvidarnos tampoco del riesgo de muerte súbita relacionado con la epilepsia, sobre todo cuando las crisis son nocturnas, no están bien controladas o la medicación se toma de manera errática o se producen cambios frecuentes en el tratamiento”.
- La epilepsia impacta en actividades cotidianas como conducir
Las personas con epilepsia activa tienen un riesgo añadido de accidentes graves (incluso fatales) por caídas o ahogamientos, por lo que deberían evitar bañarse solos. Por otro lado, no pueden conducir vehículos motorizados legalmente en el caso de haber presentado una crisis epiléptica en el último año.
- Las crisis epilépticas suelen ceder espontáneamente.
Una crisis epiléptica no requiere, por lo general, tratamiento farmacológico urgente más allá de adoptar las medidas PAS (Proteger – Avisar – Socorrer), colocando al paciente de costado y no poniendo nada en su boca, entre tanto llega una ambulancia. Cuando una crisis dura más de cinco minutos debe instaurarse tratamiento de forma inmediata previo al traslado a un centro con guardias permanentes de neurología y unidad de cuidados intensivos.
- Incidencia mayor en niños y personas mayores de 65 años.
Aunque la epilepsia es una enfermedad que puede presentarse a cualquier edad, es más frecuente que suceda en la infancia y en la tercera edad, tal como aclara el Dr Iniesta “entre la infancia y la pre-adolescencia se observa un pico de epilepsias de curso benigno, que no requieren tratamiento farmacológico y tienden a desaparecer durante la adolescencia o en la temprana edad adulta sin dejar rastro”. En edades avanzadas, continúa el Dr Iniesta “un riesgo más elevado de ictus o demencia explican la mayor incidencia en esta franja etaria de epilepsia relacionada con la enfermedad de Alzheimer o de causa vascular”.
- Causas y diagnóstico
Según el Dr Iniesta “deberíamos referirnos más a las epilepsias (en plural) que a la epilepsia, dada la heterogeneidad en lo referente a sus síntomas y a sus posibles causas, las cuales pueden abarcar desde una predisposición genética hasta una grave lesión cerebral adquirida”.
El diagnóstico, continúa el Dr Iniesta “es fundamentalmente clínico y, por tanto, basado en la anamnesis (o historia clínica) contando con los datos aportados por el paciente y complementados mediante una historia colateral facilitada por testigos presenciales de la/s crisis epilépticas. La exploración neurológica y la realización de pruebas complementarias como una analítica de sangre, un electrocardiograma, un electroencefalograma y una resonancia magnética nuclear contribuyen asimismo al diagnóstico. Para diagnosticar epilepsia es necesario que haya habido, al menos, dos crisis epilépticas espontáneas, esto es no provocadas por factores externos como sustancias tóxicas o alteraciones metabólicas. O hallarnos ante una sola crisis espontánea y establecer, mediante las mencionadas pruebas auxiliares, un riesgo alto para desarrollar nuevas crisis. Por último, en el diagnóstico diferencial de epilepsia debemos considerar otros trastornos que pueden confundirnos como son las crisis disociativas de origen psicógeno y el síncope”. Un diagnóstico y tratamiento precoz influye favorablemente en el pronóstico, por lo que resulta prioritaria una valoración temprana por parte de un especialista en epilepsia.