El 24 de julio se conmemora el Día Mundial del Autocuidado, y para celebrarlo se ha puesto en marcha la campaña #TeCuidamosEnCadaEtapa, de la Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp). Ésta pone el foco en la importancia de mantener hábitos saludables en cada etapa vital, y permite reflexionar sobre uno de los grandes desafíos pendientes: el autocuidado físico y mental de las mujeres.
De hecho, este último tema ha sido también objeto de análisis en los últimos episodios del pódcast Salud con Perspectiva, de la compañía Organon, que abordan con voz experta los principales obstáculos a los que se enfrentan muchas mujeres para priorizar su salud. Tal y como recuerdan médicas y divulgadoras como la psiquiatra Rosa Molina, la ginecóloga Laura Baquedano o la investigadora Nuria Garatachea, es urgente avanzar hacia un modelo de bienestar integral que no relegue el autocuidado femenino a un segundo plano.
Cuidar(se) en todas las etapas vitales
La campaña de anefp, desarrollada con la colaboración de más de 20 empresas del sector, aporta más de 30 consejos sobre salud adaptados a cada franja de edad: desde la infancia hasta la etapa sénior. Alimentación, ejercicio, salud mental, sueño, higiene íntima o salud bucodental han sido algunos de los temas tratados, siempre desde la perspectiva de la prevención y el autocuidado diario.
Esta filosofía entronca con la visión defendida en Salud con Perspectiva, donde se insiste en que las mujeres aún cargan con estereotipos de género que las sitúan, muchas veces, en un rol prioritario de cuidadoras, a costa de su propia salud. “El 90% de los cuidadores siguen siendo mujeres. Esta carga mental impacta directamente en su bienestar”, alerta Molina. Desde su punto de vista, es imprescindible tener en cuenta el contexto personal y familiar de cada paciente para comprender su estado de salud físico y emocional.
El “tengo-queísmo” como barrera
Uno de los conceptos que resume este fenómeno es el del tengo-queísmo, un síndrome descrito por Laura Baquedano para referirse a la tendencia de muchas mujeres a postergar su bienestar ante una lista interminable de obligaciones. “No hago ejercicio porque tengo que…”, ejemplifica. Frente a esta inercia, subraya que el ejercicio físico no debería ser un lujo ni una carga, sino una prioridad incorporada al día a día como un pilar del autocuidado.

Desde la campaña de anefp también se destaca la importancia del ejercicio como factor transversal en todas las etapas de la vida. Según su Radiografía del Autocuidado en España, el 55,8% de la población practica actividad física de forma habitual, y los datos son similares en las diferentes edades. Sin embargo, según el Consejo Superior de Deportes y el Ministerio de Cultura y Deporte, las mujeres realizan un 11% menos de actividad física que los hombres a lo largo de todo su ciclo vital.
Ejercicio con enfoque de género
Nuria Garatachea insiste en que la Organización Mundial de la Salud no distingue entre hombres y mujeres a la hora de recomendar ejercicio: entre 150 y 300 minutos de actividad aeróbica semanal, además de entrenamientos de fuerza al menos dos veces por semana. Aun así, las mujeres tienden a practicar menos deporte, especialmente a medida que envejecen.
Garatachea pone énfasis en individualizar las rutinas, atendiendo a factores como la edad, el ciclo menstrual, la menopausia o el embarazo. Por ejemplo, durante la menopausia, el entrenamiento de fuerza ayuda a prevenir la pérdida de masa ósea y muscular. Y en la etapa fértil, las fluctuaciones hormonales influyen en la motivación y el rendimiento físico, algo que debe considerarse para evitar frustraciones y promover una práctica sostenida.
Este enfoque coincide con uno de los mensajes clave de la campaña #TeCuidamosEnCadaEtapa: el autocuidado debe evolucionar con nosotros, adaptarse a las circunstancias y nunca dejar de ser prioritario. Como subraya Jaume Pey, director general de anefp, “el autocuidado no es sólo una responsabilidad individual, sino una oportunidad colectiva para mejorar la calidad de vida de toda la población”.

Visibilidad, formación y redes de apoyo
Una de las ideas más potentes que emerge del pódcast es la necesidad de construir redsiliencia, concepto que Molina utiliza para hablar de la capacidad de nuestra red social para apoyar, validar y fomentar el cuidado entre personas. En tiempos de sobrecarga emocional, precariedad o exigencia constante, contar con un entorno informado y empático puede marcar la diferencia entre el colapso y el bienestar.
En ese sentido, el aumento de la conversación pública sobre salud mental, también en redes sociales, es un avance significativo, pero debe ir acompañado de una adecuada información y formación para evitar caer en la patologización de malestares cotidianos. “Hablarlo ayuda, pero hay que saber cuándo es un malestar normal y cuándo estamos ante un trastorno”, recuerda Molina.