El 10 de junio es el Día Nacional de la Miopía, una fecha señalada en la que muchos especialistas aprovechan para dar visibilidad a una condición ocular que va más allá del uso de gafas: la miopía magna. Esta forma avanzada de un trastorno ocular que no sólo afecta a la visión lejana, sino que puede provocar graves complicaciones como desprendimiento de retina, patologías maculares, glaucoma o cataratas precoces.

La miopía magna se define por una longitud ocular superior a los 26 mm, lo que suele traducirse en una graduación de más de -6 dioptrías. Este alargamiento excesivo del ojo provoca un estiramiento anormal de los tejidos internos, generando alteraciones estructurales que pueden comprometer de forma irreversible la visión.

“La miopía magna no sólo implica necesitar gafas más potentes, sino también una mayor vulnerabilidad ante enfermedades que pueden desembocar en ceguera si no se detectan y tratan a tiempo”, explica Álvaro Fernández-Vega González, del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega. De hecho, en España es la principal causa de discapacidad visual y el motivo más común de afiliación a la ONCE.

Riesgos invisibles

Entre las patologías asociadas a la miopía magna, el desprendimiento de retina es una de las más alarmantes. Las personas con esta condición tienen entre 10 y 30 veces más riesgo de sufrirlo que la población general. Esta situación puede derivar en pérdida irreversible de visión si no se actúa rápidamente, por lo que los expertos insisten en la importancia de conocer los síntomas y acudir al oftalmólogo ante cualquier señal de alarma.

Otro peligro silencioso es el glaucoma, que puede desarrollarse sin síntomas evidentes hasta fases avanzadas. La miopía magna multiplica entre dos y cuatro veces el riesgo de padecerlo. También se incrementa la probabilidad de desarrollar cataratas a edades tempranas o alteraciones maculares, algunas de ellas sin tratamiento disponible.

El papel activo de los pacientes

Ante este escenario, las revisiones oftalmológicas periódicas se perfilan como esenciales, especialmente en niños y adolescentes. También son fundamentales la adopción de hábitos saludables para frenar la progresión de la miopía desde etapas tempranas.

Los expertos señalan que pasar más tiempo al aire libre, evitar la exposición prolongada a pantallas, utilizar buena iluminación y hacer descansos frecuentes durante tareas de visión cercana son medidas preventivas efectivas. Además, se están estudiando tratamientos farmacológicos y ópticos para controlar la progresión de la miopía en edades infantiles.

Desde el Dr. Fernández-Vega destaca la necesidad de abordar la miopía magna como un problema de salud pública. “El seguimiento clínico, la investigación y la educación sanitaria deben ir de la mano para proteger la visión de las generaciones presentes y futuras”, subraya.