La creciente popularidad de los suplementos deportivos entre la población general y, en particular, entre personas con enfermedades crónicas, ha generado preocupación entre expertos en nutrición y medicina deportiva. Javier Clemente, catedrático en Ciencias del Deporte de la Universidad Europea, alerta de los riesgos que puede implicar el consumo de estos productos sin una adecuada evaluación profesional, especialmente en personas con patologías cardiovasculares, renales, hepáticas o de salud mental.

“La clave está en personalizar el consumo, siempre guiado por un profesional”, subraya Clemente, quien recuerda que los suplementos, lejos de ser inocuos, pueden acarrear consecuencias negativas si se utilizan de forma inadecuada. “El problema no es el suplemento en sí, sino cómo se toma y por qué”, explica. Entre los posibles efectos adversos de un uso incorrecto se encuentran molestias digestivas, interacciones peligrosas con medicamentos o condiciones médicas previas, e incluso sobredosis, especialmente con productos de preentrenamiento que no están debidamente regulados.

Desinformación y consumo impulsivo

Uno de los factores que más preocupan a los especialistas es la facilidad con la que se accede a estos productos, a menudo sin ningún tipo de control sanitario o consejo profesional. Clemente advierte del aumento del consumo impulsivo, alentado en muchas ocasiones por campañas de marketing que prometen “efectos milagrosos”. Por ello, recomienda desconfiar de estos mensajes y revisar siempre la composición, la dosis y las clasificaciones oficiales de los suplementos.

En este sentido, destaca la utilidad de la clasificación elaborada por el Australian Institute of Sport (AIS), un organismo de referencia internacional en investigación deportiva. Esta clasificación agrupa los suplementos en cuatro categorías —A, B, C y D— según el nivel de evidencia científica sobre su eficacia, seguridad y legalidad. Para los pacientes y deportistas, este sistema puede ser una herramienta útil para discernir qué productos tienen un respaldo real y cuáles carecen de base científica o pueden resultar peligrosos.

Con respaldo científico

Dentro del grupo A de la clasificación del AIS, que agrupa los suplementos con mayor respaldo científico, se encuentran la creatina monohidrato, la beta-alanina, el bicarbonato sódico, los nitratos y la cafeína. También figuran los suplementos de proteínas y carbohidratos presentes en bebidas isotónicas. No obstante, incluso estos productos, respaldados por la evidencia, deben utilizarse bajo circunstancias muy concretas y bajo supervisión médica, especialmente en aquellas personas con algún tratamiento farmacológico.

Según Clemente, los suplementos del grupo A pueden ser útiles cuando la dieta habitual no cubre determinadas demandas fisiológicas específicas, cuando el nivel de exigencia o frecuencia del entrenamiento requiere una mejora precisa del rendimiento o la recuperación, o cuando el atleta ha alcanzado un estado avanzado de entrenamiento.

Alimentación y descanso

A pesar del creciente interés por la suplementación, el especialista insiste en que estos productos no deben sustituir los pilares básicos de la salud deportiva: el entrenamiento, la alimentación equilibrada y el descanso adecuado. “En muchos casos, una alimentación bien planificada cubre los requerimientos sin necesidad de recurrir a suplementos”, concluye.

Este mensaje es especialmente relevante para personas con enfermedades crónicas que buscan mejorar su estado físico o calidad de vida mediante el ejercicio. La tentación de recurrir a suplementos por iniciativa propia, sin tener en cuenta posibles interacciones o riesgos añadidos, puede derivar en complicaciones que se podrían evitar con un correcto acompañamiento profesional.

En definitiva, el mensaje de los expertos es claro: la personalización y la evaluación profesional son esenciales a la hora de considerar el uso de suplementos deportivos, sobre todo en el caso de pacientes que ya conviven con condiciones médicas que requieren un seguimiento específico. Apostar por información fiable y acudir a profesionales cualificados es el primer paso para garantizar una práctica deportiva segura y eficaz.