En el marco del Día Mundial del Ictus, que se conmemora el 29 de octubre, la Sociedad Española de Neurología (SEN), la Fundación Freno al Ictus y el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN (GEECV-SEN), con la colaboración de la Fundación Gmp, organizaron en Madrid el Encuentro Científico y Social sobre Ictus. Un espacio de reflexión, divulgación y participación que puso el foco en los datos epidemiológicos y, sobre todo, en la experiencia de pacientes, cuidadores y profesionales sanitarios.

La advertencia es clara: si no se toman medidas efectivas, la incidencia del ictus podría aumentar un 81% en 2050, con un impacto especialmente alto entre mujeres mayores de 80 años y hombres entre 70 y 79 años. La SEN estima que, solo en los próximos 15 años, los casos crecerán un 35%. Actualmente, se producen cerca de 90.000 nuevos casos al año en España, donde el ictus es ya la primera causa de muerte en mujeres y la principal causa de discapacidad adquirida en adultos.

El acto fue inaugurado por Francisco Fernández López, director de la Fundación Gmp; el Dr. Jesús Porta-Etessam, presidente de la SEN; y Julio Agredano Lozano, presidente de la Fundación Freno al Ictus, quienes coincidieron en señalar la importancia de reforzar la prevención y la concienciación como herramientas clave para frenar esta tendencia.

La vida tras un ictus

Uno de los momentos más significativos de la jornada fue la mesa redonda Vida después de un ictus: pacientes, cuidadores y especialistas juntos para mejorar el sistema, en la que participaron profesionales sanitarios y personas que han vivido la enfermedad en primera persona. Claudia Trujillo, trabajadora social de la Fundación Freno al Ictus, destacó la necesidad urgente de conectar los sistemas sanitario y social para garantizar una continuidad asistencial que no deje a nadie atrás. “Las secuelas invisibles del ictus también necesitan atención y comprensión social”, recalcó.

Patricia Simal, coordinadora científica de la Estrategia en Ictus del Sistema Nacional de Salud, recordó que cada caso representa una historia de vida. “Estos espacios de diálogo nos enseñan que debemos construir juntos una atención más coordinada, integral y humana”, afirmó.

La Fundación Freno al Ictus presentó además su nueva campaña Las secuelas de un ictus: espasticidad, centrada en visibilizar uno de los efectos más incapacitantes y menos comprendidos de esta enfermedad. Su presidente, Julio Agredano, insistió en que solo la colaboración entre pacientes, familias, profesionales e instituciones permitirá dar una respuesta real al ictus y sus consecuencias.

Prevención como pilar fundamental

María del Mar Freijo Guerrero, neuróloga del Hospital Universitario de Cruces de Bilbao, expuso en su intervención que el control de factores de riesgo como la hipertensión o el colesterol podría reducir hasta en un 47% y un 20%, respectivamente, la incidencia del ictus. “El 90% de los ictus podrían evitarse con hábitos cerebro-saludables y un buen control de los factores de riesgo”, subrayó. Además, recordó que aunque las terapias como la trombólisis y la trombectomía han reducido la mortalidad, el número de personas que conviven con secuelas aumenta debido al envejecimiento y a la mejora en la supervivencia.

La especialista también destacó el papel de la tecnología, la robótica y la innovación en el futuro de la rehabilitación, así como la importancia del seguimiento coordinado entre atención primaria, neurólogos y personal de enfermería para garantizar una atención a largo plazo efectiva.

Cuidados y resiliencia

De hecho, la atención enfermera centró otra de las ponencias principales. Purificación Enguix Bou, enfermera del Hospital La Fe de Valencia, defendió que los cuidados especializados tienen un impacto directo en la recuperación tras un ictus. “Detectar y prevenir complicaciones en la fase subaguda es una tarea enfermera: acompañamos, velamos y enseñamos al paciente y a su familia, transformando necesidades en soluciones”, señaló.

El testimonio de Yolanda Torosio, actriz, bailarina y superviviente de ictus, cerró la jornada con un mensaje de resiliencia. A través de la charla Bailando con la adversidad, compartió cómo el arte y la danza le ayudaron en su proceso de recuperación. “Aprendí a mirar lo que tengo y no lo que me falta. Incluso del limón más amargo se puede hacer la mejor limonada”, expresó con emoción.