En los últimos años, a la preocupación por mejorar el control del asma se ha sumado una nueva inquietud: cómo hacerlo de forma sostenible. De hecho, la sostenibilidad en el tratamiento del asma es un tema creciente en la agenda de las autoridades sanitarias, sociedades científicas y organizaciones medioambientales. ¿Pueden los pacientes con asma tratar su enfermedad sin contribuir a empeorar el cambio climático? ¿Es posible combinar el derecho a respirar con el deber de proteger el planeta?

Un estudio publicado en BMJ Open estima que cambiar un solo inhalador presurizado por uno de polvo seco podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en más de 500 kg de CO₂ equivalente al año, lo que equivale a realizar un viaje en coche de más de 2.000 kilómetros. Sin embargo, en España, los inhaladores presurizados de dosis medida (pMDIs), que utilizan gases propulsores fluorados (HFC) para administrar el medicamento, siguen siendo una de las principales formas de tratamiento, especialmente en niños y en situaciones de crisis asmática, pese a que existen alternativas con menor impacto ambiental, como los inhaladores de polvo seco (DPIs) o los inhaladores de niebla suave (SMIs), que no requieren propulsores y tienen una huella de carbono significativamente más baja.

Los gases de los pMDIs tienen un alto potencial de calentamiento global (GWP), y si bien no dañan la capa de ozono como sus predecesores, sí contribuyen al cambio climático. De hecho, según un informe del NHS (Servicio Nacional de Salud del Reino Unido), el uso de inhaladores representa, aproximadamente, un 3% de las emisiones de carbono del sistema sanitario británico.

Cambiar de inhalador, ¿es tan fácil como parece?

A pesar de los beneficios ambientales, cambiar de dispositivo no es una decisión trivial. Según los expertos, debe ser un proceso consensuado entre el paciente y el profesional sanitario, teniendo en cuenta factores como la edad, la destreza manual, la gravedad del asma, la frecuencia de uso y, por supuesto, la preferencia del paciente. En estos casos, es imprescindible individualizar. «No todos los pacientes pueden usar con eficacia un inhalador de polvo seco. La técnica de inhalación es fundamental y, en algunos casos, se pierde más eficacia por un mal uso que lo que se gana en sostenibilidad”, explican desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

Los profesionales también recuerdan que el cambio a dispositivos más sostenibles debe ir acompañado de una educación adecuada sobre el uso del nuevo dispositivo, algo que ya representa un reto en la práctica clínica habitual, donde se estima que entre el 50 % y el 80 % de los pacientes cometen errores en su técnica de inhalación.

En este escenario, los pacientes con asma tienen un papel crucial. Aunque el cambio a dispositivos más sostenibles debe estar guiado por criterios médicos, la conversación sobre el impacto ambiental de los tratamientos ya no puede obviarse. Desde sociedades científicas como SEPAR y organizaciones de pacientes se promueve cada vez más un enfoque de “triple beneficio”: mejor control del asma, menor impacto ambiental y mayor conciencia social.

asma infantil

Reciclaje y correcta eliminación: otra clave para la sostenibilidad

La sostenibilidad en el tratamiento del asma no solo depende del tipo de inhalador utilizado, sino también de lo que se hace con él una vez terminado. En España, los inhaladores deben depositarse en los Puntos SIGRE de las farmacias, contenedores específicos para residuos de medicamentos. El reciclaje de inhaladores es una asignatura pendiente.

Aunque SIGRE lleva años promoviendo la correcta gestión de estos residuos, muchos ciudadanos aún los tiran a la basura doméstica, lo que impide su tratamiento adecuado y favorece la emisión innecesaria de gases contaminantes. Según datos del propio SIGRE, en 2022 se recogieron más de 30 millones de unidades de medicamentos en sus puntos distribuidos en más de 22.000 farmacias, pero no se especifica cuántos correspondían a inhaladores. Se estima que una gran parte sigue sin reciclarse correctamente..

Innovación farmacéutica con criterios verdes

La industria farmacéutica ha empezado a responder al desafío climático desarrollando nuevos inhaladores con propulsores de bajo impacto climático, como el HFO-1234ze, que tiene un GWP cercano a 1, frente a los más de 1.300 de los HFC actuales. Algunas empresas están liderando este cambio con planes para transformar toda su línea de inhaladores hacia versiones más sostenibles antes de 2030. También se están desarrollando envases más reciclables y sistemas de recuperación de dispositivos, en un intento por cerrar el ciclo de vida de estos productos.

Además, la Unión Europea trabaja en una revisión del Reglamento sobre gases fluorados para restringir su uso y fomentar alternativas más limpias. Esta regulación afectará directamente a los inhaladores presurizados y podría acelerar la transición hacia opciones más respetuosas con el medioambiente.