Datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente

6,5 millones de personas en Europa padecen trastornos del sueño a causa del ruido ambiental

Publicado el por Somos Pacientes
Ruido y sueño

De forma paulatina, la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) publica informes sobre el impacto que el ruido tiene en la salud humana. Según el más reciente, en nuestro continente una de cada cinco personas ve afectado su bienestar por culpa de este agente contaminante: unos 18 millones de personas, de los cuales 6,5 millones padecen trastornos crónicos del sueño como consecuencia de la exposición al ruido.

Por otra parte, se calcula que es responsable de 41.000 nuevos casos anuales de enfermedades cardíacas y 11.000 muertes prematuras al año, de las cuales 1.000 se dan en nuestro país. En el caso concreto de España, y según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2022, más del 60% de la población está expuesta durante el día a niveles de ruido que superan los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo cual se asocia con un aumento de la presión arterial y de los niveles de estrés, así como con un empeoramiento del estado de ánimo.

En este sentido, Mª Ángeles Bonmatí, miembro del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño (SES), indica por qué esta situación es peligrosa para nuestra salud. «El ruido nocturno impide la relajación y desconexión necesarias para conciliar el sueño, nos puede sacar de él de forma abrupta o lo mantiene en fases superficiales, lo que hace que su calidad se deteriore». De esta manera, tardamos más en conciliar el sueño, nos despertamos antes de lo que necesitamos y pasamos menos tiempo en sueño profundo y en fase REM, lo cual es necesario para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.

La también miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red Fragilidad y Envejecimiento Saludable (Ciberfes) explica que los efectos del ruido suelen depender de la duración o del número de veces que se produzca el sonido en el entorno, de su intensidad y frecuencia, así como de la fase del sueño en la que nos encontramos cuando se produce y la sensibilidad de cada persona. Por otra parte, Bonmatí apunta que en el momento del descanso, y aunque estemos ‘desconectados’, nuestro cuerpo sigue percibiendo los sonidos ambientales y reaccionando fisiológicamente a ellos. «En ocasiones puede que ni seamos conscientes de que lo que está perjudicando nuestro sueño es el ruido», añade.

Otros efectos del ruido

La especialista de la SES asegura que el impacto que el ruido tiene sobre el sueño nos perjudica a corto y largo plazo. Por un lado altera nuestro estado de ánimo, nos irrita y nos hace más impulsivos, al mismo tiempo que nos hace rendir menos por el cansancio acumulado. Por otro, y en el largo plazo, dormir mal nos expone a un mayor riesgo de padecer alteraciones metabólicas, cardiovasculares, psiquiátricas y neurológicas, «y nos puede conducir a problemas de insomnio, agravando aún más la situación».

«Es importante que los ciudadanos comprendan la importancia del sueño y el descanso de los vecinos, y que las instituciones protejan un bien escaso como el silencio”, subraya Bonmatí. De esta manera, la portavoz de la SES asegura que sería beneficioso para nuestra salud y, en consecuencia, para reducir los niveles de presión asistencial del entorno sanitario, poner en marcha determinadas medidas.

Recomendaciones

sueño

Por ejemplo, evitar el uso de maquinaria ruidosa de limpieza viaria en horario nocturno, sustituir vehículos de transporte público por modelos eléctricos, más silenciosos, y reducir los horarios de las mesas de hostelería en zonas habitadas. También disminuir el volumen permitido en locales con música y evitar la organización de espectáculos ruidosos en zonas cercanas a viviendas en horario nocturno.

«Son muchos los ciudadanos que están viendo perjudicados su sueño y su salud como consecuencia del uso inadecuado del entorno urbano durante la noche. Bajo mi punto de vista, necesitamos una sociedad más empática y cívica que sea capaz de respetar el descanso de sus convecinos, y unas instituciones conscientes del problema y que protejan el entorno necesario para el descanso”, concluye Bonmatí.