El Grupo de Trabajo de Lípidos y Riesgo Cardiovascular de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) ha lanzado una serie de recomendaciones dirigidas a mejorar el diagnóstico, tratamiento y control de la hipercolesterolemia familiar, una enfermedad genética que afecta a una de cada 250 personas y que se caracteriza por niveles muy elevados de colesterol LDL desde edades tempranas. Entre estas recomendaciones hacen hincapié en que el tratamiento farmacológico debe iniciarse lo antes posible, bajo prescripción médica, y debe complementarse con una dieta saludable.

“La clave está en el diagnóstico precoz. Cuantos más años viva una persona con el colesterol elevado sin saberlo ni tratarlo, mayor es su riesgo cardiovascular a largo plazo”, explica la doctora Mercedes Noval, miembro del Grupo de Trabajo de Lípidos de la SEEN. De hecho, En los casos en los que se detecta la enfermedad en la infancia y se inicia tratamiento antes de los 10 años, “el riesgo de eventos cardiovasculares puede equipararse al de la población general”, afirma la especialista. Por eso, los endocrinólogos insisten en la necesidad de realizar cribados familiares cuando se detecta un caso.

Tratamiento combinado: fármacos y alimentación

La hipercolesterolemia familiar es un tipo de dislipidemia primaria cuya causa es genética. Las personas con esta patología presentan niveles de colesterol LDL por encima de 200 mg/dL y tienen casos de antecedentes familiares de hipercolesterolemia familiar y enfermedad cardiovascular prematura (ictus, infartos o enfermedad arterial periférica), antes de los 55 años en los hombres y de los 60 años en las mujeres.

No obstante, algunas dislipidemias son secundarias: “Las personas con diabetes al tener resistencia a la insulina, pueden tener el colesterol y los triglicéridos altos, pero si no padecieran esta enfermedad su colesterol estaría en niveles estables, porque su genética es normal”, explica la Dra. Mercedes Noval.

Los endocrinólogos hacen hincapié en la importancia de seguir el tratamiento farmacológico prescrito por el especialista junto con la dieta mediterránea por sus beneficios a nivel cardiovascular. Por ello, el Grupo Lípidos y Riesgo Cardiovascular ha elaborado un documento en el que se recogen una serie de recomendaciones alimentarias: “La modificación del estilo de vida, particularmente de la dieta, es la pieza clave de la estrategia poblacional para la prevención cardiovascular”, apunta la médico especialista en Endocrinología y Nutrición.

En este sentido, la Dra. Noval insiste en que, en nuestro ámbito cultural y, como se ha evidenciado científicamente, la dieta mediterránea tradicional constituye el patrón alimentario más saludable: “un exceso en sangre de colesterol hace que se acumule en las arterias provocando las placas de ateroma que desencadenan la arterosclerosis, una enfermedad sistémica que puede afectar a todos los territorios vasculares del cuerpo que nos puede llevar a presentar un evento cardiovascular”.

Recomendaciones nutricionales

La sociedad científica destaca la importancia de consumir aceite de oliva virgen extra, ya que por su perfil de grasa se considera altamente cardio-saludable, por lo que debe ser la principal grasa para cocinar y aliñar. Asimismo, las frutas, verduras y hortalizas son esenciales para el organismo. Así, los médicos especialistas en Endocrinología y Nutrición recomiendan el consumo de cinco raciones de frutas y verduras al día (incluyendo hortalizas): dos raciones de verduras, una de ellas en crudo a diario, y tres o más piezas de frutas frescas.

  • Aceite de oliva virgen extra como grasa principal para cocinar y aliñar.
  • Cinco raciones diarias de frutas y verduras, incluyendo una de verdura cruda.
  • Legumbres, tres veces por semana como mínimo.
  • Frutos secos, al menos tres veces por semana, en raciones de 30 gramos.
  • Pescado, tres o más veces por semana, priorizando el azul por su contenido en omega 3.
  • Huevos, entre 2 y 4 a la semana, o incluso uno al día según el contexto clínico.
  • Carnes magras y aves de corral, limitando las carnes rojas a dos veces por semana y evitando carnes procesadas.
  • Lácteos bajos en grasa, como leche desnatada, yogures naturales o quesos frescos.
  • Reducción de la sal, por debajo de los 5 gramos diarios recomendados.
  • Evitar alimentos ultraprocesados con alto contenido en grasas trans, azúcares y sodio.

“Una dieta rica en productos frescos y basada en patrones mediterráneos contribuye a reducir los niveles de colesterol y a mejorar el perfil cardiovascular global”, afirma la doctora Carmela Manrique Mutiozábai, también integrante del Grupo de Trabajo.

En relación a los líquidos, la leche y derivados son una fuente dietética importante de calcio y aportan también vitamina D, por lo que los alimentos lácteos deben ser con bajo contenido en grasa como la leche, los yogures o los quesos frescos. Los endocrinólogos aconsejan desnatar aquellos lácteos con un mayor porcentaje de grasa y evitar, por ejemplo, algunos quesos curados. Asimismo, puntualizan que la leche entera es saludable por los beneficios que aportan al organismo en relación al consumo de vitamina D. Y en cuanto al café y el té, tienen también beneficios para la salud cardiovascular, aunque debe limitarse al máximo el azúcar añadido.