Celebramos el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, una jornada que nos recuerda que el 10% de las mujeres pueden padecer durante el embarazo o en el postparto problemáticas psíquicas. La más conocida de ellas es la depresión postparto.
Antes, la mayoría de las madres eran amas de casa. Ahora, casi todas son mujeres trabajadoras, con lo que, si quieren ser madres, deben sumar esto a su tarea profesional remunerada, y muchas veces, también ser organizadoras del hogar. Y la exigencia es cada vez mayor.
Sobre las madres primerizas, por ejemplo, se ejerce una especial presión, como si se las considerara tontas, y hubiera que decirles todo lo que deben hacer para ser “las madres perfectas”. Muchas veces entran en un círculo de autoexigencia extrema y sentimientos de culpabilidad por no llegar al “ideal de madre”.
Sumar la reproducción con la producción, el deseo de éxito profesional -tras muchos años de estudio y esfuerzo para posicionarse en un área-, con el deseo de ser madre y formar una familia funcional puede ser complicado.
La idealización del embarazo como “el momento más feliz de la vida” o “la dulce espera” acaba resultando un hándicap. Sobre todo cuando aparecen algunos síntomas físicos como los vómitos y náuseas del primer trimestre de embarazo, o las hemorroides y reflujo del tercer trimestre. Y el momento ya no parece “tan feliz”.
Pero junto a estos pequeños problemas físicos del embarazo, ya asumidos por las embarazadas como “gajes de su oficio” y que no se dan, por supuesto, en todos los embarazos, pueden aparecer otros menos aceptados y muchas veces infradiagnosticados: los problemas psíquicos.
Una mujer embarazada, incluso en los embarazos más deseados, puede tener contradicciones: ¿Es este el padre que deseo para mi hijo/a? ¿Podrá ayudarme en la educación y cuidados o me dejará sola? Incluso la incertidumbre de no saber si va a ser un niño sano, o ¿será guapo? ¿Será listo? Deseaba ser madre, pero este momento donde tengo oportunidades profesionales de crecer, ¿será el más adecuado? Todas estas dudas son normales, no eres peor madre por dudar.
Durante el embarazo, niño y madre forman una unidad completa. Al nacer, esa separación del niño del cuerpo de la madre puede inducir una tristeza, una extrañeza por el nuevo ser humano. Muchos visitantes van a ver al recién nacido y ni preguntan cómo está la madre, ella puede sentirse desplazada cuando el centro de atención lo acapara todo el bebé.
También pueden surgir contradicciones con respecto al sexo del bebé: “Queríamos un niño, pero es la tercera niña”, o viceversa. Y desilusiones porque no es del sexo que se esperaba.
Cuando tras el parto hay un extrañamiento del bebé, surge cierto rechazo a amamantarlo, aparecen síntomas en la madre como insomnio, pérdida del apetito o un exceso del mismo, falta de ganas de hacer cosas, tristeza, incluso pensamientos negativos, del orden de “lo hago fatal”, “no sirvo para madre”, etc., puede que estemos ante una depresión postparto.
En este caso, no debemos dejar de consultar a un especialista. Si sufres alguno de estos síntomas, ten en cuenta que no es obligatorio hacer las cosas sola, lo importante es hacerlas. Así que si la tarea de la maternidad se torna mucho más compleja de lo que esperabas o surgen imprevistos en su realización y te sientes triste y desesperanzada, debes pedir ayuda. No eres mejor por atravesar sola este periodo.
Hay otras problemáticas psíquicas que no son la depresión postparto. Algunas obsesiones se pueden volver aún más intensas e incapacitantes con el embarazo, aumentar los rituales obsesivos, como la escrupulosidad o la limpieza excesiva, recrudecer los pensamientos obsesivos y llevar a una situación angustiosa. También en estos casos debemos consultar con un especialista.
Y cuando aparece la hipocondría (el temor por la propia salud): ¿y si me da una trombosis en el embarazo? O el temor por la de los seres queridos, en este caso del bebé: ¿saldrá bien el embarazo? ¿Habrá complicaciones? ¿Mi hijo/a puede estar enfermo? Es algo que entra dentro de lo normal, pero si llegan a ser angustiantes, es importante acudir al especialista.
Sufrir innecesariamente no es el mejor camino. Hay muchos psicoanalistas en Grupo Cero que han estudiado en profundidad la problemática que surge en torno a la maternidad y pueden ayudarte a ser madre y “no morir en el intento”. Es mejor hablar, tener a alguien a quien poder contarle todas tus fantasías sin temor a ser juzgada.
Autora:
Dra. Alejandra Menassa de Lucia. Médico Internista. Psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero