Cuando pensamos en la obesidad, solemos enfocarnos en la alimentación y la falta de ejercicio. Sin embargo, hay un factor clave que a menudo pasa desapercibido: las emociones. El estrés, la ansiedad, la falta de sueño y el estigma social tienen un impacto directo en el peso y en la salud de quienes viven con obesidad. Sin una adecuada gestión emocional, cualquier esfuerzo por perder peso se vuelve cuesta arriba.

El impacto del estrés y la falta de sueño

El estrés crónico afecta al equilibrio hormonal del cuerpo. Cuando una persona está sometida a una alta carga de estrés, su organismo libera cortisol, una hormona que, en niveles elevados y sostenidos, favorece el aumento de grasa abdominal y el deseo por alimentos calóricos.

Pensemos en Marta, que después de un día agotador en el trabajo llega a casa sin energía para cocinar. Opta por algo rápido y poco nutritivo, no porque no sepa lo que es saludable, sino porque su cuerpo busca una recompensa inmediata para aliviar el cansancio emocional.

Por otro lado, la falta de sueño afecta la regulación del apetito. Dormir pocas horas disminuye la producción de leptina (hormona de la saciedad) y aumenta la grelina (hormona del hambre), lo que lleva a un mayor consumo de alimentos ultraprocesados. Esto genera un círculo vicioso en el que la persona, agotada y estresada, encuentra en la comida un alivio momentáneo, seguido de culpa y frustración.

El peso del estigma

Muchas personas con obesidad han escuchado frases como: “si te esforzaras más, adelgazarías”; o “es solo cuestión de comer menos y moverse más”. Estas ideas erróneas refuerzan el estigma y la culpa, cuando en realidad la obesidad es una enfermedad crónica con múltiples factores, incluyendo la genética, el metabolismo y las emociones.

El estigma de peso no solo afecta la autoestima, sino que también tiene consecuencias en la salud. Muchas personas con obesidad evitan acudir al médico por miedo a ser juzgadas. Se sienten avergonzadas al subirse a una báscula o recibir recomendaciones poco empáticas. Como resultado, postergan la atención médica, lo que agrava su situación.

Emociones y alimentación

Comer es mucho más que una necesidad biológica. La comida está ligada a recuerdos, cultura y estados emocionales. En momentos de ansiedad, tristeza o estrés, muchas personas recurren a la comida no por hambre, sino como una forma de gestionar sus emociones.

Es lo que se conoce como hambre emocional: ese deseo de comer sin que el cuerpo realmente lo necesite. Es un comportamiento aprendido que libera neurotransmisores como la dopamina, generando placer momentáneo, pero que a largo plazo refuerza el ciclo de ansiedad y culpa.

Un enfoque integral

Abordar la obesidad de manera efectiva va mucho más allá de las dietas y el ejercicio. Es necesario considerar el impacto del estrés, el sueño y la salud emocional. Un enfoque integral incluye la gestión del estrés, con técnicas como la meditación, el mindfulness o la respiración consciente, que pueden ayudar a regular las emociones.

También una buena higiene del sueño: dormir entre 7 y 9 horas por noche mejora la regulación del apetito y la energía diaria. Fomentar la psiconutrición, es decir, aprender a diferenciar el hambre real del hambre emocional es clave para hacer elecciones más conscientes. Y contar con apoyo médico, psicológico y nutricional, lo que permite abordar la obesidad desde un enfoque basado en la evidencia y libre de estigma.

obesidad

La obesidad no es una cuestión de falta de voluntad. Es una enfermedad compleja que requiere un abordaje integral, que considere no solo el peso, sino el bienestar físico y emocional.

Si vives con obesidad y te has sentido juzgado o desmotivado, recuerda que tu salud no se reduce a un número en la balanza. La clave está en generar hábitos sostenibles, en un entorno de comprensión y apoyo. La obesidad no se combate con dietas extremas, sino con herramientas de gestión emocional y un acompañamiento adecuado.

Autora:

Cristina Petratti

Médica especialista en obesidad y coaching nutricional. Miembro de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y autora del best-seller Pierde peso. Transforma lo que piensas y sientes para cambiar lo que comes