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Fumar de forma persistente y continuada conlleva alteraciones en más de 7.000 genes que contribuyen al desarrollo de distintas enfermedades relacionadas con el tabaco, caso entre otras de las pulmonares y cardiovasculares, así como de la osteoporosis y el cáncer. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Nacional de las Ciencias de Salud Ambiental (NIEHS) de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH) y publicado en la revista Circulation: Cardiovascular Genetics.

En palabras de la doctora Stephanie J. London, directora del estudio, “si bien nuestros resultados se centran en los efectos residuales a largo plazo del hábito tabáquico, también demuestran que cuanto antes se deje de fumar, mayor será el beneficio para la salud del fumador”.

Alteraciones genéticas

En el estudio, los investigadores analizaron las muestras sanguíneas de 15.907 adultos, fumadores o no, que habían participado en 16 ensayos clínicos diseñados para evaluar la posible presencia de alteraciones genéticas –concretamente, ‘metilaciones’, esto es, la adición de grupos metilo a la cadena de ADN– causadas por el tabaco.

Como explica la doctora London, “la metilación del ADN permanece como una ‘firma’ a largo plazo de la exposición al tabaco y es un mecanismo potencial por el que el fumar predispone al desarrollo de enfermedades como las cardiovasculares o el cáncer”.

Los resultados mostraron que, comparados frente a aquellos que nunca habían fumado, los adultos que llevaban casi toda su vida fumando presentaban alteraciones en cerca de 7.000 de sus genes –o lo que es lo mismo, en cerca de una tercera parte de los genes que portamos los seres humanos.

La buena noticia es que este efecto puede ser, aun parcialmente, revertido. Y es que de acuerdo con los resultados, muchos de los genes, que no todos, se habían recuperado –o lo que es lo mismo, perdido estas alteraciones o ‘metilaciones’– a los cinco años de dejar el tabaco. Aun así, algunas de las alteraciones genéticas asociadas al tabaco todavía eran patentes a las tres décadas de la cesación del hábito tabáquico.

Como concluye el doctor Norman Edelman, de la Asociación Americana de Neumología (ALA), a propósito de los resultados, “el mensaje es que fumar tiene un impacto tan enorme como amplio sobre nuestros genes. Y si bien es cierto que la mayoría es reversible, alguno no lo es. Así, las personas que fuman van a alterar su contenido genético en un modo que no resulta totalmente reversible”.